Entre comidas

Algún ruido de afuera me despertó, era sábado y no tenía apuro en madrugar, desde que Graciela naciera le dedicaba gran parte de los fines de semana. Como estaba me asomé a la puerta y vi a dos de las mujeres de mi vida. La madre vestía aún su bata corta de dormir con otra encima abierta, los cabellos alborotados y los ojos chinos de dormir, durante la noche no se acercó a mí, las diferencias habían marcado distancia. La otra, aún con su pijama rosada fresca de ositos, comía con las manos unos pedazos de melón y miraba las expresiones simpáticas de su madre. Fui por una franela t salí con eso y el bóxer, de inmediato ambas me miraron, Graciela mostró sus dientitos afilados y extendió las manos.

-Hola preciosa, te has quedado otra vez a dormir afuera-La saqué de su silla para bebé y la besé en las mejillas, ambas frescas y rosadas-¿cómo te fue con la abuela? –haciendo sonidos tomó mi barba y la haló.

-Parece que le fue muy bien-Respondió por ella Yvonne lavando algo en el fregadero- no quería venir conmigo esta mañana.

-No te sentí salir de la cama.

Mantuve a Graciela en los brazos y la miré a ella de espaldas, después de tener a la niña su cuerpo había mejorado, sus caderas y glúteos se reafirmaron sin contar que no dejaba de hacer ejercicios.

-Estabas rendido-Con la bebé aún en brazos fui a darle un beso de buenos días, la traje por la cintura y besé su sien derecha-tu mamá irá al pueblo hoy, creo que iré a llevarla, bueno creemos-le hizo una mueca a Graciela con la nariz y la niña rió.

-Tengan cuidado. –Regresé a Graciela a su silla y yo mismo le di un pedazo de su melón-¿ya comiste?

-No te esperaba-Dejó lo que hacía y se volvió al mesón-¿con que quieres tus arepas?

Después de desayunar fui a vestirme. Todo el rato se lo dedicamos en mimos a Graciela, nuestra oportunidad había pasado la noche anterior y no la habíamos aprovechado.

-Yo regreso temprano-Le dije cuando salía, ella me miró de arriba abajo, también se había cambiado y estaba con Graciela afuera acariciando a Pata la perra tipo Golden que Liborio trajera ya hacía un año.

-Está bien-Se colocó la mano tipo visera-te esperamos.

Me acerqué para besarla y lo hice, en los labios pero no la boca como yo quería porque ella se alejó, ¿qué la tenía molesta? ¿el tema del doctor, el no viaje a Madeira o que yo no le haya hecho el amor anoche?

Antes de alejarme en la moto como siempre toqué corneta y ella con Graciela en brazos dijo adiós.

-Dile adiós a papi-La escuché decir eso, me gustó, imaginar a Graciela cuando dentro de poco dijera "adiós papi, el proceso infantil era encantador, desde el momento en que te miran y te reconocen como su padre y protector hasta cuando te abrazan sin saber si quiera que hacer.

Después de su nacimiento Yvonne comenzó a cuidarse pero lo cierto era que me encantaría tener un varón y que Graciela gozara con un hermanito, quizás esta noche pudiera proponérselo, problemas para hacerlo no teníamos, entre ella y yo la pasión sobraba. Si me lo hubiesen contado hace tres años definitivamente hubiese reído, pero sentir sus manos sobre mi cuerpo, sus ojos fijos en los míos era lo único que necesitaba, me completaba y transformaba en un hombre posesivo que quería todo para él.

El día en el campo transcurrió con normalidad, en cuanto Leo o Liborio se iban cerraban el portón y nadie más tenía acceso, por la parte de atrás se colocó una cerca alta y el garaje o cobertizo que ahí estaba se desmanteló, no había manera de entrar a Betel tan fácilmente.

En la casa de mamá sonaba la televisión y en la mía todo estaba en silencio, cuando entré Yvonne se cubrió la boca con el índice en señal de silencio, eso quería decir que Graciela dormía.

-Acaba de dormirse-Me informó y terminó de colocar un par de vasos sobre la mesa, la comida ya estaba ahí y olía muy bien-Cociné bisteck ¿te apetece? ensalada y arroz.

-Huele bien-Primero me lavé las manos y fui al cuarto de Graciela, dormía boca abajo a placer-¿llegó cansada?

-Muy cansada. -Rió-disfrutó el paseo y las compras, había un caballito de donde no quería bajar.

En este tiempo junto a ella había aprendido algo de portugués y sobre todo el lenguaje de sus movimientos, quería que todo pareciera normal pero no, algo la incomodaba.

-¿Y donde fueron? –Le seguí el diálogo tomando asiento en la silla frente a mi comida.

-A la tienda de hilos, Isabel quiere tejerle un abrigo más grande a Graciela.

-¿Te sientas? –Le señalé el lugar de su plato y tomó asiento frente a mí.

-¿Y tú, cómo te fue?

-Bien-Comenzamos a comer igual- me tardé un poco porque Liborio estaba solo-la miré. Llevaba una cebolla como moño, sus mejillas maquilladas y su boca también-¿te gustaría ver una película más tarde?

-Sí, claro-Hizo un gesto corto de sonrisa. Tomé de mi jugo para pasar los bocados.

-Estaba pensando Yvonne...-Me prestó atención, sus ojos marrones se fijaron ahora sí directamente en mí-¿no te gustaría interrumpir las pastillas? –si noté como se sacudió sorprendida-ya Graciela pronto cumplirá los dos años y no sabemos qué tan rápido sea esta vez el proceso de que quedes embarazada.

-La última vez fue muy rápido-Tomó ahora también de su jugo.

-Sí, pero la última vez fue como la explosión de un volcán, la aparición de un iceberg –Rió de mis metáforas pero aún no estaba convencida, lo cierto era que yo no mentía, eso había sido el amor para nosotros cuando nos encontramos por primera vez-¿no fue así?

-No me rio porque dude de lo que dices-Arregló esas hebras que se escapaban detrás de su oreja izquierda, después me miró subjetiva, no sé si lo hacía con la intención de excitarme pero eso era lo que había conseguido-sin embargo Ensuan, creo que es algo pronto.

-¿Tu crees? –Agudicé mi mirada y ella entreabrió los labios.

-Graciela apenas tiene dos años, todavía no disfruta de todo su espacio y tener otro significaría perderle un poco la atención.

-Tiene atención de sobra-No solté su mirada-pero que sea cuando tu quieras-continué con el siguiente bocado-yo lo decía sólo porque así crecerían sin mucha diferencia de edad, yo nunca tuve hermanos y me hicieron falta-no dejaba de verme mientras yo masticaba, ella también comía pero muy lentamente-tú tienes dos hermanos ¿Cuánto se llevan?

-Fernando es seis años mayor que yo y María de Lourdes siete años menor.

-Ah, con razón estas a favor de esperar, algo así como si Graciela pudiera ser de apoyo de su hermano-Me encogí de hombros y en tres bocados terminé mi plato.

-No es exactamente lo que quiero para mi familia-Dijo por fin determinada.

-¿Y qué quieres?

-Sé que la intención es poblar betel de niños y...

-¡No vuelvas con eso! –Me levanté y golpee la mesa gritando sin recordar que Graciela dormía-no tienes que pensar que es la misión que viniste a cumplir a Betel.

-¡No grites! –Me exigió entre dientes y fue hasta el cuarto de Graciela pero esta no se había despertado-estábamos hablando Ensuan no gritando.

-Es que...

-¿Es que...?-Colocó ambas manos sobre la mesa y me enfrentó-si no fuera así no te pondrías como te pones.

-Me pongo así porque siempre piensas que yo te estoy usando para mis sueños de tener esa familia numerosa y no porque...porque si quiero tener otro hijo, un varón- Le hablé bajito en mi extremo de la mesa-pero no sé puede hablar de tener hijos como de criar caballos, que vengan cuando sea-lancé mi servilleta sobre la mesa y le di la espalda.

-Ya hace tres meses dejé las pastillas-Dijo y me congeló, sus ojos temblaban hasta humedecerse, me fui acercando entre rabioso y apenado.

-¿Qué dijiste? –Esta vez si no me miraba a los ojos, los mantuvo bajos y cristalizados –Yvonne...-le tomé el brazo para queme mirara.

-Eso que escuchaste ya hace tres meses no me cuido y no he quedado.

-¿Por qué no me dijiste?

-Porque no lo planee, simplemente se acabaron un sábado y no las tomé el domingo y estuvimos juntos y luego lo olvidé y después quise pensar que era una señal para que no las tomara otra vez y entonces mi regla y...he vuelto a verla dos veces más.

-Son tres meses ¿por qué no me comentaste? –Apretaba la boca pero sus ojos no pudieron contener unas lágrimas.

-Por esto, por lo que acabas de decir de que deseas un varón, preferí dejar que pensaras que era la pastilla la que impedía que eso pasara y no que tal vez...

-Tal vez...

-Tal vez no pueda darte otro hijo.

-¡Por Dios no digas tonterías Yvonne! –Me alejé de ella.

-María lleva dos perdidas en un año, quizás como tú dices Graciela se debe al descorche de esta botella añejada, pero...

-No sigas Yvonne-La interrumpí molesto, no me importaba si podía o no darme ese varón o lo que fuese-yo quiero tener una familia contigo Yvonne, de cuatro de cinco de un bebé.

-No hablas en serio, se lo que deseas llenarte de hijos sin pensar en el costo humano o monetario.

-Si esa impresión te he dado lo siento-Creo que mi esposa a pesar de lo feliz que yo creía que era vivía atemorizada por un deber, me alejé de ella rascando mi barba y mi cabeza, ¿acaso yo daba esa impresión seguido estando con ella?

-Hace tres semanas le dijiste al papá de Catalina que lo admirabas por como criaba a sus cuatro hijos.

-Sólo lo elogié Yvonne. Es cierto, son una familia muy unida.

-Y numerosa. –Se limpió de golpe las lágrimas- no mientas Ensuan, piensas en el número.

Sé lo que dije y como lo dije, sé también que a veces le hablo a Graciela de tener hermanos y era momento de reconocer que eso ponía nerviosa a mi esposa después de tres meses de no cuidarse. Ella seguía en el comedor y aun hablando bajito re tesé mis pasos a ella.

-Soy el culpable-Le dije lo más dulce que pude-te has sentido presionada pensando en quedar embarazada y por Dios que no quiero imaginar las veces que hemos hecho el amor y tú has perseguido ese propósito-di en el clavo y eso la mantenía en guardia-o las veces que has odiado tu período pero Yvonne tomémoslo con calma- Ya la tenía frente a mí, mirándome, sus ojos hechos agua pero dura.

-Estoy de acuerdo con eso de que lo tomemos con calma-Pasó junto a mí y se alejó a cualquier lugar, otra comida arruinada.

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