El tiempo pasó volando y cuando se dio cuenta Kaia, ya era hora de salir para la casa de sus padres. Antes tendría que pasar a la pastelería favorita de su madre, le quería dar una sorpresa.— ¿Ya estás lista?— Ya lo estoy, no quiero hacer esperar a mi madre.— Nos vemos en la mansión.Vincenzo se acercó a su esposa y la tomó de la cintura, aunque no se quería separar de ella, tenía mucho trabajo que atender, pero para la siguiente no la dejaría ir sola. Bajó su cabeza y se entregaron a un apasionado beso. Vincenzo no tenía suficiente cada vez que la besaba. Kaia fue besada hasta que pensó que su cabeza estaba hecha un desastre.— Para que no me olvides — Le dijo él con voz acaramelada.— Eso es imposible.A pesar de que no se habían confesado su amor aún, parecía que las palabras sobraban, por lo menos se trataban con mucho respeto y cariño, cuando llegara el momento de confesarlo lo harían sin ninguna restricción. Porque a pesar de llevar muy poco tiempo, un sentimiento ya había cr
La mente de Vincenzo estaba dando vueltas al querer descubrir quién había amenazado a su esposa. Miró con impotencia a su alrededor y apretó los dientes, lleno de ira.— Pidan todas las grabaciones de todas las cámaras, esos hombres tienen que estar en algún lugar y si no se encuentran, tienen que dar con ellos.Los demás guardaespaldas se quedaron con Vincenzo mientras los cuatro se apresuraron a ir a buscar lo que les habían ordenado. Debían llegar con una respuesta, su jefe en esos momentos estaba contenido, tuvieron que haber reaccionado antes de que él les pidiera eso.— Discúlpame por no creer en lo que me decías, ahora sé que es necesario tener a alguien cuidándonos.Su esposa estaba temblando mucho, en esos momentos a ella no le quedaban fuerzas en las piernas, había resistido mucho cuando esos hombres la tenían amenazada.— Pero de todos modos esos sujetos pudieron llegar a ti, mis hombres no pudieron prever lo del embotellamiento. Temí por tu vida.— Yo igual, pensé que le i
Hermes tenía que decirles también todo lo que había sucedido, que Vincenzo y sus hombres habían llegado al lugar. Que se habían dado cuenta de la amenaza, de la que fue víctima su esposa. No le quedaba de otra.— Pero tengo otra cosa que decirles, Vincenzo y sus hombres llegaron al lugar, él no permite que ella salga sin seguridad.— ¿Entonces se enteró de todo?Dasha estaba muy preocupada, su primo era implacable y daría con esos sujetos, movería cielo y tierra hasta hallarlos y castigarlos, y por lo consiguiente a ellos también si los descubría.— Así es, aunque ella no se opuso, esos hombres hicieron bien su trabajo.Notaban demasiado calmado a Hermes, como si la presencia de Vincenzo en ese centro comercial no le hubiera importado.— ¿Pero ella no los puede reconocer?Aitana también temía por su seguridad, esos hombres podían ser identificados.— De seguro miraron todas las grabaciones A esta hora Vincenzo ya debe saber quiénes son.— Hermano, te dije que esa forma era la menos vi
Cuando salieron del cuarto de baño, Kaia traía otro aspecto, sus ojos estaban brillantes y se venía tocando el estómago. Aunque ya había sacado todo lo que tenía en el estómago, sentía todavía una opresión.— Eso es muy natural, tendrás días en los que no quieras comer nada y otros en los que te vas a querer comer el mundo. Pero las náuseas a lo mejor no desaparecen del todo.— En estos momentos no deseo comer nada, solo me quiero acostar.— Claro que sí, mi amor, tu habitación está tal cual como la dejaste.— Gracias mamá. Tengo muchas cosas que preguntarte, por eso hemos venido también hoy.— Dime que es lo que se te antoja comer, pediré que te lo traigan.Kaia le dijo a Vincenzo lo que en esos momentos pensaba que le podía caer bien y así fue, retomaron la comida, alejando por completo lo que le había causado ese feo malestar.— ¿Mamá, es muy doloroso dar a luz?— Hija, cada mujer tiene síntomas, malestares y hasta un parto diferente, no te voy a mentir, cuando tú naciste me dolió,
Con el nuevo plan en mente, al día siguiente Regina se dispuso a ir a visitar a Vincenzo, directamente al conglomerado, a ella todo el mundo la conocía, por lo que no fue necesario anunciarla, ella no era un cliente para agendar una cita. Ella era la salvadora del presidente del conglomerado.— Señorita, Regina, es un gusto tenerla de nuevo aquí.Las alarmas de Alonzo se encendieron, después de haberse enterado del atentado contra la señora Kaia, tenía especial cuidado en quienes se acercaban a ella. Y esta mujer era muy problemática. Nadie le había avisado de su presencia, y eso equivalía a que muchos temían por sus empleos, si llegaban a incomodar a una visitante como ella.— Hola, Alonzo, he venido a ver a Vincenzo, tengo muchas cosas que hablar con él.— Él en estos momentos no se encuentra, señorita Regina.Veía la actitud de esa mujer, siempre llegando a los lugares como queriendo ordenar todo.— No importa Alonzo, lo voy a esperar en su oficina.— Un momento, por favor.La únic
Regina no entendía por qué la trataba de esa forma, no estaba acostumbrada a ese trato, ella no tenía que anunciarse, así había sido siempre. Le había salvado la vida, tenía que estarle agradecido.— ¿Por qué me tengo que anunciar? ¿Acaso ya se te olvidó quién soy?Ella se valía de eso, que por haberle salvado la vida, pensaba que él le tenía que estar agradeciendo siempre que la veía. Él no había sido ningún desagradecido, pero eso había pasado mucho tiempo atrás.— Sé quién eres, Regina, pero no siempre se va a hacer tu voluntad, esta es mi oficina y quien quiera entrar a ella tiene que ser anunciado, veo que has entrado sin mi autorización. Así que te pido que te salgas y cuando esté desocupado, mi asistente te puede avisar.A Alonzo le daba mucha pena no haber podido evitar todo eso, esa mujer apenas le había dado tiempo de asimilar su presencia, cuando ya estaba irrumpiendo en la oficina de presidencia.— Con todo gusto la acompaño, señorita Regina.Ella se iba a resistir, no era
Vincenzo no quería saber nada más de Regina por el día de hoy, así que Alonzo la acompañó a salir de la oficina y ella ni siquiera se despidió, iba muy pensativa en cómo habían resultado las cosas. Pero había logrado su objetivo y ya conoció a la esposa de Vincenzo. Esa mujer era lo opuesto a todo lo que le habían contado.Aunque ella había hecho todo lo que se propuso, tendría que sugerir un cambio en el plan de Dasha, pensando en eso miró de frente y salió del conglomerado y se decidió a buscar un taxi. Alonzo pensó que ella era una mujer muy obstinada y que de seguro iba a volver a querer causar problemas.— Espero que no te haya hecho sentir mal, no sabía que ella se encontraba en Roma, de lo contrario hubiera estado más atento. — Le dijo Vincenzo a Kaia. Ya estaba teniendo suficiente de las personas que se querían acercar a su esposa, ella no les había hecho nada para que llegaran directamente a molestarla. Tuvo una corazonada y su curiosidad estaba aguijoneándolo.— La verdad
Hermes salía con su esposa de a clínica de fertilización, ya sabían que la del problema era Chantal, así que habían iniciado con un nuevo tratamiento. Y las últimas pruebas que le habían hecho eran favorecedoras. Las sospechas que habían tenido, solo quedaron en eso, en sospechas.— Estoy muy feliz mi amor, dentro de poco ya estaré embarazada.Después de una falsa sospecha, ahora si estaban seguros que, tanto esfuerzo iba a dar resultados, ella ahora pensaba que sería tomada en cuanta, ya que llevaría en el vientre al próximo heredero de la familia Leonardi.— Yo también estoy feliz, así ya estaré un paso delante de Vincenzo.Casi podía brincar de la felicidad, ahora sería el más poderoso de su familia, había esperado demasiado para verse triunfador. Ese bebé era un as bajo la manga.— El abuelo Alessandro tendría que haberte puesto a ti en la presidencia o a mi suegro.— Ahora que le digamos al abuelo del bebé, lo voy a empezar a presionar, no es justo que Vincenzo sea el presidente