Casa de Ana. Abel y Ana cuchichean, entorno al acercamiento, entre su padre y Rebecca: —Ana y tu suegra, no quiere salir del taller. —¿Cómo así? —pregunta Ana con admiración. —Prácticamente, va todos los días a tomar café con el viejo. —¡Que raro! —exclama Ana. —Por otro lado, me enteré Ana, que nuestro padre cortó a Gema de raíz. Me dijo una, de las empleadas de la peluquería. —Pero, mi papá nunca tuvo nada, con Gema que yo sepa—indica Ana. —No, mi papá, nunca ha tenido ojos, para otra mujer desde que murió mamá. Pero, si me preocupa un poco, esa complicidad con la señora Rebecca—manifiesta Abel. —¿Por qué Abel? —Esa señora, es toda estirada y rica. Son de dos mundos distintos. —No le veo, nada de malo. Seguro solo son amigos. —Me temo, hermanita que mi padre, se está enamorando de esa señora. ¿Estará Abel en lo cierto? Sienten el sonar, de la puerta y es su padre, quien llega después de haber estado cenando, con Rebecca en un modesto restaurante, que él la invito. Ande
Abel, decide ir a conocer la redacción donde Ana trabaja, ya ha ido al periódico en otras ocasiones, pero por situaciones de conflictos. Esta vez irá, en son de paz y para simpatizar con su cuñado, quien fue quien lo invitó. Llega a la recepción y se presenta, con gracia: —Hola muñeca, yo soy el cuñado de tu jefe, voy a su subir a su oficina. —Si está bien, pero antes permítame su identificación, por favor—Abel frunce el ceño, ante tanta formalidad. —Amiga, ya le dije soy de la familia. —Pero, las reglas son para todos. Lo siento joven—lo mira la chica con recelo, por ser tan confianzudo. —Aquí tiene, no entiendo porque, no cree en mi palabra—la recepcionista, ignora su comentario y le da un pase de visitas. Abel, lo toma y le guiñe un ojo. Sube al elevador y se topa, con Tobías quien ya estaba en él. —¿Para que piso va caballero? —pregunta Tobías cortésmente. —Para presidencia—señala Abel, ni se acuerda que piso es. Ja, ja, ja. —Ok, ya le marco es el último. —¿Quién es uste
Salen todos a almorzar, tal cual como Tony se lo prometió a Abel. De inmediato, Ana en un intento para que, su novio reanude nuevamente su amistad con Alfred, decide invitarlo junto con Danielle, para almorzar todos. De igual manera, Danielle invita a Helen y Abel, por su parte se queda muy complacido. Vaya que almuerzo, buen apetito. Ja, ja, ja. Caminan todos juntos, hasta el restaurante que está muy cerca al periódico. Alfred y Tony, cruzan miradas, sin dirigirse la palabra y rápidamente, Danielle le susurra a Ana: —Creo, que fue una mala idea, que nos hallas invitado. Alfred, se ve muy incómodo. —No seas pesimista. Ya verás, que Tony le buscará conversación, ten paciencia. Antes de entrar al restaurante, Abel detiene a Ana para preguntarle: —Ana, ¿y este sujeto es novio de Danielle? —Sí ¿Por qué? —Definitivamente les encantan mayores, como dice la canción—se ríe, desmesuradamente Abel y a Ana, le causa mucha gracia su comentario. —Ve a ver, si vas a decir una imprudencia—le
Danielle y Ana, están en la universidad, se sienten muy confundidas, con la situación que aqueja a sus respectivas parejas. Ya no hayan, cómo hacer para unirlos nuevamente, y que todo sea como antes. —Yo definitivamente. Me rindo con Tony, me dio mucha pena, con Alfred por como la trato—frunce Ana el entrecejo. —Tranquila, Ana no fue tu culpa, pero Tony si se pasó. Me parece muy extraño, que Tony actúe de ese modo ¿Dónde quedaron sus modales? —Lo lamento Danielle, pero no me rendiré. Juntaré a esos amigos a como dé lugar—toma Ana valor nuevamente. —Es mejor, que dejemos eso así. Alfred está sufriendo mucho. —Me imagino. —Hablando de otra cosa, ya tengo todo listo, para lo del baby shower. Lo que no se, es si Alfred me vaya acompañar—señala Danielle. —Convéncelo Danielle. Te lo ruego—suplica Ana juntando sus manos. —¿Por qué tanta insistencia? —pregunta Danielle con recelo. —Te lo voy a contar. A Rebecca, se le ocurrido una idea para unirlos de nuevo. —Me niego rotundamente, a
Fin de semana… Mansión Hufman. Desde muy temprano, se hayan Danielle y Sofía corriendo, de un lado a otro en la enorme mansión de Tony. Por ahora, son los pies de Ana, quien apenas puede moverse, por su avanzada gestación. En fracciones de segundos, Danielle hace contacto visual, con Rebecca y la mira con recelo. Rebecca de inmediato, se le acerca a Ana, para decirle: —Tus amigas son bien diligentes, ellas misma se cercioran, de que todo esté bien arreglado, las felicito. Yo estoy acostumbrada, a pagar y que el festejo haga todo por mí. Ja, ja, ja—señala Rebecca sonriendo. —Sí, son muy buenas amigas, si no me sintieran tan fatigada, las estuviera ayudando. —¿Te sientes mal? —pregunta Rebecca. —No, solo que mis pies se hinchan, si camino mucho. Es el peso, por mi embarazo. —Ya pronto, van a nacer cuento los días, para que nazcan rápido. Ya quiero, tenerlos entre mis brazos. Mis nietos, desde que supe de su existencia, soy tan feliz. —Yo también soy muy feliz, aunque estoy muy ne
—Todo bien Tony—pregunta Justin. —Si amigo, todo bien. —Te ves pálido. —Sí, me he sentido un poco mareado. —Vamos a sentarnos, así te refrescas un poco. —Te confieso, que me siento algo fatigado. Solo, que no quiero aguarles la celebración a los muchachos. —Sí, esto parece una verbena estudiantil. Hasta con show musical incluido, de la mano de mis hermosa Sofía. —Si son muy ocurrentes, pero hay que entenderlos, sus edades oscilan entre dieciocho y veintiún año. —Si son muy jóvenes, hasta embarazaste a una. Te hubiesen, podido denunciar por estupro. —Ja, ja, ja. Justin, que cosas dices. El amor entre Ana y yo, rebasa todos los limites. Hasta los de mi enfermedad. —No hablemos de cosas tristes, que tú te vas a salvar y veras a tus hijos crecer. Tony ¿Cuándo perdonarás a Alfred? Míralo está muy cabizbajo. —Justin, no es el momento. —¿Entonces cuando? La vida es muy corta Tony. Él se equivocó sí, pero te ha pedido perdón, de todas las formas, habidas posibles. —Está bien Justi
Reacciona Ana, dejando de lado el raciocinio. La duda, enseguida se apodera de ella. —Tony cómo pudiste, al menos me lo hubiese dicho. Criticabas a Alfred cuando, tú eres el más mentiroso de todos. —Ana, te lo puedo explicar, no es así como Grace lo señala—mira Tony a Grace con aprensión. —Grace, es mejor que vayas. No entiendo, porque tanto daño, si yo te albergue en mi casa, eres una egoísta—le reclama Rebecca. —La ingrata es otra, cuando tú fuiste quien me trajo, para que sedujera a tu hijo y me casara con él. Pero, de la nada me echaste como a un perro, desde que comenzaste a emparentar con la plebe. —Basta Grace, sal de mi casa ahora mismo o llamo a seguridad—advierte Rebecca. —No es necesario, que yo me la llevo—indica Justin. —De aquí, no me voy hasta que Tony, se comprometa en reconocer a mi hijo. —Que conste Grace, que se te pidió, que te fueras por las buenas—la levanta en peso Justin, quién es bien fortachón y la saca, rápidamente de la fiesta. El resto de los invita
Este escenario de intrigas, apunta con dardos al corazón de Tony, quien está muy afectado por esta situación con Grace. En éste instante está dormido, por los medicamentos, que le suministró nuevamente Timothy. —Buenas noches, Rebecca nosotros nos vamos. Mañana a primera, vengo para acompañarte a la clínica—menciona Alfred. —Esta enfermedad de mi hijo, que llegó de la nada, me tiene muy mal—señala Rebecca con preocupación. —Tranquilízate Rebecca, no todo está perdido—asienta Alfred. —Claro que sí, ya pronto Ana tendrás a sus bebes—le comenta Justin. —Ana, se fue muy molesta. Es muy orgullosa, ¿si no quiere darle las células a mi hijo? —Si se las dará, descansa Rebecca está muy alterada—indica Justin enseguida. —Escucha a Justin, deja toda la negatividad de lado, que todo estará bien. —Gracias muchachos ¿Tony se reconcilió contigo? —pregunta Rebecca a Alfred. —Creo que si Rebecca, o al menos está a punto de hacerlo. De igual manera, vengo mañana para dejarlo en la clínica. —Ha