Lacie lo miró con duda, se giró hacia él y lo tomó de las mejillas. —Lo hago, por supuesto, que confío en ti, te amo, pero estoy bajo una gran presión, esto es muy difícil… no quiero hacer nada que te altere y vaya a resentir tu salud, tú y Roberto son lo más importante para mí y siempre haré lo qu
—Estoy preocupada de estresarte y decirte cosas que te puedan hacer daño y perjudicar tu salud. —Me perjudica más sentir a mi esposa angustiada y que me oculta algo —le dijo y ella se quedó viéndolo. Finalmente, se armó de valor, decidió hablarle y contarle todo lo que le había estado ocultando. I
Lacie leyó los resultados y un suspiro de alivio salió de sus labios, cuando vio lo allí escrito. —Son negativos mi amor, nuestro hijo no es de esos extorsionadores —dijo con alegría. Aunque en un primer momento se mostró aliviada, al cabo de unos minutos se echó a llorar desconsolada. —¿Por qué
El hombre lo miró con indiferencia por unos segundos, para después responder con un gesto de nerviosismo. —No sé de qué está hablando. —Señor Milano le voy a decir muy claro, no se atreva a mentir, si lo hace le juro que va a desear no haber nacido… usted se quiso a aprovechar de una madre y juga
—Ya tenemos la información ¿Qué vamos a hacer con ella? ¿Qué quieres hacer con ese hombre y su esposa? —inquirió Felipe, en espera de su respuesta. —Quiero que le caiga todo el peso de la ley, si se dejan libres van a seguir tratándole de hacer daño a otro y eso no es justo —afirmó Renaldo, decidid
Renaldo se sintió sorprendido ante la reacción de su padre, de hecho, terminó avergonzándose. —¿Qué fue lo que hiciste? —inquirió con seriedad. —Lo siento, papá… fue en un momento de desesperación, pensé que no iba a sobrevivir a todo esto… y entonces tenía miedo de dejar sola a Lacie, quería evit
—No me lo dijo, quizás a realizar alguna compra, realmente no le sabría decir. —Está bien Fiora, si llega antes de yo hacerlo, dígale que se comunique conmigo urgente —Renaldo le agradeció la información y colgó. Cuando cortó la llamada, su padre le hizo una pregunta, aunque fue más una afirmación
—¿Y que si no quiero que se vaya? ¿Por qué lo haría? Si yo estoy tan cómodo a su lado —dijo Renaldo, sin dejar de sonreír. Deteniendo el par de pies del otro con sus piernas, mientras lo abrazaba por la cintura, pegándolo contra la pared afectuosamente. El hombrecito palideció, se quedó viéndolo