Todos no lo veían de esa manera. Pero Mateo ahora era demasiado sensible, hasta una mirada errónea podía interpretarse en exceso. Como una telaraña desgastada por la tormenta, incluso una brisa ligera podría hacerla romperse completamente de la rama.Ximena se acercó con cuidado, agachándose.—Mateo
—Qué infantil, ya no juego con estas pistolas de juguete o coches a control remoto.Ximena observó a Mateo, quien parecía un pequeño erizo, erizando sus espinas y encerrándose en una coraza impenetrable, rechazando la cercanía de todos. Su corazón se llenaba de un dolor inmenso.—¡Mateo, la felicida
El coche de Armando estaba equipado con mesas, sillas, un surtido de dulces y un minibar, como si fuese un salón de descanso móvil. Se detenía donde encontraba una vista agradable, abría las ventanas del coche y, mientras disfrutaba del paisaje, degustaba los dulces y bebía vino. Esa debía ser la vi
—En la familia Mendoza, sin contar las ramas secundarias, solo de tu abuelo y sus hermanos, hay doce. Primos y primas, más de cuarenta, todos con acciones en la empresa.—Cuando Lisandro insistió en unirse al ejército, toda la familia se opuso. Sin embargo, se alistó a escondidas y desapareció. Dura
Armando y Ximena habían hablado mucho. Ximena pasó de sentir inicialmente una inquietud, a un adormecimiento total, y finalmente, a una desilusión profunda. Anteriormente, ella pensaba que la distancia entre ella y Lisandro era de estatus social. Pero después de escuchar a Armando, se dio cuenta de
—Si nació en la Familia Mendoza, debe asumir las responsabilidades que esto conlleva. No puede escapar de su destino; lleva la sangre de la Familia Mendoza en sus venas. Desde su nacimiento, su identidad y estatus estaban determinados.Ximena aún se resistía a aceptar la realidad que Armando le pres
Ximena regresó a casa enfadada. Ya era de madrugada. Subió las escaleras hacia el cuarto de Iván para ver a Mateo. Mateo dormía profundamente, con una ligera arruga en su ceño, como si estuviera soñando algo desagradable. Ximena se sentó al lado de su cama, suavemente alisó el ceño fruncido de Mateo
Ximena siempre odió ser una carga para los demás. Pero, ¿en qué se diferenciaba ella ahora de ser una carga para Lisandro y Mateo?Lisandro, notando el silencio de Ximena, pensó que estaba enojada. Se sentó frente a ella, observándola. Tras un breve silencio, dijo:—Carlos y Elena estuvieron ahí. —S