Dorothy le ofreció una toalla para limpiarse, tela que aprovecho para limpiarse la lengua, incluso eso tenía mejor sabor que la cosa amarga que le había dado por té. —Esta muy amargo para mí—protesto sin darse cuenta del error que estaba cometiendo hasta después de haber pronunciado esas palabras. Podía ser que ella lo detestara, pero si a Mila le gustaba, ella debia tomárselo quisiera o no. —Espera—le dijo a Dorothy cuando pretendía llevarse el brebaje nuevamente al carrito para devolverlo a la cocina, creyendo que tal vez el error lo había cometido la cocinera, ya que aquel té necesitaba una preparación especial o de lo contrario su sabor sería no solamente amargo, sino que tendría una consistencia babosa y poco apetecible— dejalo aquí, solo endulzalo un poco más. Dorothy miro a Emily algo desconcertada, era la primera vez que Mila le pedía algo parecido. Ella era bastante caprichosa, por lo que si ella rechazaba algo, con ello implicaba que no volvería a verlo o en este caso
—Si eso crees, entonces cenaré aquí, pero ¿Y si él viene o algo parecido?—cuestiono Emily pensando en los posibles escenarios a suceder. El padre de John parecía ser un hombre atrevido e impredecible, por lo que cabía la posibilidad de que fuera en su búsqueda al no estar John presente. —Si lo prefieres, puedes cerrar la puerta con seguro para mayor seguridad— dijo para tranquilidad de Emily, sabia cuan pesado podía ser su padre sobre todo con mujeres jóvenes y Mila no solamente era bella y encantadora, sino que solía complacerlo en todo lo que él le pidiera. Por supuesto él no tenía pruebas de nada, pero más le valía tener precaución con Emily, quien era una mujer y una persona ajena a su vida y la vida que Mila había llevado mientras estaba viva. —Si lo consideras necesario, lo haré— le aseguró Emily y para tranquilidad suya, era eso perfectamente lo que deseaba hacer, sobre todo por lo que sabia respecto a ese hombre. John sonrió ligeramente, gesto que Emily instintivamente
Luego de llevar el carrito de comida a su lugar, bajo a la primera planta y se fue directamente a su habitación, un triste espacio de seis metros por cinco, en el que apenas cabían un par de muebles ademas de su cama. Ahi, segura de que nadie la escucharía llamo al número privado de la señora Alessandra. —¿Diga?— contesto ella de mala gana, realmente odiaba los informes tan largos de Dorothy, pero era la única forma en que podía enterarse de lo que hacía su hija, ademas esa tarde había recibido la llamada del inepto de su hijastro si es que se le podía decir así. Realmente le había sorprendido que ese estúpido llamara para quejarse de Mila, quien al menos hasta ese momento no le había dado ningún problema respecto a sus pagos, tenía curiosidad por verificar ese asunto, pero a la vez cierto recelo de que fuera cierto. —Disculpe la hora, señora— comenzó Dorothy con cierta alegría, la verdad era que disfrutaba hablar sobre todo lo que Mila hacía, era como un hobby para ella, espiarla y
—Por supuesto que no— vocifero Alessandra con un poco de tos, debido a que había hablado mientras intentaba meter humo a sus pulmones, para encontrar un poco de paz en esa acción— pero hablar con ella no servirá de nada, lo mejor sería demostrarle que podemos atacar cuando nosotros queramos y ella no podrá hacer nada a menos que nuestro acuerdo siga en pie. —Me gusta lo que dices— sonrió George complacido con lo que escuchaba, sabia que Alessandra no era precisamente una mujer ordinaria y mucho menos cobarde o débil. Ella era el tipo de mujer que le gustaban, astuta, inteligente y audaz, de esa forma él no necesitaba mover un solo dedo para seguir disfrutando de la buena vida— dime más, mi cielo. Alessandra sonrío extasiada por la forma en que George había pronunciado esas palabras, su forma de hablar cuando estaban a solas era tan seductora para ella que no dudo ni un segundo en subirse a sus piernas, cosa que no tomo desprevenido a George. —Estaba pensando en envenenarlo— dijo
Una vez tomada la decisión, salió de la habitación, cuidando qué nadie la viera salir, mirando a su izquierda y a su derecha. El pasillo estaba oscuro, por lo que avanzó confiada en que su plan funcionaria y así fue, pudo llegar a salvo a la oficina de Mila sin qué nadie la viera entrar para tomar el lápiz qué necesitaba. Su plan era tomar un lápiz, el cual había visto en alguna parte entre todo el desorden, se sentó sobre la silla detrás del escritorio y busco sin mucha prisa, creyendo qué mientras no encendiera más que la pequeña luz del escritorio, nadie se enteraria qué ella estaba ahí, pero lo que ella no sabia es que Mila no era la única persona que tenía una copia de la llave de su oficina. John Lennox Padre tenía una copia de aquella habitación y justo mientras Emily buscaba un lápiz, él se hizo presente, no porque la hubiese visto llegar, sino porque ese lugar siempre había sido su lugar de encuentro. Mientras Emily buscaba con cuidado de no hacer el menor ruido, no se p
—Quiso propasarse conmigo, pero le di su merecido— admitió Emily con una sonrisa nerviosa, es decir, esperaba que John se molestara por ello, pero no parecía estar ni sorprendido ni alterado por ello. —Me alegra saberlo— dijo mientras se quitaba la chaqueta de su traje y acortaba la distancia que había entre los dos para colocarla sobre sus hombros y brindarle un poco de calor— hace frío, será mejor que regreses a la cama. Hubo un extraño e incómodo silencio mientras ambos volvían a la recámara principal, Emily se cuestionó a sí misma las palabras de John, incluso le parecio que tal vez él ya sabia lo de Mila y su padre y por ello estaba renuente a estar con el pequeño Jacob y tal vez por ello prefería que ella tampoco se acercara al niño, tal vez para no recordarle la traición de Mila y su padre. Al llegar a esa conclusión, Emily suspiro y miro a John por el rabillo del ojo, caminaba delante de ella a tan solo un paso, pero tal y como lo había visto antes, él estaba bastante tranq
—Buenos días, señora. ¿Durmió bien?—cuestiono Dorothy esta vez sin el carrito de servicio, pero con los tres conjuntos a elegir para ese día. Emily estiró los brazos e instintivamente miro hacia el ventanal, el sol brillaba por su ausencia y en vez de eso se escuchaban truenos qué provenían de la nubes cargadas de agua y estática. —Qué hermoso clima ¿No?—musito Emily quejándose del mal tiempo, cosa que le pareció muy apropiado decir ahora que conocía un poco más a Mila. —Un grandioso día si pretende no salir—respondió Dorothy levantando el primer conjunto, esta vez se trataba de un pantalón azul y una blusa de manga larga de color negra semitransparente, además de un suéter del mismo color qué hacía juego, pero Emily no lo sintió del todo cómodo para ponérselo en un día de lluvia como ese. Negó con la cabeza rechazando la opción mientras se levantaba de la cama para tomar la bata fina de Mila y taparse un poco la espalda. —Necesito algo más abrigador, la casa es demasiado frí
Cuando se alejaron uno del otro, Emily sonrió extasiada al ver la expresión enfadada del padre de John, era como ver a un adolescente enfadado por ver a su ex en manos de otro hombre. Era lo que se merecía, no solo por romper el corazón de Mila, sino también por lo que le había hecho a ella la noche anterior. Como si un estúpido beso fuese a solucionarlo todo y Mila fuese a cambiar de opinión ¿Quién diablos se creía? John se sentó a su lado, mientras qué su padre se sentó frente a la mujer que él pensaba que era Mila. En su mente, John Lennox pensaba que Mila estaba muy enfadada con él y por esa razón permitía qué su hijo la besara, para castigarlo y darle un poco de su propia medicina porque ella estaba enamorada de él hasta el punto de abandonar a su propio hijo por él. En su mente enferma, él esperaba que fuese la misma Mila quien fuese detrás de él, tras lo que le había hecho la noche anterior. —Buenos días, querida Mila—la saludo aquel hombre despreciable mientras colocaba una