Kaia estaba disfrutando de la noche, no le importaba lo que pasara afuera de la discoteca, el mundo se podía estar cayendo a pedazos, se levantó de su silla dispuesta a bailar, llevando a Fabrizio de la mano hacia la pista.Los dos estaban tan borrachos que no se podían sostener, Kaia se había quejado por largo rato de Vincenzo y juraba que nunca lo iba a reconocer como su esposo, se había ganado su desprecio.–Pero es tu esposo y por algo tus padres te han casado con él.– ¿Acaso estás de su parte?, mira la humillación que me ha hecho pasar, él debe beber una taza de su propio chocolate.–No, no estoy de su parte, no me hagas pensar demasiado, así que sigamos divirtiéndonos, mira de todo lo que se está perdiendo tu esposo.–Es un patán de lo peor, espero que todos se enteren de esto.Cuando Vincenzo llegó a la discoteca, los guardias de seguridad lo estaban esperando afuera. Entra y ve un gran espectáculo, su esposa está a punto de besarse con ese sujeto.Algo lo cegó por completo, n
Kaia miró al atractivo hombre, que respiraba con rapidez, vio cómo se quitaba el saco y luego empezó a desabotonarse la camisa, ella no quería mirar, pero era tan atrayente. Vincenzo se quitó la camisa de una forma elegante y la dejó caer al piso.– Detente – Kaia lo quiso detener.Vincenzo suspiró, él siempre se había considerado un hombre calmado, pero esta vez deseaba tocarla y que ella lo tocara a él.Hoy fue su boda y a pesar de no sentir nada por su esposa, el que se haya salido de la casa a una discoteca con otro hombre, eso equivalía a desafiarlo por completo. Vincenzo tomó la barbilla de Kaia y levantó su pequeño rostro, bajó la cabeza y le dio un beso, mordiéndole los labios.Eso había sido tan sensual, le agradó la sensación que sintió en sus labios. Al tenerla a su merced. Pasó su enorme mano por las costillas de su esposa, y la apretó un poco, sintiendo coma respiraba con dificultad.Ella cerró los ojos, aunque intentaba resistirse, esa era mucha tentación, se le escapó u
Vincenzo tenía un dolor de cabeza terrible. Fue al despacho y empezó a hojear unos documentos que le había dejado su padre. Eran los documentos de la propiedad conjunta de Darío Paidousi. No sabía si era correcto, pero ya se había casado con esa mujer que no había visto nunca. Firmó las hojas sin tanto enredo, eso parecía que se estaban aprovechando mutuamente.Suena el teléfono de Vincenzo y ve que es su madre, tiene que contestar, de lo contrario le puede ir peor.–Hola, madre.– ¿Cómo es posible que hayas hecho eso, Vincenzo? Él seguía en el despacho trabajando en proyectos que tenía que atender en esos días, nada lo detenía, era su pasatiempo favorito y no dejaría que su primo se lo arrebatara como todo lo que le había quitado.–No ha pasado nada, mamá, ya estoy de regreso en casa.–No es justo que tu padre se haya cansado en decirte, que esa relación con Raissa no es la correcta, sabes el peligro que está corriendo tu puesto en el conglomerado.–Pásamelo por favor, esta vez me
Vincenzo, después de pensarlo por la noche, decidió que no se iba a arriesgar a ser visto de nuevo con Raissa y mucho menos en lo que pretendía hacer. No quería malos entendidos, ni con sus padres, ni con su esposa.Kaia lo miraba esperando que le dijera que era eso que tenía que hacer por él.–Raissa está embarazada y me ha pedido ayuda para deshacerse de su hijo y le he dicho que sí.– ¿Qué quieres decir con eso? Quieres que te acompañe con tu amante, eso no tiene sentido, si el bebé es tuyo, debiste hacerte cargo antes de casarte conmigo.Kaia sintió una tremenda ola de resentimiento en su interior, aunque ella no tenía ningún sentimiento hacia Vincenzo, no le parecía nada agradable que le pidiera que lo acompañara con su amante a que se practicara un aborto. Jamás esperó que fuera eso lo que le iba a pedir.–Entiendo que no has escuchado nada de lo que te he dicho. El bebé no es mío.Le tuvo que decir para que entendiera que no tenía nada que ver con Raissa, él no era el padre del
Kaia salió del hospital, apretó los dientes con furia, se detuvo y miró a todos lados. No sabía dónde se encontraba, de seguro no había ningún taxi cerca. Se dio cuenta de que uno de los guardias de seguridad de Vincenzo, se le acercó. Ella no se había percatado que esos hombres los habían seguido.–Señora Leonardi, sígame por favor.La condujo hacia donde se encontraba una de las camionetas, y le abrió la puerta trasera. Ella entró y se sentó con fastidio, mejor no hubiera venido a acompañar a Vincenzo. Todo lo había arruinado esa horrenda mujer. –Necesito que me lleve de regreso a la casa.Dijo, pero no obtuvo ninguna respuesta, nadie se encontraba en la silla del conductor, intentó abrir la puerta y se dio cuenta que estaba cerrada con seguro desde afuera. Era imposible abrir.Eso le pasaba por haber confiado en los hombres de su esposo, ahora no podía salir de la camioneta para ir en busca de un transporte. Sacó su móvil para entretenerse en lo que su esposito salía del hospital.
Los acontecimientos estaban tomando un giro inesperado, que Kaia no se hubiera imaginado ni siquiera en unos años. Aturdida, Kaia miró el rostro de Vincenzo, que no se había inmutado para nada. Se encontraban en una muy incómoda situación.Él estaba aceptando las palabras de su padre y solo había pasado un día desde que se habían casado, cómo era posible que se sintiera presionado por Maximus. –Eso no estaba en el trato, tú ni siquiera sabes cuál es mi color favorito o mi bebida favorita.– ¿Tú crees que eso le interesa a mi padre? Eso es lo de menos, quiere un heredero, no saber cómo combinas tu ropa.–No me refiero a eso y bien lo sabes, nosotros somos un par de desconocidos y además no me agradas.–Ayer bien que te agradó tocar mi cuerpo.Kaia se sonrojó por completo, ella se había deleitado con tocar su musculoso cuerpo, pero eso se debió al consumo de alcohol. No era como si lo hubiera manoseado, él la incitó a que lo tocara.–No puedes acusarme de algo que no hice en mi sano ju
La llevaron a la casa de Fabrizio y tal como había dicho Vincenzo, estaba en su mejor sueño de la resaca, se acercó a la ventana y con un ruido seco, abrió las cortinas, el sol le dio de lleno en la cara a Fabrizio.–Que alguien cierre esas cortinas, por favor.Dijo Fabrizio como en una agonía, la cabeza le iba a estallar.–Levántate por favor, yo estoy en un gran aprieto y tú como si fueran las seis de la mañana.– ¿Qué haces aquí? No quiero que el loco de tu esposo venga por mí y ahora sí me lleve a dar un paseo.–Me había imaginado que anoche habían hecho eso, pero me ha confesado que ni siquiera te han tocado un pelo, así que levántate y vamos para que te tomes una taza de café.–Puedes traerlo a la habitación, me duele la cabeza y todo el cuerpo, no seas mala, amiga, hazlo por los años que llevábamos de conocernos.–Muy bien, pero quiero que me ayudes en esto que te voy a contar.Mientras, en el hospital, Raissa era llevada a la habitación que le habían asignado, por un momento l
Vincenzo terminó de bañarse, no se molestaría en convencer a su esposa de que durmiera en la cama, ella se perdía de dormir en ella. Tiene total libertad de dormir donde mejor le parezca.Kaia escuchó el sonido de la puerta al cerrarse y esperó hasta que escuchó la respiración de Vincenzo y comprobó que ya se había dormido. Se levantó del sofá y fue a baño a lavarse la cara.– ¿Por qué no duermes en la cama? Ese sofá no se ve muy cómodo.Se sorprendió al ver a Vincenzo sentado en el sofá cuando salió del baño pensando en no despertarlo, al parecer no se había dormido, la había engañado de nuevo. –Lo pasaremos mal si duermo esta noche en la cama.Se levantó del sofá y tomó una toalla para secarle las gotas de agua que todavía le escurrían por la cara. Kaia estaba estupefacta, la mirada de Vincenzo era como si la traspasara, se quedó hipnotizada viendo el hermoso color de sus ojos.–No deberías cubrir ese hermoso rostro con ese maquillaje, no entiendo por qué lo haces.Terminó de secar