- Aixa vistete con ropa decente porque iremos a cenar fuera de casa porque mi primo Daniel te quiere conocer.
- ¿Es necesario que vayamos a otro lugar Leonardo? yo bien puedo cocinar aquí-. Respondió Aixa, y es que a ella le da pena ir porque es la primera vez que saldrán juntos y teme que los nervios le jueguen una mala pasada.
- Dije que saldremos, así es que no me contradigas y haz lo que te ordeno.
- Está bien gruñón-. Respondió la chica y salió corriendo para su habitación antes de que él le dijera algún insulto por contradecirlo.
Leonardo se quedó de pie en la sala viendo como corría, seguramente huyendo de él y por primera vez se le formó una sonrisa al ver a su esposa malcriada.
Una hora después Leonardo fue a tocar la puerta de la habitación de la chica porque ya era hora de irse y ella no ha bajado aún.
- ¿Y ahora qué quieres? me has despertado de mi sueño. Preguntó Aixa aún sin abrir la puerta.
- ¿Cómo que estás durm
- Lo lamento si te sientes así y créeme que te entiendo. Pero recuerda que a mí también me han obligado a estar con una desconocida y eso para mí no es para nada agradable. Si tú estás de acuerdo podemos hacer que las cosas cambien entre nosotros y llevarnos bien por mientras se da el traspaso de los bienes. - Pero eso me lo dijiste hace unos días atrás y al final siempre saliste con ignorarme y ser el mismo arrogante que se molesta con sólo de verme en esta casa. - Vamos ya no llores y llama a mi abuelo, te prometo que esta vez si cumpliré. Aixa tomó el teléfono móvil que le dio Leonardo y habló con el señor Bustamante, al terminar de hablar le regresó el teléfono a su dueño y esperó a que este se fuera a su habitación, pero Leonardo no se fue sino que se acostó a su lado y la atrajo hacia él para abrazarla y asi se quedaron dormidos. - Hoy no prepares el desayuno, te llevaré a desayunar afuera y luego nos vamos para donde mi abuelo.
Aixa no se percató de que había quedado un trozo de leña con una parte salida de la chimenea y a medida que se iba quemando este se movió y cayó al suelo de madera provocando que minutos después comenzara a tomar fuego, por fortuna Aixa se despertó a tiempo y al ver lo que estaba ocurriendo, comenzó a clamar por ayuda pero alli en ese lugar nadie le ayudaría porque no estaba poblado. - Dios ayudame, no permitas que muera en este lugar. Ayuda, alguien me escucha, vengan a ayudarme. Fueron las últimas palabras de clamor apenas audibles que mencionó la joven Aixa. El humo ya le estaba haciendo efecto a la pobre chica e hizo que se desmayara sin tener la oportunidad de escapar a tiempo. Leonardo se fue a su casa después de dejar a Aixa en la cabaña, iba muy enojado y no paraba de maldecir a su esposa por haberse atrevido a rasguñar a su preciada madre. Por la mañana se fue a traerla antes de irse para la empresa y la tendría que amenazar c
- Señores me llevaré a la muchacha para la ciudad a que reciba atención médica porque aunque se ve que no tiene señales de quemadura alguna, pero sus pulmones pueden estar dañados por el humo que debió haber inhalado-. Dijo Leonardo a los señores cuando salió de la pequeña habitación luego de asegurarse que efectivamente es su esposa la chica que ellos han rescatado. - Si muchacho llévatela, gracias a Dios que te envió a este pueblo para que la ayudes-. Dijeron los señores agradecidos, pues ellos no sabrían que hacer si a la chica se le complicaba su salud. - En unos días vendré de nuevo a visitarles y les traeré noticias sobre la joven-. Dijo Leonardo, pues tiene planeado volver y traerles alguna recompensa por haberle salvado la vida a su esposa. - Que Dios les acompañe buen hombre-. Respondieron los señores. Leonardo se marchó con su esposa en brazos, pues ella aún está dormida por los remedios para relajarse que le dio la anciana. La subió
- ¿Que no se supone que tu esposo es millonario y por ende puede comprarte cuantos celulares quieras por mientras tú no tengas un empleo? Preguntó su hermano con fastidio. - Sí hermano eso lo sé, pero lo que pasa es que yo le pedí que hasta la próxima semana me lo comprara porque yo ya tenía planeado venir a pasar estos días con mi abuelo antes de que se vaya a internar al centro médico. Respondió Aixa. - Bueno entonces al rato te llevaré a que elijas uno, porque no es bueno que estés sin comunicarte con el abuelo. - Está bien hermano y gracias por seguirme consintiendo aunque esta ya no sea tu responsabilidad. - Mi hermanita del alma, tú siempre serás una de mis prioridades en la vida aunque ya estés casada, no lo olvides. - Te lo agradezco Aldair. - Prométeme que vas a continuar con tu estudio, para que cuando ya tengas una carrera seas una mujer independiente que no le anda pidiendo al marido hasta para comprar un lá
- ¿Y tú qué haces aquí?Preguntó Aixa al ver que era la misma chica que hace unos días le llegó a reclamar aduciendo que era la novia de Leonardo.- Pues aquí viviré porque mi novio así me lo pidió-. Respondió Marcela.- ¿Novio? Jajaja ya es hora que aceptes que lo has perdido y que ahora Leonardo es mío-. Dijo Aixa, pues según ella esos son puros inventos de Marcela.- Lo que ella te ha dicho es la verdad Aixa, a partir de hoy ella va a vivir aquí conmigo como mi mujer y tú en esta relación no serás más que una intrusa-.Dijo Leonardo y Aixa se sorprendió cuando él habló porque ni siquiera lo había visto, ella pensó que Marcela había llegado sola y entrado con una llave que anteriormente le había dado Leonardo.- Dijiste que ibas a cambiar Leonardo, y ahora me sales con lo mismo-. Dijo Aixa con mucha tristeza y decepción.- Tu crees que un hombre como yo va aguantar estar con una simple pobretona como tú, ya ubícate muchachita y desp
Hoy es el cumpleaños del padre de Leonardo, y su abuelo les llamó para decirle que a partir de las siete de la noche los quiere en la casa para agradecer por un año más de vida de su primer hijo. - Aixa debes de estar lista para las seis y veinte minutos de la tarde, por favor no te atrases, porque si yo vengo y aún no estás preparada entonces te quedarás porque ya sabes que yo no perderé el tiempo por estar esperándote-. Dijo Leonardo dirigiéndole la palabra a Aixa por primera vez en muchos días. - Como tú digas-. Respondió Aixa, y se preocupó porque entonces hoy deberá de pedir permiso en la casa donde trabaja para llegar temprano y vestirse. Por otro lado, la persona que el señor Miguel Bustamante contrató para los cuidados del abuelo de Aixa después de que Aldair se marchó; le comunicó a Don Miguel que el señor se está poniendo bastante mal, peor que cómo ha estado reaccionando estos días atrás. - ¿Será que debo de decirle a la pequeña Aix
- Leonardo, el abuelo de esa pobre chica está agonizando. Por favor apiadate de ella y llévala, haz de cuenta que soy yo el que está por morir y seas tú el que está en la situación que por ahora ella está. - Está bien abuelo ahorita voy-. Dijo Leonardo sintiendo empatía por su esposa y se fue tras ella para llevarla. - Aixa espera yo te llevaré-. Gritó Leonardo cuando la alcanzó. - No necesitas hacerlo Leonardo, puedes quedarte en la fiesta y yo me iré sola-. Dijo Aixa al borde del llanto. - Ya te dije que yo te voy a llevar, espérame aquí. Yo iré a traer el auto. Aixa detuvo su andar y se quedó esperando a que el regresara, total le costará encontrar un taxi en esta enorme villa, mientras que yéndose con Leonardo llegará más rápido. - Vamos, sube-. Ordenó Leonardo. - Gracias por traerme-. Dijo Aixa ya cuando iban de camino. - Aixa siento mucho lo de tu abuelo. - Tú no sientes nada porque no tienes sentimientos
- Bueno pero como tú fuiste claro al decirme que yo tenía que comprar mi propia comida, entonces no tuve otra opción que salir a buscar trabajo. Y aunque me costó pero al final encontré y también lo perdí por tu culpa cuando me pasó el incidente de la cabaña, pero ahorita ya tengo otro y gracias a Dios la jefa es muy buena y me dio permiso por dos semanas por el duelo de mi abuelo-. Respondió Aixa cuando Leonardo le dijo que ella no debería de estar trabajando sino que merecía estar en casa y ser tratada como la reina que es. - Cuánto lo lamento haberte ido a dejar a la cabaña, te juro que me asusté cuando la vi en llamas pero luego cuando te encontré mi felicidad volvió. - A ti lo que te daba miedo era el remordimiento de conciencia que te iba a quedar porque tú eres el culpable si me hubiese muerto. - La verdad sí, era eso más que todo. Pero como te comentaba anteriormente, yo pensé que eras otra clase de persona. Estaban platicando