Te llevare a casa.
CAPÍTULO 12.

―¿Qué haces aquí? ―la voz detrás de ella era tan fría que se estremeció y se giró para ver a Aiden, que salía del baño con nada más que una toalla en su cintura.

Su cabello goteaba agua, sus hombros anchos, músculos tersos llenos de sensualidad y masculinidad, aún estaban húmedos por el vapor. Miro a Nicole, que se sonrojó inevitablemente.

―La abuela… me dijo que viniera.

Aiden frunció las cejas con una expresión sarcástica.

―¿Abuela…? Hablas con tanta familiaridad, ¿qué ahora te sirve de escudo? ¿Por qué bajas la cabeza? ¿Por qué te sonrojas?

Aiden estuvo frente a ella en un segundo y su mano inconscientemente rodeó su delicada mandíbula y la miró a los ojos, sin embargo, no pudo evitar mirar sus labios.

Eran provocativos y seductores.

No sabía por qué lo había hecho, ni tampoco quería preguntarse el motivo, solo sabía que tenía que probar de nuevo sus labios. Y lo hizo, se apoderó de ellos con tanta necesidad que le resultó imposible controlarse.

Aiden presiono
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