Su mente lo había estado traicionando los últimos meses, de ahí la molestia qué sentía respecto al comportamiento de su padre. Ya qué él, no lo visitaba a él, sino a Mila. No era extraño verlos caminar juntos por los pasillos de la casa, tomando el té o reír juntos en el comedor, pero toda aquella alegría siempre terminaba cuando John hacía acto de presencia. —No quise molestarte—se excusó su padre con una sonrisa relajada mientras caminaba rumbo a la cuna donde el pequeño Jacob dormía. Lo observó tratando de buscar algo que su retorcida mente tanto anhelaba, quería despertarlo y cargarlo para hacer una inspección más profunda, pero ni Mila ni John se lo iban a permitir. —Quería ver al pequeño John—dijo intuyendo qué el nombre del niño era ese, ya que en su familia, desde que tenía memoria, todos los primogénito eran nombrados con el nombre de John. —Su nombre no es John—le rectifico a su padre ocasionando qué él se girará en su dirección con expresión confundida. —¿De qué
—Solo no lo hagas—suspiró y se alejó de la cuna—pero por ahora necesito un favor. —Por supuesto—respondió Emily y John coloco su mano sobre su espalda para sacarla del sitio, por supuesto, por instinto, ella intentó resistirse, no quería dejar solo al niño, pero como si hubiese llamado a la nana, ella hizo acto de presencia después de darse cuenta de que había más de una voz en la habitación del bebé. Luego de verla, Emily se resignó a seguir a John, esta vez al tercer piso, un lugar igual de precioso que el piso inferior, pero con la diferencia de que no vio a ningún empleado merodeando por la zona, así que supuso que ese lugar tenía que estar prohibido para la servidumbre. Emily mantuvo su distancia siguiendo la gallarda figura de John hasta un par de puertas altas y de finos grabados. —Adelante— la invito abriendo una de las puertas, las cuales mantenía sin ningún tipo de seguridad. Eso desconcertó un poco a Emily teniendo en cuenta que Mila era mucho más precavida que él.
Emily alzó la mirada y recordó todo lo que tuvo que dejar por esa absurda aventura que cada vez estaba volviéndose un poco más riesgosa. Había dejado su vida por una verdad y ahora ya no podía volver atrás. —Tiene hasta el día de mañana— informo John algo ansioso— me gustaría darte más tiempo, pero el plazo que Mila dio a los inversionistas es pasado mañana, así que si no empiezo a realizar los pagos que Mila prometió, tendré muchos problemas sobre el umbral de mi puerta. Emily asintió entendiendo que el destino de aquel hombre y el hijo de Mila recaía únicamente en ella, pero estaba asustada y temía involucrarse en algo aún peor, pero no podía dejar de pensar en las fotografías que había encontrado en la oficina de Mila. ¿Por qué las tendría de no estar ligada a ella? Posteriormente, se levantó y se retiró en silencio, logrando soltar un suspiro una vez que cerro la puerta de la oficina de John. Era claro que estaba en graves problemas y esa frustración le causo un dolor de migr
Luego de comprar su café, se topó con una sala de emergencias llena, lo cual era inusual en ese hospital, había visto demasiada gente mientras trataba de llegar a su puesto, pero lo que le había llamado la atención había sido una persona en concreto, un hombre que iba vestido con un traje oscuro, gafas oscuras y guantes, era como ver a un agente del servicio secreto, cosa que le parecio bastante curioso y extraño al mismo tiempo. Aquel hombre había estado hablando con el anestesiólogo al menos unos cinco minutos, mientras Emily caminaba en su dirección, ya que para poder llegar a su lugar, debia cruzar ese mismo pasillo, pero tuvo que ignorar la presencia de aquella persona debido a que le protocolo de emergencia había sido activado. Una embarazada llegaba en estado inconsciente y era trasladada al quirófano para su inmediata atención, solo que Emily no debia rolar turno en emergencia, por lo que quiso seguir su camino hasta que su jefa le llamo la atención y le ordeno ayudar, puesto
Dorothy le ofreció una toalla para limpiarse, tela que aprovecho para limpiarse la lengua, incluso eso tenía mejor sabor que la cosa amarga que le había dado por té. —Esta muy amargo para mí—protesto sin darse cuenta del error que estaba cometiendo hasta después de haber pronunciado esas palabras. Podía ser que ella lo detestara, pero si a Mila le gustaba, ella debia tomárselo quisiera o no. —Espera—le dijo a Dorothy cuando pretendía llevarse el brebaje nuevamente al carrito para devolverlo a la cocina, creyendo que tal vez el error lo había cometido la cocinera, ya que aquel té necesitaba una preparación especial o de lo contrario su sabor sería no solamente amargo, sino que tendría una consistencia babosa y poco apetecible— dejalo aquí, solo endulzalo un poco más. Dorothy miro a Emily algo desconcertada, era la primera vez que Mila le pedía algo parecido. Ella era bastante caprichosa, por lo que si ella rechazaba algo, con ello implicaba que no volvería a verlo o en este caso
—Si eso crees, entonces cenaré aquí, pero ¿Y si él viene o algo parecido?—cuestiono Emily pensando en los posibles escenarios a suceder. El padre de John parecía ser un hombre atrevido e impredecible, por lo que cabía la posibilidad de que fuera en su búsqueda al no estar John presente. —Si lo prefieres, puedes cerrar la puerta con seguro para mayor seguridad— dijo para tranquilidad de Emily, sabia cuan pesado podía ser su padre sobre todo con mujeres jóvenes y Mila no solamente era bella y encantadora, sino que solía complacerlo en todo lo que él le pidiera. Por supuesto él no tenía pruebas de nada, pero más le valía tener precaución con Emily, quien era una mujer y una persona ajena a su vida y la vida que Mila había llevado mientras estaba viva. —Si lo consideras necesario, lo haré— le aseguró Emily y para tranquilidad suya, era eso perfectamente lo que deseaba hacer, sobre todo por lo que sabia respecto a ese hombre. John sonrió ligeramente, gesto que Emily instintivamente
Luego de llevar el carrito de comida a su lugar, bajo a la primera planta y se fue directamente a su habitación, un triste espacio de seis metros por cinco, en el que apenas cabían un par de muebles ademas de su cama. Ahi, segura de que nadie la escucharía llamo al número privado de la señora Alessandra. —¿Diga?— contesto ella de mala gana, realmente odiaba los informes tan largos de Dorothy, pero era la única forma en que podía enterarse de lo que hacía su hija, ademas esa tarde había recibido la llamada del inepto de su hijastro si es que se le podía decir así. Realmente le había sorprendido que ese estúpido llamara para quejarse de Mila, quien al menos hasta ese momento no le había dado ningún problema respecto a sus pagos, tenía curiosidad por verificar ese asunto, pero a la vez cierto recelo de que fuera cierto. —Disculpe la hora, señora— comenzó Dorothy con cierta alegría, la verdad era que disfrutaba hablar sobre todo lo que Mila hacía, era como un hobby para ella, espiarla y
—Por supuesto que no— vocifero Alessandra con un poco de tos, debido a que había hablado mientras intentaba meter humo a sus pulmones, para encontrar un poco de paz en esa acción— pero hablar con ella no servirá de nada, lo mejor sería demostrarle que podemos atacar cuando nosotros queramos y ella no podrá hacer nada a menos que nuestro acuerdo siga en pie. —Me gusta lo que dices— sonrió George complacido con lo que escuchaba, sabia que Alessandra no era precisamente una mujer ordinaria y mucho menos cobarde o débil. Ella era el tipo de mujer que le gustaban, astuta, inteligente y audaz, de esa forma él no necesitaba mover un solo dedo para seguir disfrutando de la buena vida— dime más, mi cielo. Alessandra sonrío extasiada por la forma en que George había pronunciado esas palabras, su forma de hablar cuando estaban a solas era tan seductora para ella que no dudo ni un segundo en subirse a sus piernas, cosa que no tomo desprevenido a George. —Estaba pensando en envenenarlo— dijo