Lacie tragó grueso, se quedó observando a Renaldo y aunque sintió el corazón encogerse en su pecho, no dijo nada, respiró profundo, se paró en la entrada, en el altar había un sacerdote, por un momento pensó que quizás era un actor o uno de sus amigos. —Voy a ir contigo al altar o camino sola… co
Renaldo se fue y ella se quedó en la habitación, sola y con las lágrimas rodando por sus mejillas, se acostó, pero el rugido de su estómago producto del hambre no la dejaba descansar… por eso se levantó para ir a la cocina… bajó las escaleras, pero detuvo sus pies al ver al hombre sentado en el sofá
Renaldo sonrió con frialdad, mientras la sostenía con fuerza.—Bien, márchate de mi camino, y si tanto quieres hacer tu papel de sirvienta, hazlo, pero lejos de mí —la soltó y se dio media vuelta, porque quería entrar de nuevo a su habitación y cerrar la puerta, para huir.Pero, ella se había sentid
Se puso tan enojado que lanzó la tablet y la rompió contra la pared. —¿Piensa que con eso va a borrar esos rumores? ¿Cómo pudo ser tan cruel? Nunca imaginé verlo convertirse en ese hombre, me parece mentira que tenga un padre tan caballero como el señor Taddeo y un tío como el señor Camilo, es que,
Lacie retrocedió asustada por la presencia del hombre, sus ojos se habían girado hacia él con mirada temerosa. Sostuvo la tablet con las dos manos y la pegó de su pecho, sin pronunciar palabras. Renaldo se acercó a ella, tomó la tablet de sus manos y la colocó en la encimera, luego se giró con decis
—¡Cállate! —exclamó tapándose las orejas para no escucharlo, mientras se levantaba de la mesa—. Yo si estoy preparada para ser madre, porque yo amo a mi bebé y le daré todo el amor del mundo… si tú no lo quieres… yo lo querré por los dos… tú cada día me decepcionas más —gritó. Dicho eso salió corri
Se quedó por un tiempo sentada en la cama, abrazándose las piernas, no supo durante cuánto tiempo, trataba de aliviar su dolor, se sentía tan impotente «¿Debería alejarme? ¿Me retiro Renaldo?... La persona a la que amo, no me ama a mí, es algo que ya no se puede cambiar… ya no hay nada que hacer» —S
—Y esos platos ¿Son de dónde? Hay algunos muy extraños —dijo ella.—Sí, es debido a la mezcla de cultura que tiene el señor. Por su padre, tienen raíces mexicanas, por parte de su abuela la señora Anabella, por el lado de su madre, allí si tienen de todo, por su abuelo Luca, argentino, ecuatoriano e