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El oficial de la policia.

Accedí ante la petición de ese cerdo, mientras sentía unas enormes ganas de vomitar, él movía mi cabeza tratando de controlar el ritmo y halaba mi cabello.

Un par de lágrimas corrieron por mis mejillas, aquel hombre no dejaba de gemir y decir una cantidad de obscenidades que me hacían sentir tan ofendida ¡Si tan solo tuviera idea que hago todo esto por mis hijos!

Finalmente, se acabó aquella pesadilla y el volvió a ajustar su pantalón, encendió el auto de nuevo comenzó a manejar yo no dije ni una sola palabra, se adentro a un bosque y ahí sacó un arma de la guantera me apunto obligándome a bajar, mis manos temblaban.

-¡Pero mi amor! ¡Por favor! ¿A caso no te gusto lo que te hice? ¿No te divertiste? – Sabia que me estaba arriesgando, pero la salud de mi hijo lo valía todo. 

-¡Baja! ¡Baja ya de aquí perra! Ensucias mi auto-

Sentí un gran nudo en mi garganta.

-Pero ¿No pagarás? ¡Por favor! Necesito el dinero, es para mi hijo-

Soltó una gran carcajada mientras me veía, sin bajar el arma.

-¿Hijo? Una mujer como tu seguramente no tiene ni siquiera familia, no seas mentirosa y bájate ya –

No tuve el valor, para decirle ni una sola palabra más a ese hombre, me aterraba pensar que pudiese escaparse un disparo de su arma, entonces baje y me quede en medio de la nada mientras veía como él carro se alejaba.

Estaba temblando por el frio, aquel pequeño vestido no me cubría en lo absoluto, veía a todos lados desesperada, llorando desconsolada. Por suerte solo fueron unos cuantos minutos, ya que vi desde algunos metros de distancia como se acercaba la sirena de una patrulla.

Saque mi mano para que se detuviera y así paso, el oficial que estaba conduciendo me dejó subir, le agradecí más de una decena de veces. Pude ver a través del retrovisor como el maquillaje estaba chorreado por todo mi rostro, mis ojos estaban enrojecidos.

-Ha sido muy amable de su parte, no tengo como pagarle- Le dije aún con algunas lágrimas.

-¡Descuide! No es nada yo sí sé cómo podrá pagarme, por encima se le nota la clase de mujer que es –

Sequé mis lagrimas bruscamente.

-¿Qué le pasa? ¡déjeme bajar! –

Él se reía mientras que sus ojos estaban viendo mis piernas, y pasaba su lengua por sus labios de una manera asquerosa.

-No tengas miedo, no haremos algo que no hayas hecho antes- Volteo su cabeza rápidamente para verme - ¡Sé que te va a gustar! –

-Está usted demente, por favor déjeme bajar necesito ir a casa- Pero el oficial solo se dedico a manejar, sin decir nada más mientras yo no paraba de rogarle que me dejará bajar.

Finalmente llegamos hasta la comisaria, me apunto con el arma para obligarme a caminar y entramos al lugar.

-¡Muchachos! ¡Miren lo que traje! – Todos esos asquerosos, posaron sus ojos sobre mí.

Mi cabello estaba hecho un desastre, mi vestido se rasgo un poco cuando baje del auto de aquel hombre que me dejo en mitad de la nada, mi cara estaba sucia de tanto que lloré y el maquillaje se corrió.

Me sentía tan baja como nunca antes en mi vida, todo lo que pensaba era en mi hijo Scott ya había pasado mucho rato desde que lo deje solo con Grace.

-Vamos a dejarla en una de las celdas y luego iremos entrando por turnos para que el jefe no sospeche nada- Entre risas dijo uno de los policías.

Me hicieron caminar hasta un calabozo, oscuro y sucio, poco a poco fueron entrando uno detrás del otro, ninguno tuvo piedad de mi a pesar de mis suplicas.

- Ya estoy aqui preciosura, me han dicho que te has portado muy mal y he venido para darte tu merecido- Me dice mientras desabrocha su pantalón y yo me trato de alejar cubriendo mi cuerpo como puedo pero fue inutil ese asqueroso era mas fuerte que yo me embistió de forma brusca.

Yo no podia parar de llorar, estaba ahi a la merced ede ese hombre.

-Vamos, quiero escucharte gemir, deja de llorar, quiero oir tus gritos de placer, ya casi voy a correrme dentro de ti nena.... Ohhhhh siiiiii -

Automaticamente en cuanto ese hombre salió de la celda, entraron en esta ocasión dos más y yo estaba completamente desnuda, me encogi colocando mis rodillas sobre mi pecho pero igualmente eso no evito que hicieran perversidades conmigo, ellos soltaron sus bragas y me penetraban al mismo tiempo, mordian mis senos de forma brusca.

-Estas deliciosa pequeña-Decia en mi oido uno de los policias mientras introducia su lengua dentro.

Él otro de ellos, regó todo su semen en mi rostro y yo sentia nauseas, me sentia como una basura, me restregaba su miembro, obligandome a que pasará mi lengua,  se fueron arreglando sus pantalones y luego entro otro más, en total fueron seis hombres, lo cual parecía una ironía pues en esa noche había tenido sexo con siete hombres y aun no recibía ni un solo dólar.

Mis lagrimas no dejaban de correr por todo mi rostro mientras que todos esos hombres abusaban de mí, rasgaron por completo mi vestido, halaron mi cabello, me golpearon, incluso me escupieron.

En la mañana apenas salió del sol, me dejaron salir de ese lugar, todos se reían de mi y yo con mi cabeza agachas, sentía que había perdido la poca dignidad que me quedaba.

¿Por qué me suceden todas estas cosas a mí? ¡Dios mío! ¡No es justo! Todo lo que quiero es que mis hijos no mueran de hambre.

Me fui a casa caminando, con uno de los tacones en mi mano ya que se había partido, me sentía asquerosa todavía podía percibir el aliento de todos esos hombres, no podía parar de llorar, fui una idiota al creer que las autoridades de esta pais estarian dispuestas a defender a una prostituta como yo.

No soy más que una mujer de la vida facil, nadie estaria intresado en brindarme realmente una mano amiga.

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