Lacie sintió sus piernas temblar, temía que en cualquier momento pudiera caer desmayada, cerró sus ojos por unos segundos y los apretó con fuerza, como si de esa manera pudiera desaparecerlos, sintió la mano de Fiora a un lado de ella dándole apoyo. Los abrió y allí seguía ese par de odiosas persona
—Está bien señora, solo le pido que cuando vaya a reunirse con ellos no vaya sola, por lo menos lléveme a mí con usted ¿Me lo promete? —pidió la mujer y a Lacie no le quedó más alternativa que aceptar su petición. —¡Así lo haré Fiora! —respondió ella, no sin antes ver la tarjeta y memorizar el núme
—Gracias, eres muy lindo… estoy feliz de tener al esposo más hermoso y maravilloso del mundo —le dijo acercándose a darle un beso, gesto que molestó a Roberto, quien de inmediato empezó a pedir el suyo. —Mamá, ¿Y mi beso? —exigió y ella enseguida lo complació, haciéndolo soltar una carcajada. Una
Lacie caminó hacia el exterior del hospital en espera de una respuesta. “Eso no tiene ninguna importancia” —dijo el hombre al otro lado de la línea—. “Personas que conocemos en común me dieron esa información… necesitamos verte para hablar contigo sobre nuestro hijo”. —No creo que usted y yo tenga
Un inmenso sentimiento de angustia y preocupación, tenía Renaldo mientras seguían los pasos de las dos mujeres conduciendo por la ciudad, estaba convencido de que su esposa tenía algo escondido, pero por más que pensaba en qué podía ser eso, no tenía la mínima idea, además, le entristecía que ella n
Lacie lo miró a los ojos, pero no pudo sostenerle la mirada por mucho tiempo y la apartó, la conciencia no le permitía verlo directamente a los ojos, temía que él terminara viendo la verdad en sus ojos. —No compré nada…— comenzó a decir, aclarando su voz para que no se notara temblorosa—. Fui a un
Lacie lo miró con duda, se giró hacia él y lo tomó de las mejillas. —Lo hago, por supuesto, que confío en ti, te amo, pero estoy bajo una gran presión, esto es muy difícil… no quiero hacer nada que te altere y vaya a resentir tu salud, tú y Roberto son lo más importante para mí y siempre haré lo qu
—Estoy preocupada de estresarte y decirte cosas que te puedan hacer daño y perjudicar tu salud. —Me perjudica más sentir a mi esposa angustiada y que me oculta algo —le dijo y ella se quedó viéndolo. Finalmente, se armó de valor, decidió hablarle y contarle todo lo que le había estado ocultando. I