La hora de la boda había llegado, se escuchaba todo un revuelo en el jardín de la mansión, aunque solo se había invitado a un grupo selecto, muchos se habían quedado con las ganas de asistir a la gran boda de Vincenzo Leonardi. Todos querían ver los jardines decorados de la mansión para ese evento y desde luego el glamour y la elegancia de la decoración.
Muchas revistas habían ofrecido grandes sumas de dinero para poder estar presente en ese magno evento. Aunque no se sabía nada de la novia, se especulaba que será una belleza, ya que Vincenzo siempre salía como modelos y actrices de renombre, aunque solo se sabía que eran solo amistades. No dejaban de ser mujeres espectaculares.
–El vestido es fabuloso, te dije que sería una maravilla, cuando Dafne me mandó las fotos tenía ganas de llorar y ahora, no sé si me pueda contener en cuanto te lo pongas.
El vestido en realidad rompía con todas las expectativas de Kaia, nunca se hubiera imaginado que fuera hecho a medida, lo miraba en la cama y ella misma estaba fascinada con la delicadeza de cada detalle.
Kaia no quería admitir que el vestido era hermoso, y que precisamente le quedaría a la perfección, miró a su madre y no quería decepcionarla, porque ese vestido jamás se lo vería puesto.
–Está lindo, he visto mejores en los mercadillos a los que he ido en Madrid.
Le quería quitar todo el mérito al vestido, pero a Abigaíl no la podía engañar, sus ojos se abrieron de la impresión cuando entraron a la habitación que Dafne les había asignado.
–Me imagino que sí, hija, pero ahora no estamos en Madrid, entraran los maquilladores, aunque le dije a Dafne, que no era necesario, ella insistió y no pude negarme.
–Tengo todo en la maleta, elegiré algunos tonos que quiero lucir.
Abigaíl notaba el semblante apagado de su hija y sabía que no era para menos, ella se había casado enamorada de Darío, ninguno de los dos tuvo que pasar por algo así, pues se había conocido en la universidad y desde ahí habían iniciado una relación que había perdurado con los años.
–Claro que sí, hija. Si deseas que me retire lo entenderé.
–No, mamá, te quiero a mi lado, no te voy a quitar el gusto de estar este día a mi lado, te amo y perdona si me he comportado de una manera que no debí.
–Perdóname tú a mí, que no pude hacer nada para evitarte esta pena, me gustaría que estuviera ilusionada este día.
Kaia dibujó en sus labios una pequeña sonrisa, pero esta no llego a sus ojos, no podía fingir una alegría que no estaba sintiendo. Su felicidad no estaba en esos momentos en ese lugar.
Entró el equipo de maquilladores y todo el personal que iba a ayudar a la novia, Kaia se resistió por unos instantes y su madre se tensó. Ha llegado el momento.
Sujetando su vestido de novia con ambas manos, Kaia bajaba las escaleras con cuidado de no caer, su velo espeso no dejaba ver absolutamente nada su rostro, pero con la ayuda de su madre terminó de bajar el último escalón. Abajo la esperaba Darío, mirándola con ojos a punto de las lágrimas, tomó el brazo de su padre y caminaron por un camino lleno de pétalos blancos.
–Estás hermosa hija, te amo con todas las fuerzas de mi alma.
La voz de Darío salió como un lamento, estaba viendo lo tensa que estaba su hija, quería en esos momentos decir que todo se cancelaba, pero no sería muy bueno para ninguno de los presentes. Era u hecho que se tenía que realizar.
–Lo sé, papá, yo también te amo.
Ella miró hacia el hombre que la esperaba en el altar, vestía un traje de novio convencional. Camisa blanca, saco y pantalón negro, zapatos negros y un moño negro.
Vincenzo no podía ver el rostro de la novia y cuando su padre la entregó, ella sintió el roce de sus dedos y pretendió quitar la mano, pero Vincenzo no se lo permitió, apretó su palma sobre la de ella. Sintiendo ambos un contacto cálido, se miraron, dos personas que se veían por primera vez. Aunque ella llevara un velo que cubría completamente su rostro.
–Kaia Paidousi, ¿aceptas a este hombre como tu legítimo esposo, en la salud, en la enfermedad, en la prosperidad y en la pobreza, para amarlo, cuidarlo y serle fiel, hasta el final de sus vidas?
Las palabras del sacerdote cayeron sin que nadie respondiera, la novia estaba en total silencio, Vincenzo la tocó con el codo para hacerla reaccionar.
– ¿Cuál es tu respuesta?
Kaia regresó a la realidad, su corazón empezó a martillar en su pecho, no se había dado cuenta cuando se pronunciaron esas palabras, lo miró y después miró al sacerdote.
–Sí, acepto.
De igual manera, el sacerdote le hizo la misma pregunta a Vincenzo.
–Vincenzo Leonardi, ¿aceptas a esta mujer como tu legítima esposa, en la salud, en la enfermedad, en la prosperidad y en la pobreza, para amarla, cuidarla y serle fiel, hasta el final de sus vidas?
–Sí, acepto.
–Puedes besar a la novia.
Como este era un matrimonio pactado, ella no esperaba que el sacerdote pronunciara estas palabras, se tensó cuando Vincenzo, tomó el velo con la punta de sus dedos. Todos los presentes estaban esperando ese momento, él terminó de levantar el velo y se quedaron mirando, una chispa vibró entre ellos.
Vincenzo bajó su cabeza y su aliento pasó por las orejas y las mejillas sonrojadas de Kaia, él tragó saliva aspirando el perfume de su esposa, el aroma que había percibido desde que ella se fue acercando al altar. Haciendo que su nuez de Adán se moviera completamente. No entendía qué le pasaba, pero posó sus labios en los cálidos de ella para un pequeño beso que sellaba el matrimonio.
–Ya puedes volver a respirar.
Los invitados empezaron a aplaudir. Los dos guardaron una distancia normal. La ceremonia había terminado. Nadie sabía quién era la novia y llenos de curiosidad, se acercaron para poder felicitarlos. Hasta que...
Vincenzo estaba enojado por la apariencia de su esposa, de ninguna manera hubiera aceptado casarse con una mujer como ella. Si Raissa no lo hubiera engañado, ahora sería ella su esposa.No podía disimular el disgusto en su rostro, pero ya no podía hacer nada.Los invitados se acercaron a felicitar a los novios, algunos se quedaron estupefactos y ya no quisieron avanzar, la novia era en verdad horrible, espantosa, tenía capas y capas de maquillaje, y usaba unos tonos horrorosos en los ojos, ni qué decir del tono de lápiz labial, estaba todo regado y era muy llamativo.Estaban indignados de como esa mujer terriblemente fea, se había casado con el hombre más guapo de toda Italia, Vincenzo Leonardi era considerado un casanova, que tenía a todas las mujeres hermosas a sus pies y había caído tan bajo al casarse con ese esperpento.–Felicidades para ambos.Algunos solo le dieron la mano a la novia, no se atrevieron a darle un beso en la mejilla. Solo lo hacían como señal de respeto hacia los
Raissa ha hecho que todos hablen de su entrada triunfal, pero obviamente ellos no sabían por qué fue a la fiesta de boda de su exnovio. Subieron al auto de Vincenzo y llegaron a un lugar donde pudieran estar fuera del ojo de los curiosos.Un dejo de malicia apareció en los hermosos ojos de Raissa, se bajaron del auto y ella lo siguió con pasos cortos y ligeros.Pasaron unos minutos y los dos estaban en completo silencio. Ahora Raissa no sabía cómo decirle a Vincenzo, que había cometido un gran error, pues un hijo no estaba en sus planes y menos para el padre del bebé, ahora menos que nunca.–Vincenzo, estoy embarazada.Al corazón de Vincenzo le dio un vuelco del enojo, sintió como si le estuviera cayendo un balde de agua fría, tanto que le había dicho a Raissa que se cuidara, porque esa relación nunca iba a tener futuro, pero por lo visto no le había escuchado, nunca le prestaba la atención debida. –Te dije muy bien que tuvieras cuidado, no creo que mi primo se quiera hacer cargo de
Kaia estaba disfrutando de la noche, no le importaba lo que pasara afuera de la discoteca, el mundo se podía estar cayendo a pedazos, se levantó de su silla dispuesta a bailar, llevando a Fabrizio de la mano hacia la pista.Los dos estaban tan borrachos que no se podían sostener, Kaia se había quejado por largo rato de Vincenzo y juraba que nunca lo iba a reconocer como su esposo, se había ganado su desprecio.–Pero es tu esposo y por algo tus padres te han casado con él.– ¿Acaso estás de su parte?, mira la humillación que me ha hecho pasar, él debe beber una taza de su propio chocolate.–No, no estoy de su parte, no me hagas pensar demasiado, así que sigamos divirtiéndonos, mira de todo lo que se está perdiendo tu esposo.–Es un patán de lo peor, espero que todos se enteren de esto.Cuando Vincenzo llegó a la discoteca, los guardias de seguridad lo estaban esperando afuera. Entra y ve un gran espectáculo, su esposa está a punto de besarse con ese sujeto.Algo lo cegó por completo, n
Kaia miró al atractivo hombre, que respiraba con rapidez, vio cómo se quitaba el saco y luego empezó a desabotonarse la camisa, ella no quería mirar, pero era tan atrayente. Vincenzo se quitó la camisa de una forma elegante y la dejó caer al piso.– Detente – Kaia lo quiso detener.Vincenzo suspiró, él siempre se había considerado un hombre calmado, pero esta vez deseaba tocarla y que ella lo tocara a él.Hoy fue su boda y a pesar de no sentir nada por su esposa, el que se haya salido de la casa a una discoteca con otro hombre, eso equivalía a desafiarlo por completo. Vincenzo tomó la barbilla de Kaia y levantó su pequeño rostro, bajó la cabeza y le dio un beso, mordiéndole los labios.Eso había sido tan sensual, le agradó la sensación que sintió en sus labios. Al tenerla a su merced. Pasó su enorme mano por las costillas de su esposa, y la apretó un poco, sintiendo coma respiraba con dificultad.Ella cerró los ojos, aunque intentaba resistirse, esa era mucha tentación, se le escapó u
Vincenzo tenía un dolor de cabeza terrible. Fue al despacho y empezó a hojear unos documentos que le había dejado su padre. Eran los documentos de la propiedad conjunta de Darío Paidousi. No sabía si era correcto, pero ya se había casado con esa mujer que no había visto nunca. Firmó las hojas sin tanto enredo, eso parecía que se estaban aprovechando mutuamente.Suena el teléfono de Vincenzo y ve que es su madre, tiene que contestar, de lo contrario le puede ir peor.–Hola, madre.– ¿Cómo es posible que hayas hecho eso, Vincenzo? Él seguía en el despacho trabajando en proyectos que tenía que atender en esos días, nada lo detenía, era su pasatiempo favorito y no dejaría que su primo se lo arrebatara como todo lo que le había quitado.–No ha pasado nada, mamá, ya estoy de regreso en casa.–No es justo que tu padre se haya cansado en decirte, que esa relación con Raissa no es la correcta, sabes el peligro que está corriendo tu puesto en el conglomerado.–Pásamelo por favor, esta vez me
Vincenzo, después de pensarlo por la noche, decidió que no se iba a arriesgar a ser visto de nuevo con Raissa y mucho menos en lo que pretendía hacer. No quería malos entendidos, ni con sus padres, ni con su esposa.Kaia lo miraba esperando que le dijera que era eso que tenía que hacer por él.–Raissa está embarazada y me ha pedido ayuda para deshacerse de su hijo y le he dicho que sí.– ¿Qué quieres decir con eso? Quieres que te acompañe con tu amante, eso no tiene sentido, si el bebé es tuyo, debiste hacerte cargo antes de casarte conmigo.Kaia sintió una tremenda ola de resentimiento en su interior, aunque ella no tenía ningún sentimiento hacia Vincenzo, no le parecía nada agradable que le pidiera que lo acompañara con su amante a que se practicara un aborto. Jamás esperó que fuera eso lo que le iba a pedir.–Entiendo que no has escuchado nada de lo que te he dicho. El bebé no es mío.Le tuvo que decir para que entendiera que no tenía nada que ver con Raissa, él no era el padre del
Kaia salió del hospital, apretó los dientes con furia, se detuvo y miró a todos lados. No sabía dónde se encontraba, de seguro no había ningún taxi cerca. Se dio cuenta de que uno de los guardias de seguridad de Vincenzo, se le acercó. Ella no se había percatado que esos hombres los habían seguido.–Señora Leonardi, sígame por favor.La condujo hacia donde se encontraba una de las camionetas, y le abrió la puerta trasera. Ella entró y se sentó con fastidio, mejor no hubiera venido a acompañar a Vincenzo. Todo lo había arruinado esa horrenda mujer. –Necesito que me lleve de regreso a la casa.Dijo, pero no obtuvo ninguna respuesta, nadie se encontraba en la silla del conductor, intentó abrir la puerta y se dio cuenta que estaba cerrada con seguro desde afuera. Era imposible abrir.Eso le pasaba por haber confiado en los hombres de su esposo, ahora no podía salir de la camioneta para ir en busca de un transporte. Sacó su móvil para entretenerse en lo que su esposito salía del hospital.
Los acontecimientos estaban tomando un giro inesperado, que Kaia no se hubiera imaginado ni siquiera en unos años. Aturdida, Kaia miró el rostro de Vincenzo, que no se había inmutado para nada. Se encontraban en una muy incómoda situación.Él estaba aceptando las palabras de su padre y solo había pasado un día desde que se habían casado, cómo era posible que se sintiera presionado por Maximus. –Eso no estaba en el trato, tú ni siquiera sabes cuál es mi color favorito o mi bebida favorita.– ¿Tú crees que eso le interesa a mi padre? Eso es lo de menos, quiere un heredero, no saber cómo combinas tu ropa.–No me refiero a eso y bien lo sabes, nosotros somos un par de desconocidos y además no me agradas.–Ayer bien que te agradó tocar mi cuerpo.Kaia se sonrojó por completo, ella se había deleitado con tocar su musculoso cuerpo, pero eso se debió al consumo de alcohol. No era como si lo hubiera manoseado, él la incitó a que lo tocara.–No puedes acusarme de algo que no hice en mi sano ju