Por supuesto que todo aquello me sorprendió, sobre todo ver a papá con tan buen aspecto en esa silla. No sabía que pensar pero peor ¿qué estaba pensando Ensuan? ¿Qué le mentí, que fue una falsa alarma, o que Antonio había exagerado todo? Este disfrutaba tanto nuestra llegada que no podía cerrar la boca sin provocar una amplia sonrisa, como yo, sabía que Antonio lo notaba pero era natural que la llegada de la pequeña Graciela causara en mi cuñado ese efecto así como en mi padre y mi hermano, cosa que no podía decir de mamá y tampoco de María que sufría mucho quizás todavía.
Caisella, Lorena y Michaella me acapararon con sus pícaras miradas y comentarios, me abrazaron y besaron repetidas veces, extrañaba nuestras charlas sobre temas trivi
Vanda fue muy amable en ayudarme con Graciela y guiarme al comedor donde desayunaría. En cuanto Yvonne salió supe que no la tendría de vuelta rápido, así que apuré el paso para tener todo listo. Aproveché de hablar con mamá y preguntarle cómo estaba todo, era algo tarde allá pero igual respondió, en esta casa la señal era buenísima. No sólo a mí se me iban los ojos, a Graciela también, todo olía muy bien, a pesar de lo sencillo era todo muy de lujo, los pisos brillaban, los techos eran altos, la luz entraba a placer junto con la brisa refrescante. Los cuadros eran paisajes, las cerámicas Capo Di Monti o Jadró, imágenes religiosas, jarras, campesinas, ceniceros, alfombras entre marrones y doradas y repito...un olor peculiar que Yvonne había empacado con ella tras irse a buscarme. La cama hab&iac
-¿No tienes calor papá?-Negó con la cabeza con una sonrisa de oreja a oreja. El sol ya se imponía en lo alto del cielo azul, despejado,sin ninguna nube para obstaculizar su avasallante calor. A pesar de todo esto Graciela jugaba incansable con todo lo que ellos en tan pocas horas habían comprado para ella. Después de la escena con una María de Lourdes reclamando mi ausencia y ahora mi presencia, me fui directo al comedor y con papá llevábamos dos horas hablando de las cosas que hacía está coqueta niña, también le hablé de Isabel, lo hice con el mayor de los cariños y la admiración, la extrañaba, a todo Betel lo extrañaba y podía apostar que a papá le encantaría estar allá. Claro que esta casa, estas tierras no se comparaban en tamaño u opulencia con Betel, pero alá hab&iacu
-¿Limongi?-Sí, es el apellido de papá, ¿no sabías?Me sentí avergonzado, cuando me casé con su hermana sólo me importaba su nombre, su edad, como hacer para llevarla a casa, me conformé con Yvonne Teixeira, nunca busqué su pasaporte, ni el acta de matrimonio, ni el árbol genealógico, no actué como ella que siempre le interesó el mío, pues entonces nombre de mi esposa...-Aquí es al contrario, llevan el apellido de la madre primero ¿o pueden escoger?-No, llevamos el apellido de las madres, después de todo venimos de ellas. –Respondió con gran soltura sosteniendo una puerta de vidrio con el nombre
No podía ocultar que estaba nerviosa. Decidí regresar a casa de inmediato. Graciela, mi pequeña Graciela no era una amenaza para nadie en la Madeira de la casa grande, entre los Teixeira y mucho menos para que se mantuviera el matrimonio de mi hermana, su continuidad matrimonial o la herencia sanguínea que estos pudieran desear dejar. Mi hija era sólo eso: la niña feliz de Betel, la amiga de Catalina, Irene y Georgina, la que Leo y Liborio cuidaban y consentían. ¡Era la hija de Ensuan! Y la nieta de una celosa abuela.-No tienes por qué preocuparte de esa manera, no quise alterarte, sólo dejar claro que mi vida no ha sido fácil junto a tu hermana-¿Y qué culpa podemos tener nosotros?-¿Uste
Mentía. Sus pestañas rizadas, sus cejas pobladas, la onda de su cabello y su naricita bonita decían que mentía. Que ese Antonio algo más le dijo y ella le dijo a él, se bajó cuando vio que veníamos y ella no pudo detenerlo, aunque no quisiera detenerlo pero si necesitara una explicación. Pero a fin de cuentas ella mentía. Quizás él no mentiría.Después que vi a Graciela, conversé con mi suegro y tomé mi copa de vino portugués, de Madeira, cerquita de ahí pisando esas uvas. Fui al comedor guiado por mi cuñado que lucía cansado, con la misma ropa del día y una copa también. Y digo que él no mentiría, a Antonio me refiero, porque cuando Yvonne apareció con el cabello mojado, sólo máscara en las pesta&ntil
–¿Dónde vas Antonio? –Lo detuve cuando ya había abierto la puerta.–A mi casa.–Pensé que te quedarías a dormir aquí.–Pues...no.–¿Por qué? María te necesita.–Que venga conmigo.Traté de retenerlo por el brazo cuando giró para salir pero no se detuvo.–Antonio.–Nos vemos mañana en las tierras, llámame.Se fue y me dejó ah&iacut
Entró de un golpe y permaneció contra la puerta. Yo ya terminaba de arreglarme para bajar, Vanda había venido por Graciela hacía veinte minutos y la niña encantada se fue, tenían mucha afinidad.–¿Y bien? –No dejé de verla, había vestido una braga de algodón color turquesa corta y sus piernas, unos de sus buenos atributos parecían estacas moldeadas y bronceadas, además que sus mejillas esa mañana lucían coloradas y algo más rellenitas, quizás el clima de Europa le sentaba muy bien a mi esposa. –¿qué quería tu mamá?–¿Mi...mamá?Traía una expresión de desconcierto o más bien de incredulidad.
–Pase por aquí por favor señor Joao–Le pedí saliendo del comedor, Graciela caminaba muy cerquita de mí y casi de mí y casi de inmediato apareció Vanda y se la llevó a jugar.–Me encantaría quedarme más tiempo Yvonne–Dijo galante dedicándome una mirada cautivadora. –verte ha sido algo muy bueno.Muy cerca venía mamá escuchando todo atentamente, no había nada que ocultar caminamos rumbo a la entrada.–A mí también me dio mucho gusto verlo y poder ayudar, no he venido a eso pero es mi deber ayudar a papá.–Tu llegada aquí es parte de arreglar los asuntos de la empresa. –Lo