Después de recibir la llamada de Arion, Taddeo mandó a llamar a Renaldo y este se presentó más de dos horas después, su semblante era frío, duro, su padre no le dijo de inmediato lo que estaba sucediendo, sino que empezó a hacerle preguntas.—Últimamente, te desconozco, tu comportamiento apesta… est
No podía dejar de sentir angustia, no hubiera querido que su padre y su hermano fueran a obligar a Ren a casarse con ella, pero antes de eso o que lo enviaran a la cárcel, preferiría lo primero, además, tenía esperanzas de que quizás pudiera ganarse su corazón.Apenas aterrizaron en Roma, los estaba
Dos semanas después Lacie estaba muy emocionada porque en apenas unas horas sería la esposa de Renaldo como siempre lo soñó. Una parte de ella le decía que eso era un gran error, pero la otra estaba convencida de que ya casados él podría llegar a enamorarse y a amarla tanto como ella lo amaba.Dura
Lamentablemente, no fue así, Lacie siguió adelante con la boda, solo sonrió con paciencia y pronunció con voz dulce.—Ya estás aquí prometido, y eso es lo importante —esa actitud no fue la que esperaba Renaldo, porque cualquier mujer, habría explotado del enojo, sin embargo, ella sonreía como si tod
—Si no supiera lo venenosa y engañadora que llegas a ser, creería en tu inocencia… pero voy a darte una lección que nunca olvidarás —habló con una satisfacción muda en su rostro. Ella abrió los ojos al sentir su mano acariciar el lateral de su rostro, el gesto le pareció tierno y se dio la vuelta …
Lacie tragó grueso, se quedó observando a Renaldo y aunque sintió el corazón encogerse en su pecho, no dijo nada, respiró profundo, se paró en la entrada, en el altar había un sacerdote, por un momento pensó que quizás era un actor o uno de sus amigos. —Voy a ir contigo al altar o camino sola… co
Renaldo se fue y ella se quedó en la habitación, sola y con las lágrimas rodando por sus mejillas, se acostó, pero el rugido de su estómago producto del hambre no la dejaba descansar… por eso se levantó para ir a la cocina… bajó las escaleras, pero detuvo sus pies al ver al hombre sentado en el sofá
Renaldo sonrió con frialdad, mientras la sostenía con fuerza.—Bien, márchate de mi camino, y si tanto quieres hacer tu papel de sirvienta, hazlo, pero lejos de mí —la soltó y se dio media vuelta, porque quería entrar de nuevo a su habitación y cerrar la puerta, para huir.Pero, ella se había sentid