Michael.Mientras miraba al maldito de Dylan, deposité a mi esposa en el suelo, sabía por el móvil que el idiota de Davis tenía en la mano, que nos había hecho una foto o un video. Así que por los años de rivalidad que teníamos los dos, y conociendo como conocía a la defensora a ultranza de las causas injustas que era mi esposa, hice lo único que podía hacer en este momento, mientras agarraba con una mano el brazo de Elena para que permaneciera a mi lado y no dijera nada, miré a los ojos a Dylan con todo el reto de años en mi retina, era como dos pistoleros del oeste, antes de enfrentarnos en un duelo, un OK Corral moderno. Cogí mi móvil y llamé al jefe de escolta de Elena, apartar mi mirada.- “Brandon, la señora Cazorla baja ahora mismo por el ascensor.”- sentí como mi mujer se removía a mi lado enfada, y comenzaba a quejarse.- “Yo de aquí no me muevo, y menos te dejo solo con esta rata altanera”- decía, pero yo sin soltarla y sin quitar ojo de ese despojo de la sociedad, ni le hic
Narrador.Dakota llegó al hotel donde había quedado, con la persona que le había enviado la foto, en donde se veía a su Mike siéndole infiel a su esposa con su secretaria. Mientras subía en el ascensor hacia la habitación donde estaba citada, se sentía realmente furiosa, haría lo que fuera por vengarse de esa maldita advenediza de secretaria.En su fuero interno, arrebatarle a Mike a su esposa, a una mujer que por lo menos era bella, aunque no perteneciera a la clase social de los Powell y los Allen, lo veía como algo que la sociedad de su entorno aceptaría. Otra cosa era que ese ser feo, sin clase, casado y mayor, hiciera que su adorado Mike perdiera el norte de esa manera. Que tanto la señora Powell, como ella, fueran desechadas por algo así, eso era algo que no se lo podía permitir.La ira volvió a ahogarla mientras caminaba por el pasillo en dirección a la habitación novecientos quince. Cuando estuvo delante de la habitación, le extraño que la puerta estuviera entreabierta, pero p
Elena.- “¿Se pude saber en qué demonios estás pensando estúpida Aramis?, y eso que tú eres la ecuánime, ¡maldito playboy manipulador!”- me quejé mientras regresaba a mi suite del hotel.En mi retina aún estaba la cara de mi esposo, cuando tras entregarnos a la pasión, y pasar otras de esa noches, en esa limusina, que deberían estar entre los anales, de la mejores escenas sexuales de la historia que se centran en la seducción masculina, me di cuenta, en medio de esa fiebre delirante, que de nuevo ese maldito había hecho lo mejor que sabía hacer para salirse con la suya, seducirme.Así tras recriminar al CEO, por ser celoso, manipulador, no hablar conmigo sobre Dylan Davis, sobre todo haberme dejado toda una noche y parte de una día preocupada por él, cuando me había prometido que vendría mí, para luego aparecerme totalmente golpeado, y alguna que otra recriminación menor, lo único que recibí de respuesta fue la siguiente frase, que vino acompañada de una sonrisa irónica.- “¡Esto no e
Elena. - “No te olvides llamarme cuando, llegues y recuerda que, si alguna vez decides denunciar, yo estaré de tu lado.”- le dije a Dakota Allen, mientras me despedía de ella, antes de que dos de mis escoltas la llevaran al aeropuerto.Para ella era urgente regresar, no deseaba permanecer en Nueva Zelanda ni un minuto más. Después de la noche que permanecí cuidándola, se mostró mucho más tranquila, y le hice prometer que cuando regresara pediría ayuda psicológica.- “Gracias, señora…”- la interrumpí con la mirada, varias veces en la noche le dije que me llamara por mi nombre. - “perdón Elena, pero no creo que denuncie. En mi mundo las apariencias lo son todo, si denunció, yo también me vería perjudicada, y no deseo que esto se sepa. Cuando llegue, te llamaré, y por favor guárdame el secreto.”- la vi adentrarse en el ascensor, aunque aún miraba a los escoltas con aprensión, ellos mantenían la distancia como Brandon les había advertido¡, hasta dejarla en el avión, rumbo a Los Ángeles.
Elena.Me dirigía al apartamento que tenía Michael en Nueva York, tras aterrizar en el aeropuerto JFK.La verdad que el hecho de no tener que fingir quien era me había liberado de muchas cosas, podía mostrar abiertamente el afecto hacia mi marido, o poner en su sitio a las pesadas Adoradoras cuando se hacían ilusiones. Pero por otro lado nos habíamos convertido en el centro de atención, y salíamos en la prensa por cada maldita cosa que hacíamos, así que nada más aterrizar, mi marido fue solicitado por la junta, y tuvo que volar a España, casi de manera inmediata.Me ofrecí acompañarlo, pero él me dijo que como sabía las ganas que tenía de ver a mis amigas, y como él regresaría al día siguiente, mejor me quedara, y disfrutara la tarde con las dos mosqueteras.No había entrado al apartamento cuando mi teléfono sonó con el tono de emergencias del 112. Algo grave pasaba.- “Acabo de llegar ¿podéis esperar a que deje mis maletas? ¿no?, ¿dónde está Emy? no la veo en la llamada”-les dije a l
Elena.-” Tienes que hacerte la prueba, Arianna lo tiene confirmado, sólo quedas tú. Yo no puedo hasta dentro de tres días o cuatro, que es cuando se supone que tendría retraso. Así que decídete ya.”- le dije a Miriam, llevamos ya veinticuatro horas en Tenerife, cada vez que volvíamos a nuestra isla era como si nos renováramos.A Miriam le costó más llegar porque venía desde Seattle, y no había vuelos directos, en cambio si los había desde New York a Canarias.Arianna nos había hablado de cómo se enteró de que habíamos sido engañadas, e incluso como se lo habían tomado sus hermanos, que durante varios días cada vez que la llamaban, o hacían la videollamada diaria, la encontraban llorando. Marcus, el hermano adolescente de Arianna, había amenazado con romperle la cara su adorado cuñado, pensando que la estaba tratando mal.- “¿Por qué insistes tanto?, lo haré después de comer, esta noche, y mientras esperamos los resultados, salimos a la terraza para respirar, y calmarnos.”- sugirió Mi
Elena.- “No entiendo ¿por qué tengo que acompañaros a la revisión ginecológico, yo no estoy…?”- intente callarme a tiempo, no podía afirmar y negar nada.Pero como siempre nada se le escapaba a la bruja de Dogos.- “Déjate de estupideces huir de la realidad no va a hacer que desaparezcas, así camina delante de mí, ahora mismo, no sé qué ha pasado con la Elena ecuánime, planificadora, con lo pies en la tierra, eso era algo más típico de mí.”- puse los ojos en blanco y empujé la puerta que daba entrada a la clínica donde estaba la consulta, de nada me servía discutir con ellas, cuando tenían razón, tenían razón.Hacía ya tres semanas que habíamos regresado de Tenerife, donde las tres parejas, junto con Jason y Emy, nos habíamos pasado unas semanas de vacaciones disfrutando del sol, de la playa, y de la comida de mi tierra. Me encantó llevar a Michael a mis lugares favoritos de la isla, como era El parque Nacional del Teide, o las maravillosas playas sur de la isla, también lo llevé a n
Elena.- “Desde luego Brandon March, sabes que esto se puede considerar acoso. Sólo voy a ir a esa tienda a elegir algunos regalos para el baby-party de Emy, podríais dejarme respirar digo yo, ni el presidente de la nación está mejor protegido, ¡Por Dios!”- me quejé mientras caminábamos por el centro comercial y yo prácticamente iba rodeada de escoltas, la gente nos miraba, pensando que yo era una famosa.- “Los siento señora Powell, sabe que son…”- lo interrumpí repitiéndole la frase que llevábamos escuchando las mosqueteras y yo, últimamente, cada vez que nos quejábamos de la sobreprotección que estábamos sufriendo, desde el secuestro de Miriam.- “Ordenes desde la junta de accionistas”- dije imitando su voz grave.Brandon continúo mirándome sin inmutarse, ignorando mi reacción infantil, ya sabía yo lo que eso significaba, no me iba a salir con la mía bajo ningún concepto.Y si esto era así ahora, cuando el playboy supiera que iba a ser padre, querría meterme en una urna de cristal,