En verdad creo que me cago un murciélago para tener tan mala suerte.Estoy parada en el pasillo de la empresa, intentando calmar la situación que se está volviendo cada vez más tensa. Alita, la esposa de Maximiliano, está fuera de sí, su rostro enrojecido por la ira y la humillación.—¿Cómo es posible que tengas a tu amante trabajando en la empresa? —grita Alita, su voz resonando en el pasillo—. ¿Cómo puedes ser tan descarado?El aire se vuelve tenso y pesado, cargado de electricidad. La voz de Alita es como un cuchillo que corta el silencio, dejando una estela de tensión y hostilidad. La atmósfera se vuelve opresiva, como si estuviera atrapada en una habitación sin ventanas.—Señora Alita, por favor, no se altere —digo, intentando sonar suave y tranquilizadora—no es lo que piensas y todo tiene una explicación.Pero Alita no está dispuesta a escuchar, por el contrario intenta venírseme encima y es Maximiliano que la toma del brazo, impidiendo que se me acerque.—¿Una explicación? —gri
MAXIMILIANOCamino como un león enjaulado, dentro de mi oficina, observando cómo el doctor examina a Mila después del incidente con Alita. Nunca me imaginé que Alita llegara tan lejos, que fuera capaz de quemar a Mila con café caliente. Me siento culpable por no haber podido prevenirlo, por no haber podido proteger a Mila.Pero actuamos rápido, tomamos los primeros auxilios y esperamos a que llegara el doctor. Ahora, el doctor está examinando y yo estoy ansioso por saber el resultado, pero con ganas de matar de una vez y por todas, el estorbo llamado Alita.—Las quemaduras no son graves —me dice—, pero la piel está lastimada. Le voy a recetar algunas pomadas y medicamentos para que mejoren.Me siento aliviado al saber que las quemaduras no son graves, pero todavía me siento culpable por lo que pasó.—Gracias, doctor —le digo—. Me aseguraré de que Mila siga sus instrucciones.El doctor asiente y se vuelve hacia Mila que se limpia las lágrimas.—Señorita, usted necesita descansar y cuid
MAXIMILIANOLa luz suave del restaurante ilumina el rostro del padre de Alita, quien me mira con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Sus hombres están detrás de él, una presencia silenciosa pero imponente. Mis propios hombres están detrás de mí, listos para defenderme si es necesario.El restaurante, propiedad de mi familia, es un lugar neutral donde podemos hablar sin la presión de la calle. Quiero encontrar una solución pacífica para esta situación, evitar una guerra que podría costar vidas inocentes y dañar la reputación de mi familia.Pero llegara a darse esta guerra, la enfrento porque tengo con que acabar con todos ellos.—¿Y entonces? —el padre de Alita pasea los ojos por los hombres que tengo atrás.Detrás de mí, tengo a mis propios hombres, los Rakshasa, los más letales de la bratva.Que son liderados por el Krestniy…. Mi mejor hombre y amigo, Aleksi.Son hombres sin escrúpulos, entrenados para matar, asesinos implacables con un aspecto intimidante. Son grandes, fuertes
MAXIMILIANOMaldita suerte de mierda.Me acerco al bar y me sirvo un vaso de vodka. Lo levanto y lo miro fijamente, como si estuviera desafiando al destino mismo. Luego, con un solo sorbo, me lo bebo de un golpe, sintiendo cómo el licor ardiente baja por mi garganta y se extiende por mi cuerpo.La sensación de calor y energía que me proporciona el vodka parece aumentar mi ira y mi determinación. Me siento como si estuviera listo para enfrentar a cualquiera y cualquier cosa que se interpusiera en mi camino. Mi mirada se vuelve más intensa y mi mandíbula se aprieta, como si estuviera dispuesto a luchar hasta el final para proteger a los míos y saber quien acaba de tendernos esta trampa.—¿Qué sucedió, Maximiliano? —pregunta mi madre, Natalia.—Todo fue una trampa —explico—. Los chechenos creen que fui yo quien mató a Islam, su líder.Ser el líder de la familia no iba a ser solo un trámite, como pensaba. Quería encargarme de los italianos, pero al parecer el destino tenía otros planes. L
MILAMe siento tan vacía y desesperada. Lleva una semana sin ver a Maximiliano y pensé que las cosas iban a mejorar en mi vida, pero ahora todo se ha vuelto un caos. Me duele el corazón al pensar en él, y la soledad es abrumadora. Además, la situación con Alita y la bratva ha empeorado las cosas, y ahora me siento como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida. La tristeza y la desesperanza me están consumiendo, y me siento cada vez más perdida y sola.—¿Crees que tengo una maldición? —le pregunto a Alisa, mi mejor amiga.—No pienses en esas cosas, Mila —me responde Alisa, con una sonrisa tranquilizadora.—¿Cómo no? —le digo, sacudiendo la cabeza—. Desde que nací, mi vida ha sido una tragedia. No conocí a mis padres, murieron. Mi tía me trató como basura. El marido de ella intentó violarme... —hago una pausa, recordando los momentos dolorosos—. Luego conocí a Marko, pensé que me daría un poco de paz, pero resultó muerto. Lo único bueno que he tenido en mi vida son mis hijos y t
MILAQuiero poner un muro entre los dos, pero el sentimiento es mucho más fuerte y no quiero soltarlo, ni esforzarme por hacerlo, aunque tenga miedo de salir herida por la misma razón. Maximiliano aparta sus labios de los míos y deja su frente contra la mía, mientras exhala todo el aire que saca por la boca en mi cara. Su respiración es agitada, y sus emociones están revolucionadas, al igual que las mías.Nos miramos profundamente, y siento que lo difícil no es encontrar a alguien que te ame, sino encontrar a alguien que realmente lo siga sintiendo después de tanto tiempo. Sus dedos se entierran en mis mejillas, pero no me lastiman, mientras me besan y me hacen gemir con las emociones que me atropellan. Pensé que esas emociones estaban muertas, pero ahora están más vivas que nunca.Me abraza tan fuerte que siento que aún no cree que estoy viva, y me besa de tal manera que parece querer comprobar que estoy aquí, presente, y que soy yo, su mujer, a quien besa, toca y acaricia. Sus labio
MAXIMILIANO—Quiero que sepas que eres especial para mí —le digo, mirándola fijamente a los ojos—. Eres diferente a cualquier otra mujer que haya conocido.Bajo la mano a su coño y siento esa humedad que me baña los dedos.—¿En qué soy diferente? —pregunta ella, su voz llena de curiosidad y suelto un jadeo cuando atrapo entre mis dedos su clítoris.Vuelve a jadear y mi polla pulsa con ganas de que la libere y la folle duro como ella se lo merece.—No soy el tipo de hombre que juega con las emociones de las mujeres —le explico—. No soy el tipo de hombre que las enamora solo para llevarlas a la cama. No, yo no soy así. Cuando me comprometo con alguien, lo hago de corazón.Se muerde el labio inferior mientras sigo jugando con su intimidad que no para de soltar los fluidos que muero por probar.—Y ¿qué hay de mí? —pregunta ella, su voz llena de inseguridad—. ¿Qué hay de nosotros?Tanteo su entrada y curva la espalda, ofreciéndome los senos que chupo incapaz de contenerme. Toda ella es del
MAXIMILIANOMe bajo del auto con un sentimiento de ira y frustración que me consume por dentro. El sabor de Mila todavía está en mis labios, pero lo aparto de mi mente, enfocándome en la situación que me rodea. La noticia de que el cargamento que habíamos enviado a China fue robado es un golpe duro que no estoy dispuesto a tolerar.Al atravesar las puertas de la fábrica, el calor y el ruido de las calderas y las máquinas me golpean como un puñetazo en el estómago. Veo a mis hombres trabajando con dedicación, pero yo solo puedo pensar en la traición y el robo que hemos sufrido.Mi rabia crece con cada paso que doy hacia mi oficina. Odio cuando la gente se aprovecha de nuestra confianza y nos roba. Es un acto de cobardía y deslealtad que no puedo perdonar. Mi mente está llena de pensamientos de venganza y justicia, y estoy decidido a hacer todo lo que esté en mi poder para recuperar lo que es nuestro y castigar a los responsables.Al llegar a mi oficina, veo a Aleksi esperándome con una