#58:
Él recordaba demasiado bien todo lo que había sucedido en esa precisa sala y sobre ese preciso sofá.

—Es imposible no sentir cierta nostalgia, ¿verdad? —le preguntó él sin moverse de la puerta—.Es una lástima que tuviera que deshacerme de todos los jardines que mandé a sembrar para ti.

Ella se volvió para mirarlo por encima del hombro. Sus ojos café centellearon furiosamente.

—¿Cómo puedes bromear? —repuso ella con incredulidad—. La prensa habla de nosotros, especulando con todo tipo de cosas e insultándonos. Supongo que fuiste tú mismo el que avisó a los paparazzi de nuestro reencuentro en Fiji. De otro modo, ¿cómo iban a saber que me alojaba en el Harrington? Pero tú, en vez de hablar de ello, ¿prefieres hablar del sexo que tuvimos en los jardines?

— Muñequita, no creo que encuentres a un solo hombre al que no le parezca ese tema mucho más interesante que cualquier otro —respondió él con media sonrisa—. Y, por mucho que intentes despreciar lo que pasó, recuerda que fue una locur
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