2.

Los días continúan su curso, volviéndose semanas. Eva recupera su particular brillo y alegría, ya no siente tristeza ni el más mínimo atisbo de melancolía por su ex pareja.

Acepta que fue lo mejor que pudo sucederle, pues muy en el fondo ella tampoco lo amaba, simplemente le gustaba lo que él hacía por ella y su particular romance, además de estar a la altura de su clase, sus familias eran amigas de hace años, entonces siempre fue el candidato perfecto para esposo de Eva.

Ahora ella sentía que era libre, que no viviría por nadie más que no fuese su pequeño bebé. Se encuentra lista para volver a su vida en París, le pide a su guardaespaldas que preparen el jet, mientras ella toma un largo baño, para llevar poco tiempo de embarazo notaba algo anormal y era que bebé estaba creciendo mucho más rápido de lo que le había dicho su médico.

¿Acaso eso era normal? Se preguntaba la pobre con angustia, apenas llegase a Paris se reuniría con la doctora encargada de traer al mundo a todos los Volturi descendientes. Una especialista con más años de experiencia e infalibles títulos y maestrías. Solo ella le brindaría la tranquilidad que necesita, Eva sube al jet y se queda dormida hasta que aterrizan en la pista de su mansión. 

La madre de Eva la recibe con una amplia sonrisa, pues la noticia de que será abuela le encanta. Al igual que su padre, la apoyan con gracia. Mientras que Eva siente mucho miedo en esta nueva aventura, pero tiene la certeza de que será una gran madre. Claro que la angustia también la consume, siente que su hijo le hará en algún momento la gran pregunta de, ¿Quién es mi padre?...

Mientras tanto en Londres, Liam sospecha mucho de Verónica o no exactamente de ella sino del embarazo. ¿acaso no había resultado? ¿No había funcionado? Se sabía que la concepción para los lobos era diferente a la convencional, pues al ser criaturas mágicas, su gestación no duraba nueve meses, sino menos. ¿Entonces por que se demoraba tanto? Ni siquiera se veía un avance, Liam estaba algo preocupado. El tiempo corría y él no podía perderlo, era valioso y necesario para llevar a cabo sus planes.

Decidido a encontrar el problema desde su raíz, asistió a la clínica y pidió hablar con la doctora encargada del proceso, está le manifestó que es normal, que debe tener paciencia y esperar, claro que Liam no era precisamente una persona fácil de convencer, como sabía que no podía relevarle su secreto y verdadera preocupación, decide llevar a Verónica con la partera de la manada, la que recibía a cada lobezno nuevo. La señora de bastante edad, con sus arrugadas y delicadas manos reviso a Verónica.

Verónica estaba tan nerviosa como Liam, ella presentía que algo no marchaba bien, pero temía decírselo a él. Los gestos que hacia la anciana alertaron a Liam, había algo raro y necesitaba saberlo. Mientras verónica tragaba saliva y sudaba frio, Liam se removía inquieto en su silla, la anciana dejo los guantes en el basurero y negó con su cabeza hacia ellos. Advirtiéndoles que claramente no esperaba un lobo.

—Lamento desilusionarlos, pero la señorita no espera un lobo, es un simple humano. —advierte y ambos se miran con sorpresa.

Liam enfurece y golpea la mesa partiéndola en dos, Verónica cierra sus ojos y llora con frustración. Preguntándose. ¿Qué hizo mal? ¿Por qué espera un humano? Liam sale como alma que lleva el diablo, dejándolas tanto a la anciana como a Verónica sorprendidas, ambas sabían que él necesitaba espacio, estaba molesto y muy decepcionado. Aparte de que no la amaba, ni siquiera era capaz de darle lo que él necesitaba, un lobo heredero. Ese pensamiento azotaba la mente de Liam, mientras conducía a toda velocidad, se detuvo frente a la clínica nuevamente y buscó a la doctora.

Le exige que revise las muestras y le asegure que son realmente las de él. La doctora accede con tal de calmarlo y de garantizarle la excelencia de su clínica. La doctora se lleva las manos a su boca ante la sorpresa, la enfermera asistente se había confundido de paciente, por lo que las muestras de Liam claramente no fueron para Verónica. La doctora entra en pánico y traga saliva con dificultad. ¿Qué le iba a decir a ese hombre enojado que la esperaba en la recepción?

—Me temo señor, Evans. Que hemos cometido un grave error…—alarga la doctora, sintiendo temblar sus piernas, sin saber como reaccionaria aquel hombre de porte peligroso. —, La joven que me asistió el día del procedimiento confundió las muestras… su esposa no recibió sus esperas, sino los de otro hombre…—alarga y Liam vuelve a estallar de ira, rompiendo unos cuantos cristales. La doctora se espanta.

—¿Quién recibió mis espermas? No le alcanzará su vida para pagar tantas multas, le garantizo que la demandare tanto, que ni en otra vida podrá abrir una clínica como esta. — amenaza con fervor Liam, la pobre doctora pierde el habla ante semejante advertencia. Tragando saliva abre el archivador y busca en sus carpetas el día del procedimiento, le indica que en el mismo día habían realizado cinco procedimientos, entre esos el de Verónica. Por lo que cualquiera de las otras cuatro mujeres pudo haberlos recibido, le facilita la información a Liam.

—Le aseguro que, sino encuentro a mi heredero, no solo la demandare, destruiré este lugar. —le advierte, para luego salir nuevamente como alma que lleva el diablo, conduce hasta su mansión y le pide a su beta, su hombre de confianza, Simón. Que se encargue de encontrar a su hijo, esté acepta la misión y comienza con el rastreo del heredero de su Alpha.

En Paris, una Eva muy asustada y bastante confundida asiste a la doctora de confianza de su familia. Buscando respuestas del porque su hijo crece tan pronto en su vientre. Espera en el salón, mientras observa como muchas mujeres también asisten a su control prenatal, la gran diferencia es que ellas asisten acompañadas de sus esposos… Eva siente una profunda tristeza, pues ella también quería vivir ese sueño, venir acompañada de un hombre al que ella ame y claramente le sea fiel.

No como su ex, quien ahora presumía su relación con su nueva pareja, una modelo de revista. Eva siente doler su corazón al ver tantas parejas a su alrededor, piensa en como será criar a un bebé sola, porque, aunque sus padres la apoyan, ella sabe que no hay nada como tener a los dos progenitores cuidando. Un suspiro triste sale de los labios de Eva, hasta que es llamada por la enfermera, es su turno.

La doctora la revisa, parte por parte, le hace una ecografía para que Eva pueda ver a su bebé y lo grande que está. Le dice que todo parece en orden, que no hay mayor anomalía. Eva le insiste en que no es normal, le dice que pasaron pocas semanas desde que hizo efecto su inseminación y que el bebé pareciera tener ya mas semanas de gestación.

—¿Estas segura? —inquiere la doctora, sorprendida.

—Si, doctora. No hace más de tres meses, por lo que debería llevar no más de dos meses y medio. —responde con seguridad Eva, mientras que la doctora vuelve a revisar los exámenes.

—Evangeline, tu bebé tiene el tamaño y desarrollo del segundo trimestre…—alarga y Eva se sorprende aún más y teme porque su embarazo sea de esos casos de 1 de un millón.

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