Las palabras de ambas dejaron a todos sorprendidos, porque creían que Lacie no podía tener hijos. —¿Cómo fue posible? —preguntó Camilla emocionada. —¿Y cómo es eso que estás esperando un hijo nuestro? —preguntó Lacie a su hermana—. Por favor, respóndenos eso y luego yo les cuento lo que ocurrió co
—Familia, disculpen… hay un par de personas que quieren venir a compartir con ustedes. Caminó al ala izquierda de la casa, todos se quedaron emocionados, porque sabían de quienes se trataba. Y allí venían los patriarcas de Los Ferrari Estrada. Anabella y Sebastián. Lacie se levantó y corrió hacia
Recibido de herma Fénix«Ya hermana, estoy ya preparándome para dormir… estamos bien, cuídate tú también. Buenas noches. Yo también te amo». Cuando por fin fue a acostarse, observó con cariño cómo Renaldo cerraba los ojos y se dormía lentamente, estaba extasiada por el maravilloso hombre que era su
Ante la interrogante de su esposa, Renaldo sonrió con picardía, la abrazó y besó la coronilla de su cabeza. —Quizás no te estás equivocando, pero necesito ayudar a mi hermano… son muchos años que ha pasado sin ninguna ilusión, de un lado a otro, o mejor dicho, de unos brazos a otros, jamás le había
En ese momento llegó Taddeo y los interrumpió mientras veía a su esposa con una expresión de desánimo. —¿Qué pasa mi amor? ¿Por qué esa cara? —preguntó preocupado. —Solo dos minutos, fue lo que necesito tu hijo para destruir mi propuesta y soy su madre… ¿Te imaginas? —Lo siento mamá, me pregunta
Lacie sintió sus piernas temblar, temía que en cualquier momento pudiera caer desmayada, cerró sus ojos por unos segundos y los apretó con fuerza, como si de esa manera pudiera desaparecerlos, sintió la mano de Fiora a un lado de ella dándole apoyo. Los abrió y allí seguía ese par de odiosas persona
—Está bien señora, solo le pido que cuando vaya a reunirse con ellos no vaya sola, por lo menos lléveme a mí con usted ¿Me lo promete? —pidió la mujer y a Lacie no le quedó más alternativa que aceptar su petición. —¡Así lo haré Fiora! —respondió ella, no sin antes ver la tarjeta y memorizar el núme
—Gracias, eres muy lindo… estoy feliz de tener al esposo más hermoso y maravilloso del mundo —le dijo acercándose a darle un beso, gesto que molestó a Roberto, quien de inmediato empezó a pedir el suyo. —Mamá, ¿Y mi beso? —exigió y ella enseguida lo complació, haciéndolo soltar una carcajada. Una