Un mes después. Había pasado un mes y medio desde la operación de Renaldo y todo había salido bien, los exámenes habían arrojado que el trasplante estaba funcionando de manera satisfactoria, no había tenido ninguna complicación y había sido dado de alta hacía unos días, no esperaba la hora cuando e
—No digas eso, te mereces todas las cosas buenas… de ese pasado no solo fuiste tú quien se equivocó, yo también lo hice… mi inmadurez, mi empeño de hacer que me quisieras… mi fijación contigo a punto de rayar en la obsesión… debí actuar de otra manera y… —esta vez, fue él quien la interrumpió. —Yo
Él asintió y se levantó de la tumbona, con un poco de lentitud, y ella lo ayudó a caminar hacia el interior de la habitación. —Me parece excelente, y mejor si nos duchamos juntos, así ahorramos agua y contribuimos con el medioambiente —dijo con una expresión de picardía y ella no pudo evitar reírse
Las palabras de ambas dejaron a todos sorprendidos, porque creían que Lacie no podía tener hijos. —¿Cómo fue posible? —preguntó Camilla emocionada. —¿Y cómo es eso que estás esperando un hijo nuestro? —preguntó Lacie a su hermana—. Por favor, respóndenos eso y luego yo les cuento lo que ocurrió co
—Familia, disculpen… hay un par de personas que quieren venir a compartir con ustedes. Caminó al ala izquierda de la casa, todos se quedaron emocionados, porque sabían de quienes se trataba. Y allí venían los patriarcas de Los Ferrari Estrada. Anabella y Sebastián. Lacie se levantó y corrió hacia
Recibido de herma Fénix«Ya hermana, estoy ya preparándome para dormir… estamos bien, cuídate tú también. Buenas noches. Yo también te amo». Cuando por fin fue a acostarse, observó con cariño cómo Renaldo cerraba los ojos y se dormía lentamente, estaba extasiada por el maravilloso hombre que era su
Ante la interrogante de su esposa, Renaldo sonrió con picardía, la abrazó y besó la coronilla de su cabeza. —Quizás no te estás equivocando, pero necesito ayudar a mi hermano… son muchos años que ha pasado sin ninguna ilusión, de un lado a otro, o mejor dicho, de unos brazos a otros, jamás le había
En ese momento llegó Taddeo y los interrumpió mientras veía a su esposa con una expresión de desánimo. —¿Qué pasa mi amor? ¿Por qué esa cara? —preguntó preocupado. —Solo dos minutos, fue lo que necesito tu hijo para destruir mi propuesta y soy su madre… ¿Te imaginas? —Lo siento mamá, me pregunta