Capítulo 71

Luego de nuestra charla, Alexey se marchó de mi habitación. Tenía asuntos que resolver con respecto a Yukata, pues La Esfinge quería castigarlo por su propia cuenta. Me contó que pudieron encontrarme gracias al rastreador que estaba implantado en mi anillo de matrimonio y que ahora se encontraban en el sótano todos los que capturaron.

Prometió que enviarían a las sirvientas para que me atendieran y que subiría cuando el medico viniera a verme de nuevo. No asentí ni negué. Él podía hacer lo que quisiera, pero estaba demasiado adolorida como para pronunciar otra palabra. Nuestra reciente conversación había mermado las pocas fuerzas que logré acumular anteriormente.

De mi mano colgaba una manguera que estaba conectada a una enorme bolsa de suero. Supuse que colocaron vitaminas en él, junto con los antibióticos para que sanaran las heridas. Lo que menos soportaba era la constante punzada en mi cabeza. Nunca había sentido un dolor parecido y también me provocaba ganas de vomitar cada poco
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