CAPÍTULO 130: LA ÚLTIMA NOCHEEl viento cálido de la isla acaricia mi rostro mientras camino por la arena blanca. La playa se extiende ante mí, oscura, como lo que siento en mi interior, siento un nudo en el estómago que amenaza con ahogarme.Ricardo camina a mi lado en silencio, me lleva de la mano hacia un lugar en específico. No sé si debería hablar, no sé qué decirle después de todo lo que ha sucedido. Estoy aquí, en su isla privada en lugar de estar en la cena de ensayo con Edward y lo peor de todo es que, aunque sí me siento un poco mal, no es lo suficiente. Mi boca le dice que me está secuestrando, pero no es así. Estoy aquí porque quiero.Llegamos a un hermoso espacio donde ha preparado un picnic. Hay una manta extendida sobre la arena, con una cesta llena de comida que apenas puedo mirar. La escena parece sacada de una película romántica, pero la realidad es muy diferente. No puedo evitar pensar en la ironía de todo esto. ¿Cuántas veces no soñé con algo así? ¿Cuántas veces no
CAPÍTULO 131: MENTIRARicardo sacude la cabeza con las lágrimas corriendo por su rostro igual que las mías.—Me amas… —susurra, como si apenas pudiera creerlo—. Isabella, lo acabas de decir.—Pero ¿no entiendes? No puedo perderlo a él. No puedo perder a Jake. Él es mi vida, es lo más importante para mí.La desesperación se apodera de Ricardo.—Si Edward amenaza con quitártelo, lo destruiré. Te juro que…Coloco un dedo en sus labios, deteniéndolo antes de que termine la frase.—No. No, Ricardo. ¿Por qué contigo todo tiene que ser así, siempre tan extremo? ¿No lo entiendes? Jake es todo lo que él conoce. Para él, Edward es su padre. Si lo aparto de su lado… me odiaría para siempre.El dolor me parte el alma. Estoy atrapada en una encrucijada, incapaz de reconciliar lo que mi mente y mi corazón me piden. Ricardo levanta mi mentón obligándome a mirarlo a los ojos.—Entonces… ¿esta es tu última palabra? ¿Esto es lo que decides?No quiero mirarlo, porque sé que si lo hago, mis labios tembla
CAPÍTULO 132: LA PERDÍRicardoNi las esposas ni los barrotes de la prisión me hacen sentir tan atrapado y preso como el rechazo de Isabella. Sé que hice una locura, sé que si estoy aquí es porque usé mi última carta. Mi último recurso desesperado para evitar que ella se case con ese modelucho, pero no funcionó. Ella está demasiado herida como para perdonarme, el amor que siento por ella no es suficiente.Los policías me meten en la carceleta y cierran la puerta sin decir nada. A los pocos minutos, Fernández aparece en el umbral del pasillo.—¿Cómo se te ocurre hacer eso? —cuestiona en voz baja. Se acerca a los barrotes con el ceño fruncido.—¿Nunca has hecho locuras por amor?—No, nunca he secuestrado a alguien para evitar que se case. Esta vez te pasaste de la raya Ricardo. Voy a ver qué puedo hacer por ti, pero no creo que te libres de esta tan fácil. Hay suficientes pruebas para probar lo que hiciste.—Lo sé, pero ya no me importa —admito con un suspiro pesado. Me siento en el ban
CAPÍTULO 133: LA VERDADLos días que han seguido después de lo que sucedió con Ricardo han sido demasiado confusos y dolorosos. No he salido de la casa, no quiero ver a nadie, pero Edward tampoco quiere verme a mí. Me ha estado evitando. Siento su resentimiento, su dolor, y eso solo aumenta mi culpa.Quiero ser honesta con él, pero cada vez que intento acercarme, el encuentra una excusa para irse. Jake, inocente de todo, sigue jugando alegremente en el jardín, ajeno al caos y las dudas. Solo una vez me preguntó si ya no íbamos a volver a hacer la cena de ensayo, pero ni siquiera supe qué decirle.Hoy es uno de esos días en que siento que ya no puedo esperar más. Sé que tengo que enfrentar esto antes de que sea demasiado tarde. Faltan solo cuatro días para la boda, y la idea de casarme con Edward se vuelve cada vez más difusa y lejana. No puedo hacerlo, no puedo seguir mintiéndome a mí misma y a él.Veo a Jake jugando con los perros y se me forma un nudo en la garganta. No quiero aleja
CAPÍTULO 134: MIEDOEl frío suelo de la sala parece clavarse en mis rodillas, pero el dolor físico es insignificante comparado con el terror que me consume por dentro. Estoy amarrada, arrodillada al lado de Edward, y la presión de las cuerdas en mis muñecas apenas la siento. Todo mi enfoque está en la pistola que Camila sostiene con mano temblorosa, su rostro está deformado por una sonrisa torcida, una locura que ha ido escalando en ella hasta este punto.Edward y yo nos miramos de reojo, la preocupación y el miedo evidente en sus ojos no me tranquilizan. Sé que está tratando de mantenerse fuerte por mí, pero la situación es desesperante. No puedo dejar de pensar en Jake, jugando despreocupado en el jardín trasero. La imagen de su risa inocente se convierte en un puñal en mi corazón cuando me doy cuenta de que todo esto podría cambiar en un instante.—Camila, por favor... —mi voz sale en un susurro entrecortado—. No le hagas daño al niño.Camila se ríe, un sonido agudo y cruel que hac
CAPÍTULO 135: SITUACIÓN CRÍTICAEl frío metal de la pistola presionando contra mi sien es lo único que siento en este momento. Mi cuerpo tiembla, pero no por el miedo a morir, sino por el terror de perderlo todo: a Jake, a Edward... y a Ricardo. Camila está desquiciada, sus ojos reflejan un odio que no parece humano. No hay rastro de la mujer que alguna vez conocí, solo una sombra retorcida por la venganza.—Todo esto es tu culpa, Isabella —susurra con desprecio en mi oído—. Ahora pagarás el precio por arruinar mi vida.Cierro los ojos, esperando lo inevitable. En mi mente, veo la vida que nunca tendré, los momentos que voy a perder. Pienso en Ricardo y lo mucho que lamento no haberle dicho cuánto lo amo. Que deseo estar con él para siempre. Un par de lágrimas recorren mis mejillas.De pronto, un estallido rompe el aire, y el mundo se detiene.El impacto del disparo me hace pensar que ha terminado, que Camila finalmente ha cumplido su amenaza. Sin embargo, no siento dolor, no siento n
CAPÍTULO 136: UNA NOTICIA DEVASTADORALlegamos al hospital y el tiempo parece detenerse. Los minutos se sienten como horas mientras esperamos noticias de Edward. Estoy sentada en una de las sillas, con Jake acurrucado a mi lado, su cabeza descansa en mi regazo. Mis dedos acarician suavemente su cabello, en un intento de calmarlo, y a mí misma.Ricardo se mantiene a mi lado en todo momento. Su mano se aferra a la mía y es lo único además de mi hijo que me mantiene cuerda ahora mismo.De repente, el sonido de pasos apresurados y voces familiares me saca de mis pensamientos. Levanto la cabeza y veo a Becca y Lucía corriendo hacia mí.—¡Isabella! —exclama Becca, y en un instante, me encuentro envuelta en sus brazos. Siento que mi cuerpo finalmente se relaja un poco, y las lágrimas que había estado reteniendo comienzan a fluir de nuevo.—Estoy aquí, todo va a estar bien —me susurra Lucía mientras me abraza también. Sus palabras son reconfortantes.Al separarme, noto que Cristhian también e
CAPÍTULO 137: CONFESIÓNPasamos una noche horrible en el hospital. La policía fue a visitarnos para tomar declaraciones y hablar un poco sobre lo que pasó. La casa de Edward es evidencia policial así que regresar allí no es una opción.A la mañana siguiente todos estamos agotados y adoloridos. Lucía y Becca tienen que regresar a trabajar y Cristhian recibe una llamada y también tiene que irse. No sé qué hacer. Siento que me he perdido demasiados momentos de madre y ahora me siento totalmente perdida con Jake.Ricardo es el único que se mantiene a mi lado.—Creo que deberías venir a casa, conmigo —dice en un tono bajo.Le miro, la verdad es que no tengo voluntad para decir que no. No quiero estar sola ahora y, además, tampoco tengo a dónde más ir.—Está bien, vamos a casa.Los tres subimos al auto de Ricardo y en poco tiempo llegamos a su gran rancho. Jake se emociona al ver el enorme terreno y los animales. No sé en qué momento Ricardo mandó a traer a los perros, pero cuando llegamos,