Pasaron un espectacular fin de semana en su nueva casa, habían estrenado la sala de cine, la cocina, la parte de la alberca privada y por supuesto la cama de su habitación. Se estaban volviendo adictos el uno al otro. Era como si estuvieran en una luna de miel eterna, parecía que no tenían suficiente.— Creo que si nos hubiéramos ido de luna de miel, a alguna parte, no se hubiera parecido en nada a esto.Kaia estaba consciente que ellos no habían comenzado su relación con el pie derecho, no se soportaban desde el primer momento que se vieron en el altar. Pero ahora eran inseparables, ella no podía vivir sin su esposo.— Coincido contigo, ni siquiera hubiéramos dormido en la misma cama, hubiera sido un desperdicio, ahora si deberíamos irnos de luna de miel.Ahora que ella pasara sin ningún otro inconveniente el primer trimestre del embarazo, deberían darse un tiempo para aprovechar e irse de luna de miel, nada se los podía impedir. Las empresas que formaban parte del conglomerado estab
Quien iba a pensar que una mujer tan callada tuviera una mente tan diabólica. Llegando a su casa, Chantal, se deshizo del contenido del envase que le había dado el abuelo. Lavó muy bien el recipiente, lo puso a desinfectar y vació el contenido del suplemento que le habían recetado en la clínica donde llevaba su embarazo.Sin embargo, tal como ella lo veía, nadie se iba a dar cuenta de nada, pero cada suplemento tenía sus ingredientes específicos, no eran para nada iguales los de la clínica que los que había preparado el abuelo. Esa era la gran diferencia y los que se llevaría Vincenzo para Kaia eran la prueba.— Veo que estás tomando el suplemento que te dio el abuelo, espero que te estén sentando bien.Hermes miraba todos los días a su esposa y la veía cada vez más sana. Ya no se levantaba todas las mañanas corriendo al cuarto de baño. Esperaba que fuera a causa de esos suplementos que le había dado el abuelo Alessandro.— Así es, mi amor, si te das cuenta ya no tengo muchos malestar
Los días iban pasando y Kaia empezó a tomar el suplemento que le había llevado Vincenzo, ella desde que estaba embarazada probaba primero un poco de lo que tomaba, no era más que una manía que había desarrollado, su instinto siempre era el de proteger al bebé.— ¿No te gustó el sabor del suplemento? No tienes que tomar una decisión ahora mismo si no te gusta.A Kaia le había parecido un sabor agradable, no era su favorito, pero se lo podía tomar. Aunque haya hecho un gesto desagradable, era mucho mejor el sabor que el anterior. Se podría decir que era pasable, que su paladar lo podía tolerar sin dificultad.— Está bien, solo que voy a empezar a tomarlo de a poco, por lo menos que me dure la mayor parte del día.Se quería adaptar a las nuevas sustancias que contenía el preparado, le gustaría que tuviera un sabor a alguna de las frutas que se le pudiera añadir, así pensaría que se estaba tomando un jugo o una malteada. — Si no te gusta o sientes que te hace daño, no es una obligación q
Kaia abrió los ojos y se encontraba acomodada en el pecho de su esposo, con razón sintió que había dormido sobre nubes de algodón. Estaban así tal cual amanecían, abrazados y con las piernas entrelazadas.De esa manera era que ella se acomodaba para poder dormir bien, el bebé ya estaba creciendo y sin querer Kaia se abrazaba a Vincenzo como si él fuera una reconfortante almohada.— Hola, dormilona, ¿Cómo te sientes? — Dijo Vincenzo tocándole la punta de la nariz.Se veía tan adorable, él no se cansaba de admirarla, estaba loco por su esposa y cada día la amaba más.— Muy bien, no me di cuenta cuando te acostaste a mi lado.— ¿Te fijas que tienes completa autoridad sobre mí? Me llamaste en sueños y no me pude resistir.— Yo soy la que estoy a tu merced, tanto así, que estás en mis sueños.— No sé si tenías una pesadilla, pero vine a comprobar que era lo que pasaba y me llamaste.— Lo siento tanto, te he sacado de tus obligaciones.— Estamos bien, terminé hace media hora.— ¿Qué hora es
Llegaron al conglomerado y muchos se dieron cuenta de que el jefe había regresado muy rápido de su hora de comida, también se dieron cuenta de que a su esposa la sacó en brazos del auto, esos fueron los empleados que estaban en el estacionamiento que se pudieran dar cuenta.— Alonzo, en cuanto llegue el doctor, hazlo pasar al ático.— Desde luego que sí, señor.Alonzo muy atento los había esperado en el estacionamiento, Vincenzo subió al ascensor privado directo al ático, ahí esperarían al doctor. A los pocos minutos de haber acosado a su esposa, le mandó mensaje a Alonzo para que consiguiera algo del agrado de su esposa para que pudiera comer.— ¿Están bien los dos?El docto se había tomado su tiempo, la había examinado y no había encontrado nada extraño, Kaia era una mujer embarazada como cualquier otra en su estado, solo que estaba teniendo una reacciones muy fuertes hacia ciertos aromas. Lo demás estaba en perfectas condiciones. — No hay nada de qué preocuparse, la señora está en
Ya casi han pasado dos semanas y Kaia ha tenido unos días buenos y otros en los que no se ha querido levantar de la cama, Vincenzo ha decidido que todavía no es el momento para que se mudaran a la pequeña mansión, necesitaba estar muy cerca de su esposa, ahora más que nunca.— ¿Amor, te encuentras bien para ir a la oficina?Kaia se encuentra en la cama comiendo unas galletas de avena, que le ha llevado su madre en la semana, con una bebida no tan dulce, con jengibre y limón, que Vincenzo le calentaba, era lo que hasta el momento la ha mantenido más estable.— Estoy bien.Pero su cara decía todo lo contrario, ya se le empezaban a notar unas manchas debajo de los ojos, se notaba algo demacrada y ese aspecto no le estaba gustando para nada a Vincenzo. Su esposa no mostraba un aspecto sano. Tenía que llevarla a que la revisaran.— Ahora se han incrementado los malestares, creo que vamos a ir antes a la consulta, déjame salir de unos asuntos con Alonzo y vamos con la doctora Aileen. Sé que
Vincenzo terminó de hacer la revisión de los documentos y Kaia abrió los ojos, ya se sentía mejor, pero de todos modos necesitaban ir a esa revisión, no estaba de más que se tuviera esa cita con la obstetra, para que los dos estuvieran más tranquilos.— ¿Ya te sientes mejor?— Sí, mucho mejor, voy a cepillarme los dientes, para que nos podamos ir a la consulta.— Estaba a punto de despertarte, tenemos media hora para llegar. Así que tomate el tiempo que necesites.La clínica estaba muy cerca, así que no tenía prisa, estaba pendiente de lo que le pasaba a su esposa, por lo que siempre le decía que dejara la puerta abierta del cuarto de baño.La veía todavía soñolienta, aunque ella le había asegurado que se encontraba mejor, todavía se le veía el cansancio en los ojos y en la forma de caminar casi arrastrando los pies.— Ya estoy lista, siento que dormí mucho, aunque sé que no fue más de media hora, mi cuerpo lo ha sentido así, creo que era lo que me hacía falta.— Buenas tardes, señore
Vincenzo no quería perder el tiempo dándole vueltas en la cabeza a las cosas, cuando tenía una corazonada le gustaba llegar hasta el final, no importa si había consecuencias.— Tuve mucho miedo, mi amor, no quiero que nada le pase a nuestro bebé.Ella en esos momentos deseaba que su madre estuviera ahí, para que la apoyara en esa prueba tan dura, pero no quería preocupar demasiado a los demás, por eso ya no le dijo nada a su esposo.— No les va a pasar nada a los dos, ya escuchaste a la doctora.La ayudó a que se recostara en la cama, lo que le había aplicado la doctora, la había relajado y él esperó hasta que se quedara dormida, lo que ella había comido lo había retenido en el estómago, y esa era una buena señal.Tomó su teléfono y salió al balcón, no quería incomodar a su esposa, por lo que cerró un poco las puertas, esperaba que ella no se despertara. Llamó a una persona que sabía que le iba a dar la información que necesitaba. Pero no quería despertar ninguna sospecha, él iba a ll