Lamentablemente la muerte se negó a llevarme. Y eso de que no discrimina entre santos y pecadores no sé si sea del todo cierto. Habían pasado dos semanas desde el secuestro y aún tenía pesadillas y lagunas mentales en mi mente. Lo que, si podía recordar claramente, fue todo lo que hizo el doctor para salvarme de mi intento de suicidio.Luego de que Alexey me sacó del baño, comenzó a hacer presión en mis cortes y suturó con cuidado, dejando varios puntos que me negaba a ver cuando los limpiaban. A causa de mi anemia, me colocaron dos bolsas de sangre para reponerme. La primera semana me había sentido muy débil, pero poco a poco fui recuperándome de mis heridas.Al menos de las físicas, porque las internas no sé cuándo sanarían por completo, probablemente nunca. Ojalá no me hubiesen salvado. Tenían que haberme dejado morir en ese instante. No valía la pena tanto esfuerzo por alguien al que se le habían menguado las ganas de vivir por completo. Un desperdicio de dinero y recursos médicos
—Por fin llegas, hace como cuatro horas que te estamos esperando. —afirmó Alexey quitándome al tigre de encima. Rodé lo ojos, ignorando su sarcasmo. Apenas hacían treinta minutos desde que había ido a buscarme en mi habitación para que bajara.—No creo haya sido tanto tiempo como crees. —asegure levantándome del suelo. Sacudí mi ropa para retirar la tierra que se había adherido a esta. Sonreí, muy divertida.Alexey se quedó mirándome durante algunos segundos, los suficientes para hacerme sentirme incomoda. Escondí mis manos en los bolsillos de la sudadera. Me sentía más segura de esa forma. Aparte la vista, negándome a enfrentar su expresión de reproche. Escuche un bufido por parte de Alexey y me prepare para la ola de insultos que se vendría.—Me alegra que vuelvas a sonreír… Hace mucho no lo hacías y ya empezaba a extrañarlo. —admitió encogiéndose de hombros. Giró sobre sus talones, dejándome ahí parada, muy confundida por lo que acababa de decir. Nunca pensé oír esas palabras.Espa
—A partir de ahora te dejo en sus capaces manos. —dijo Alexey sin más. Antes de que se retirara lo tome por al brazo, deteniéndolo. Esto debía ser una especie de broma.—¿En serio piensas dejarme aquí? —pregunte sin molestarme a ocultar mi miedo. Ya había sufrido lo suficiente como para tener que pasar ahora por eso. Lo único que quería era regresar a mi habitación y esconderme debajo de las sábanas hasta para siempre.Alexey me observó con seriedad. Y antes de que hablase ya sabía que no estaba dispuesto de ceder por ninguna razón. Tomó una decisión y la seguiría hasta las ultimas consecuencias. Contuve el grito que pugnaba por salir de mi garganta. Solo tomaba en cuenta lo que él deseaba, como siempre y esperaba que todos la acatáramos a la brevedad.—Pongámoslo de esta forma: Si no quieres entrenar, perfecto. —Casi suspiro de alivio al escuchar sus palabras, pero me detuve al ver que continuaba. —Puedes marcharte, pero ten por seguro que no vuelves a ver a Dominika. —aseguró con to
A partir de ese día, mi rutina adopto la misma forma: despertaba, salía a correr unos buenos kilómetros, me duchaba, tomaba un buen desayuno, organizaba mis cosas de trabajo, luego iba al gimnasio, me encontraba con Mijaíl para entrenar y terminaba el día dándome un largo baño de espumas para relajarme. Una repetición constante de cosas que prefería evitar hacer, combinada con otras a las que desearía prestarle más atención ahora.Por suerte, en el trabajo se tragaron el cuento de que tuve un accidente automovilístico y debido a eso falté dos semanas. Mi siempre fiel compañero Theo, no dejó de llamarme en ningún momento para saber cómo estaba. La mayoría de veces tenía que mentirle, lo cual me pesaría sino no lo estuviese protegiendo con mi silencio.Hace unos tres días que había regresado a la revista. Todos me recibieron efusivamente e incluso montaron una pequeña fiesta a la hora del almuerzo como bienvenida. Nunca me sentía tan querida por alguien que no pertenecía mi familia. Rea
Lo primero que detalle del lugar, fue el olor nauseabundo. Por instinto me llevé la mano a la nariz para cubrirla a penas me bajé del auto. Nunca había sentido un aroma tan putrefacto como aquel. Tuve que contener las nauseas que aparecieron en mi garganta. Theo no se veía mucho mejor que yo, el pobre hombre se había puesto verde al segundo.Cerré la puerta del auto detrás de mí y comencé a caminar hacía la granja. Ahora mismo no era más que un basurero y por lo que sabía, también un cementerio de animales. Seguramente a eso se debía el olor que desprendía todo el lugar. Solamente la muerte podía tenerlo. Saque un pañuelo de mi bolsillo y lo coloque en mi boca y nariz para alejarlo.—¿Estás seguro que este es el lugar? —pregunte moviéndome con cuidado entre la basura y los escombros. A leguas se notaba que aquí había sucedió algo horrible. —¿Qué puede tener la gente en el corazón como para hacer tal cosa? —exclame acongojadamente. Theo observó todo el espacio detenidamente. Su mirada
Para cuando terminamos la entrevista, teníamos el conocimiento suficiente para hacer un buen reportaje. Además, contábamos con lo que mis compañeros habían logrado recolectar durante mi ausencia. Según Theo, esta vez habíamos ahondado más en la información. Rebecca nos despidió automáticamente después de terminar, sin ningún tipo de saludo u “fue un placer verlos”. Realmente poco falto para que nos echara a patadas.Theo y yo nos miramos confundidos, encogiéndonos de hombros. Nos quedamos una media hora más para tomar las fotos aprovechando que todavía había luz del día. Sacamos nuestras cámaras y nos dispusimos a continuar nuestra tarea. Si lo narrado por Rebecca me puso los pelos de punta, me sentí peor al verlo en vivo. Las náuseas volvieron.El aroma me hacía lagrimear los ojos debido al nivel de putrefacción y ver los cuerpos en descomposición que no lograron enterrar provocaba que mi corazón se encogiera. De niña nunca tuve mascotas, no creía ser lo bastante responsable para cui
Theo me dejó en el mismo restaurante y de ahí me subí en una de las camionetas que me llevarían hasta la fortaleza. En el camino pensé un poco en lo que conversé con mi amigo. Realmente esperaba que pudiese ser feliz con el chico que le gustaba y que se animara a decirle lo que sentía. Todos debemos disfrutar del amor, sin importar de dónde provenga. Solo debemos ser valientes para aceptarlo cuando se aparezca de repente. También repase lo que hablamos sobre Alexey. Todos a mi alrededor creían que nos amábamos y nada más lejos de la verdad. Por supuesto que yo estaba enamorada de él. Pero dudaba mucho que fuese algo reciproco. Nuestro matrimonio fue simplemente una transacción comercial. A lo más que podía aspirar era que me respetase como la madre de Dominika y eso de por sí, ya era mucho pedir y bastante complicado de que lo hiciera. Debía dejar de crear pájaros en el aire con corazones, porque en algún momento me golpearía con la dura pared de la realidad. Amaba a Alexey, pero tam
—No olvides con quién hablas. —advirtió cambiando su expresión por una más seria. —Antes que tu esposo, soy el Pakhan de esta organización. Y aunque no fuera así, estás sobrepasando los limites de tu propia suerte. —respondió conteniendo el enojo.Hace tiempo descubrí que me gustaba coquetearle a la muerte, no tenía ningún sentido de la supervivencia. Y desde que llegue aquí no había echo otra cosa que no fuese retar al Boss. El problema radicaba en que a pesar de saber que era un asesino, sádico y despiadado, que podía arruinarme la vida si lo quería. Me gustaba descubrir otro rasgo.Tomé asiento encima del escritorio y atrapé su barbilla en mi dedo para que me mirase directamente. Alexey no movió ni un solo musculo, realmente parecía interesado en mi próximo movimiento. Me acerque con cuidado, hasta que mis labios quedaron sobre los de él, como si lo fuese a besar. Sonreí con burla para luego alejarme a mi posición.—Habló en serio, malysh, —pronuncie con voz suave. —Si vuelvo a ver