7 de julio de 2018, Denver.
Soy Eirikr, soy el hijo de un mafioso de la familia en De y esta es mi historia.
Se escuchan como trotes de cientos de equinos, pero en realidad es el tropel de algunos miembros de la mafia que gobierna Lakewood. Eiríkr corre tan rápido como le permiten sus piernas, sintiéndose fatigado con cada avance que da.
—¡Detente, maldito hijo de papi! —grita Jacovy Mangione, quien parece ser la cabecilla de esa banda de criminales.
—¡Jódete maldito mafioso de quinta! —le responde Eirikr sonando cansado de tanto correr.
Eiríkr ignora el resto de insultos que los demás le lanzan y sigue corriendo en medio de la noche, evadiendo a los transeúntes que se apresuran a salir del cine Álamo Drafthouse. Si no fuera por esas personas que salieron casi todas juntas, el «príncipe de Denver» sería ya el costal de boxeo de los Gold Toad.
Sin saber más qué hacer, Eiríkr entra corriendo al callejón más oscuro que se encuentra, con la esperanza de no ser visto por los mafiosos y rogándole al universo, volver a casa a salvo para planear su venganza.
Su corazón acelerado y la adrenalina del momento no le permiten percatarse de la delgada figura de la chica que camina entre contenedores y basura, hasta que la hace caer.
—¡Pero, ¿qué diablos?! —grita Everly asustada.
Eiríkr, asustado de ser descubierto por los Gold Toad, cubre rápidamente la boca de la chica y la empuja contra la pared, ocultándose detrás de un contenedor. La mirada de la joven lo cautiva; unos ojos abiertos de tonos gris y azul lo miran con acusación.
Everly, asustada de que él quiera hacerle daño, comienza a golpearlo con sus puños para intentar apartarlo.
—Tranquila, por favor, no grites, no te haré daño —expresa rápidamente el joven con el pulso acelerado y la respiración entrecortada—. Me vienen persiguiendo, por favor, no hagas ruido, ¿comprendes?
Everly se da cuenta del miedo que este tiene en la mirada, lo que le provoca confianza, y afirma.
“Maldición, si me encuentran con ella, nos matarán a ambos. M*****a sea la hora en que choqué con ella” piensa el mafioso antes de quitar su mano de la boca.
Eiríkr está cautivado por su mirada y la heterocromía que tiene, sin darse cuenta mantiene su cuerpo pegado al de ella. La joven puede sentir el calor que emana de su cuerpo, la fragancia de su perfume mezclada con sudor. Tras los manoteos, deja sus manos sobre los brazos de él, sintiendo sus músculos torneados.
—Sígueme —dice ella mientras lo empuja suavemente.
—Te dije que me están siguiendo —comenta él sin entender qué es lo que quiere ella.
—Si quieres salvar tu vida, sígueme, si no, quédate para ser golpeado hasta la muerte.
No sabe si es la mirada de la joven desconocida que lo incita a seguirla o la advertencia explícita de su comentario que lo hace seguir tras ella.
—Voy, ser golpeado hasta la muerte no está en mis planes por ahora —dice Eirikr siguiéndola.
—¡Acá está! —grita un joven cubierto de tatuajes en la entrada de lo que parece un callejón.
Ambos se giran a verlo, pero es Everly quien comienza a correr.
—¡Sube! —advierte la joven escalando unos botes de basura.
Eirikr la sigue hasta topar con una malla al final de lo que creía el callejón que da a un estacionamiento.
—Salta —ordena Everly brincando de una al asfalto de un parqueadero casi escueto.
Corre hasta su viejo auto, con el chico de nariz recta y cabello alborotado detrás de ella, sube de una a su cacharro con llantas.
—Bendita sea la hora en que los seguros del auto dejaron de servir —murmura mientras mete la llave para intentar encenderlo.
—¿Qué? ¿Este es tu auto? Es tan viejo que llegaría primero corriendo a Aurora —refiere él dudando si entrar o no.
—¡Como quieras, pero que sepas que no declararé si te asesinan aquí! —advierte la joven desde su asiento, mientras intenta encender el motor, pero su auto no coopera.
Eirikr sube a su lado, sin dejar de mirar cómo uno a uno de los Gold Toad van apareciendo en el estacionamiento.
—¡Arranca esta m****a! —grita él, desesperado.
—¡No le hagas caso, mi preciosa, estás vieja, pero no eres una m****a! Anda, Meche, no me falles, nunca lo haces —asegura Everly dirigiéndose a su Mercedes Benz de 1961. Eirikr está a punto de bajarse cuando el motor por fin logra encender—. Te dije, ella nunca falla.
Los disparos comienzan a oírse en cuanto avanzan. Ambos se encogen. Aun así, Everly no deja de conducir como alma que lleva el diablo. La adrenalina del momento la hace conducir mejor de lo que lo hace normalmente.
—Maldita sea, ¿qué fue lo que hiciste? —pregunta ella.
—No quieres saber —interrumpe él intentando llamar a alguien por teléfono; sin embargo, nadie le responde.
Ella no deja de conducir esperando escapar sana y salva. No es hasta que se da cuenta de que está tomando la ruta a su viejo y decaído hogar, que recuerda que debe dejar al desconocido —aunque guapo—, joven.
—¿Dónde te dejo? —inquiere Everly con la esperanza de que él le diga que en la esquina.
Aunque, viéndolo mejor, no le importaría llevarlo a su casa.
«Es demasiado guapo para mí», piensa ella mirándolo de reojo.
—Llévame a St. Anthony hospital en Westminster. No te preocupes por la gasolina, te pagaré todo —Eirikr saca un puño de dinero de su bolsillo y tras abrir la guantera lo deja ahí—. Está limpio, lo gané honradamente —advierte él al darse cuenta de la mirada asustadiza de la joven.
—No tienes que pagarme nada —asegura la joven sintiéndose ofendida. Esa noche ha sido una total m****a para ella.
—Me salvaste la vida —dice él dándose cuenta de que ella maneja más rápido de lo permitido—. Y quiero seguirla conservando, así que deberías manejar más tranquila. Estamos fuera de peligro.
Everly se da cuenta de que va a exceso de velocidad y entonces desacelera.
—Lo siento… la adrenalina —advierte, ella dándose cuenta de que efectivamente están fuera de peligro.
Un golpe de nervios y de realidad la invade, haciéndola sentir ansiosa. El lago McKay está a la vista, así que de inmediato se estaciona en la orilla, baja de su Mercedes comenzando a jadear.
—Tranquila… —dice Eirikr que está su lado.
Everly está llorando.
Él cree que es del susto.
—Ven, ya… —la rodea con un abrazo dejando que ella esconda el rostro en su pecho—. Estarás bien, nada te va a pasar, ya no estamos en peligro.
Everly lo escucha y desea con todo su ser que así sea, que ella esté fuera de peligro y que nada le pase. Escucharlo solo hace que los sentimientos que la embargaban antes de encontrarse con él en ese tenebroso callejón, afloren con más ahínco.
“Si supiera por qué lloro, no me estaría abrazando” piensa ella permitiéndose el desahogo.
Eirikr toma su mentón buscando esa mirada magnética que lo embrujó en medio de la oscuridad, solo quiere verla una vez más antes de marcharse para siempre. Las lágrimas hacen que sus ojos brillen con más intensidad, una descripción no le haría justicia.
Everly se pierde en él, en su aroma, en su cuerpo, su tacto y la electricidad que les atrae el uno al otro. No hay chispas, ni corrientes magnéticas, ni luces parpadeantes, solo son ellos enlazados por el destino, unidos con potencia hasta que la pasión se desborda en un beso, en un toque, en la intimidad que la adrenalina del momento y la inmensidad de la oscuridad de la noche les da.
La puerta estaba abierta, sabía que era así porque la camioneta de Otto estaba parqueada fuera de la casa. Se desanuda un poco el cinturón de la gabardina y retoca su pintalabios. Luego de volver a ver su maquillaje en el espejo por cuarta vez, decide bajar del viejo Mercedes con nada más y nada menos que el coordinado de lencería más sexi que tenía. Estaba cubierta solamente por el abrigo raído que su esposo le regaló en su primer aniversario y de eso hace ya cuatro años.Lo quería, tenían una hija en común y para ella era importante esa fecha. Los Jimmy Choo de segunda le lucían espectaculares, se sentía bella, empoderada y pronto se sentiría amada por su marido.Abre la puerta con calma, deja sobre el sofá su bolso y se quita el pedazo de tela llamado gabardina para luego caminar a su habitación a buscar a Otto. Al principio no era consciente del ruido, pero inmediatamente luego de percatarse sintió cómo un golpe le era dado en la boca del estómago. Los gemidos de placer de una voz
La luz entra por la ventana iluminando su rostro e impidiendo su sueño. Se despereza y al abrir los ojos, la realidad le pega de lleno en el corazón. Su hija, Otto, le había quitado lo que más amaba, además de haberla humillado frente a su ex mejor amiga.La suavidad de las sábanas satinadas se deslizan fácilmente por su piel, se da cuenta de que está desnuda haciendo que se avergüence por ello inmediatamente.—Buenos días —saluda el hombre de nombre desconocido sentado junto a ella con el semblante serio y la mirada fría.Everly se cubre rápidamente con las sábanas lo más que puede. Su pulso se acelera, no recuerda muy bien lo que sucedió anoche, pero de algo está segura y es que no conoce del todo al tipo frente a ella.El hombre se acerca a ella aprisionándola con su cuerpo, la tensión entre ellos se siente. Eirikr vuelve a ver esos hermosos ojos que le han mantenido cautivo desde aquel día que la conoció. Everly intenta recordarlo, no se parece mucho al hombre que conoció, ahora e
La puerta de enfrente se abre abruptamente, los compañeros de Otto entran a ver que ha sucedido, encontrándose con su amigo tirado en el suelo con el brazo ensangrentado y a una Everly asustada con el arma en la mano.—¿Qué diablos ha pasado?—¡Ella, ha intentado matarme! ¡Llamen a la policía! —grita Otto haciéndose la víctima.—¡Everly, baja eso! —dice Tom, uno de los amigos de su marido.La mujer asustada deja el arma en el suelo.—Fue un accidente, solo quería ver a mi hija —llora Everly desconsoladamente.Stefany, que había permanecido en la habitación profundamente dormida, cuando escuchó el disparo se levantó, encontrando a Deneb corriendo. Ella la atrapó consolándola, pues llora asustada.—Ven cariño, mamá, no te hará daño —implora Everly a su pequeña que permanece aferrada al abrazo de la amiga de su madre.—No la sueltes, Stef. Sabrá Dios que daño pueda hacerle está loca —arremete Otto quejándose de dolor.—No te muevas, estás sangrando mucho —comenta Darwin, el otro compañer
—¿Quién diablos te ha hecho esto? —inquiere el hombre mientras aparta el cabello del rostro de Everly e ignora al hombrecito al lado de esta con aspecto de abogado defensor.—No es nada —musita ella sintiéndose acorralada.—Maldita sea si no es nada, vamos, tenemos que ir a un hospital —masculla el recién llegado con mucha preocupación.—Espera, debo escuchar primero su testimonio —advierte el abogado.—Testimonio, mis huevos, vamos —dice Eirikr mirando con fiereza al individuo.Everly nota como el rostro de Neil se enrojece y para evitar problemas decide marcharse con su salvador.—Vamos —anuncia tomándolo de la chaqueta y empujándolo hacia fuera.—Necesito mantenerme en contacto —dice Neil antes de que desaparezcan.—Toma —Eirikr saca una tarjeta de su bolsillo y se la entrega—. Avísame cualquier cosa.Eirikr se gira y levanta a Everly del suelo en un abrir y cerrar de ojos y la carga cuál esposo a su esposa en la noche de bodas.—¡No pesas nada! —menciona él sumamente preocupado po
Everly sale envuelta en la misma cazadora con la que andaba desde el día anterior en la mañana. Eirikr, había mandado a traerle ropa, pero ella no quería cambiarse hasta darse una ducha caliente.—Vamos a mi departamento, ahí podrás quedarte, tengo una habitación para invitados y estarás a salvo —dice él con la esperanza de que ella acepte.—Está bien, gracias, Eirikr, y a tu hermana, también dile que dije que muchas gracias —pide atropellando todas las palabras mientras intenta salir por su propio pie de urgencias junto a él.No quiere que él la vea débil.Durante todo el trayecto el silencio se instala en el SUV, que, aunque de lujo, no deja de incomodar a Everly, quien se pregunta de dónde diablos tiene tanto dinero su salvador.—Por cierto, el dinero que tenías en la cazadora, me lo han quitado —confiesa con pesar.—Mi arma supongo que también —secunda él mirando de reojo a la chica que apenada afirma con un asentamiento de cabeza—. No importa, ya la reporté. Al menos esa estaba l
Everly siente cómo su piel hormiguea con el roce de los labios de Eirikr. El beso la tomó por sorpresa, no tenía ni idea de que fuera hacer aquello, pero no se arrepiente de que lo haya hecho. Se siente voluble y frágil por todo lo acontecido.Observa el anillo en su mano y lo mira con tristeza, Otto nunca le dio uno. Solo fueron al registro civil y se casaron. Algo simple y tan llano que no tuvo ningún tipo de ceremonia emotiva y ni un vestido al que pudiera heredarle a su hija.Una lágrima se escapa del rostro de Everly. Eirikr tiene miedo de preguntar que le sucede, pues no es muy bueno manejado las situaciones de ese tipo. Sin embargo, a pesar de que no sabe qué decir, su instinto de protección le dicta que la abrace, por lo que la abraza acercándola a su cuerpo.Everly siente la fragancia masculina de Eirikr, a pesar de los años se da cuenta de que no ha cambiado. ¿Cómo podría olvidarla, si ha soñado con ella muchas veces?—Todo estará, bien nena. Te prometo que recuperaras a tu
—Eres una chica muy mala, cariño —dice Eirikr antes de tomarla en sus brazos y echarla sobre su hombro. “Maldición” piensa ella, cuando él la levanta en sus brazos. Definitivamente con él no tiene opciones. —¡Bájame, eres un maldito animal! —grita Everly de cabeza. —Lo siento, mi prometida es una tóxica enojona —dice Eirikr riendo—. Feliz viaje para todos. —¡Bájame, bruto! Eirikr la ignora hasta que llega a su auto, la baja y casi que la mete a la fuerza, pero al final ella coopera y se sube sola con el rostro desencajado. El apuesto mafioso se sube tras ella y pone seguro a las puertas. —¿Se puede saber por qué huyes? —pregunta él con una mirada gélida, igual que su tono de voz. —¿Por qué no hacerlo? Si lo único que voy a recibir de ti son malos tratos, yo paso, mejor bájame aquí que yo de ti paso —refiere Everly con una valentía que ella misma se desconocía. Estaba acostumbrada a bajar la cabeza y obedecer en todo a su esposo Otto. —¿Cuáles malos tratos? —inquiere Eirikr pr
Everly levanta sus brazos y acaricia la nuca de Eirikr, este intenta controlar a su animal interno para no asustarla, así que tiernamente la toma del rostro acariciando el filo de su mandíbula, así como su cuello. Sin embargo, un toque en la puerta los interrumpe. —Permiso —dice la hostess que alcanza a ver cómo estos se comían las bocas con aquella pasión contenida por años—. Señor, Jackson, el abogado Neil Taylor está aquí. La mirada acusatoria que le da Jackson por no haber esperado a que le diera permiso de entrar hace que Sarah agache la mirada. Este suelta a Everly, que ríe ante la travesura de ser descubierta. Su rostro está enrojecido por el deseo que fue interrumpido. Está por alejarse y acomodarse en su lugar, cuando Eirikr la detiene y le da un último beso en los labios antes de dejar que pase el abogado. —¿Estás lista? —le pregunta con ternura. —Sí —dice ella y él se acerca para darle un beso casto en la frente. —Que pase —ordena él mientras se reacomoda en la silla