—Soy un idiota celoso… y me alejé, pero me hundía en mi miseria… y luego pasó lo de nuestro bebé… —No, por favor —sollozó ella—, no quiero pensar en ese momento… ni siquiera puedo hablar de él… sin volverme un mar de llanto… te prometo que hablaremos, pero no hoy… hoy quiero saber cómo es sentirse
Alessandro había llegado a Londres desde hacía dos días, ese día no buscó un hotel donde hospedarse porque se fue directo a la mansión de los Aetón, cuando llegó le dijeron que su esposa había salido, quiso quedarse a esperar, pero le dijeron que no podía hacerlo porque ellos estaban de salida. Así
Arion suspiró con derrota, porque no podía negarse a la petición de Alessandro, no podía soportar a un hombre sufriendo por amor, porque él también había sido un bruto en el pasado. —¡Está bien! No le digas que fui yo quien te dijo el paradero hasta que no te perdone ¿Entendiste? —preguntó Arion si
—Mi amor, por favor vámonos… no vale la pena discutir con esa gente —le dijo ella en tono suplicante y él la escuchó. Para alivio de ambos, un taxi se encontraba parado a solo unos metros de ellos y se subieron. Renaldo le tomó la mano e hicieron el recorrido en completo silencio, mientras ella lo
Renaldo, al verla llorar tan conmovedoramente, se arrodilló a su lado y la abrazó, la sostuvo con fuerza contra su pecho, al mismo tiempo que le susurraba palabras de consuelo en su oído, sintiendo como su corazón se partía y lloraba junto a ella. Él no la soltó, deseaba fundirse con ella y cargar
Su situación había sido un secreto a voces para los Ferrari Rocco, quienes no hablaban de ese tema… porque solo ellos que estuvieron cuidándolo en los momentos de su convalecencia, sabían de su condición, del resto había sido un secreto para el resto de la familia… por eso siempre evitaba ir a pisci
Renaldo estaba tratando de controlarse, al fin y al cabo, era la primera vez que iba a hacer el amor después de tanto tiempo… desde la última vez que la había tomado a ella… trató de mantener alejado esos pensamientos para no sentirse culpable, porque ante el cuerpo de ella se sentía aún más perdido
Lacie se sentía en una nube, la gracia de sus palabras, la manera que tenía de mirarla, la excitación que la embargaba, las sensaciones que recorrían todo su cuerpo, la abrumaban. Ella lo quería a él, le pertenecía a él. Renaldo se sintió conmovido, porque lo vivido con ella, era una sensación comp