Inicio / Realista / MIS TRES ABUELOS / ERNESTO MARIAM Y MI PADRE
ERNESTO MARIAM Y MI PADRE

Podrías por favor responderme, madre, dime algo ¿por qué mi padre se viste de esa manera todos los martes y jueves, a dónde va?

¿A dónde va? La abuela enmudeció, era su estilo característico, no responder y mucho menos a preguntas como estas, Ernesto sentía un profundo amor y respeto por su madre, pero sabía que si no insistía ella jamás iba a responderle, por lo que le dijo de una manera que a ella le sonó a irrespeto, madre me puedo quedar aquí todo el día si así lo prefieres, pero por favor respóndeme, ella seguía como si no estaba escuchando, pero el muchacho guardo la calma, en ese momento sentado en la mesa amablemente le dijo, está bien madre le voy a preguntar a mi papa, ella se dio vuelta intempestivamente y le dijo, no hijo no le preguntes a tu papá, Ernesto que ya conocía lo ocurrido dudó de su madre y le pregunto ¿por qué ? si no quieres que le pregunte dímelo, Ernesto, no se hijo, él sale pero yo no le pregunto, Ernesto se volvió un tanto inquisidor diciendo “yo creo que tú sabes” y no quieres que yo me entere madre, le dijo, tú sabes que en la vida todo se sabe y yo prefiero que seas tú quien me lo diga, ella fingió no escuchar, Ernesto se irritó pero no mostró su molestia,

decidió que, era mejor retirarse y al salir, dijo, mañana es jueves creo que mejor espero y le pregunto a papá directamente, y sin darle chance a que dijera nada se fue.

Cuando Ernesto salió mi abuela cayó desplomada y se sentó en una silla, se quitó la pañoleta de la cabeza y el delantal que usaban las mujeres de la época para cocinar, en ese momento Ernesto, que no se había retirado del todo estaba observando lo que su madre hacia sin que ella se diera cuenta y le entró la duda, según él era evidente que ella ocultaba o trataba de ocultar algo, qué era, no lo sabía pero seguro tenía algo que ver con el hecho recién descubierto, lo que más preocupaba a Ernesto era que sabía que su madre no le diría nada y menos aún jamás inculparía a su padre.

Ernesto necesitaba urgentemente conversar con alguna persona de confianza y esa persona no podía ser otra que su hermana Elena, ellos eran contemporáneos, el tenía 22 y ella 23 siempre fueron muy unidos y confidentes y él pensó… tal vez el convento la haya hecho madurar un poco, o con una perspectiva eclesiástica pueda apoyarme a esclarecer todo esto, al fin tarde o temprano la verdad se va a hacer pública, le pasó por la mente la idea de sentarse a hablar con su papá de hombre a hombre pero prefirió primero conversar con su mejor amiga, fue así como sin previo aviso y sin comentárselo a nadie se fue a visitar a su hermana más querida.

Este encuentro iba a significar de alguna manera un episodio entre lo divino, representado por Elena y lo pagano representado por Ernesto, aunque él no fuere el inculpado sino solamente el portavoz, sino por su padre Fabián, veremos entonces cual será la reacción de una de sus menores hijas y de alguna manera su preferida, cuál ha de ser la actitud que ella asumirá ante el eminente pecado cometido por su amado padre.

Finalmente Ernesto llegó al convento, se anunció y solicitó conversar con su hermana Elena, fue un encuentro muy emotivo, tenían sin verse justo más de un año, el mismo tiempo que ella había decidido entregarse al señor según un llamado que recibió.

Lo primero que hizo Ernesto, que la conocía bien, fue preguntarle cómo se sentía y si se había habituado a la vida en el convento, sonriendo le dijo, me cuesta creer que eres monja hermanita, ella le devolvió una sonrisa y dijo son cosas de Dios, Ernesto le volvió a sonreír diciéndole, sé que esto pasará pronto Elena, esto no es para ti, tú eres una mujer de mundo, Dios está en todas partes, además hermanita, hay miles de maneras de entregarse a Dios, lo se dijo ella, lo sé hermano, y le preguntó si ya había desayunado, la hermana Ricarda prepara unos desayunos ricos, no gracias apunto él, vale, dijo ella.

Y a que debo tu visita es la primera vez que vienes, todos ustedes me olvidaron, sólo Mariam viene a verme, tu sabes hermana la Universidad me quita mucho tiempo, esta carrera de ser médico es muy sacrificada, de principio a fin es de alguna manera algo así como estar en un convento hay que tener vocación Elena, tú lo sabes, excusas y más excusas sostuvo ella.

Lo que te vengo a contar es algo que estoy segurísimo tú no lo sabes, aunque no me sorprendería si lo supieras, pues pienso que luego de enterarme de esto pocas cosas por ahora lograrán sorprenderme.

Ella cogió sus manos y le dijo cariñosamente ¿Ernesto viniste a hablar con la hermana Elena, la monja, o con tu hermana Elena? Prefiero conversar con mi hermana que es a quien conozco, está bien dijo ella, aquí estoy por favor ya no me hagas esperar y dime lo que sea.

Al grano directo, está bien dijo él ¿sabías que papá tiene otro hijo? No, contestó ella, estuvo tan calmada al responder que Ernesto se sorprendió. Dime ¿lo sabias, sí o no? moviendo la cabeza de un lado a otro dijo, no Ernesto puedes explicarme por favor.

Si, te voy a contar desde el principio cómo lo conocí y cómo me enteré, antes debo comentarte que somos muy amigos, aunque estamos distanciados luego de todo esto y lo aprecio mucho, me parece bien dijo ella, él la miro con asombro, aunque pensó, “bueno es una monja, seguramente tiene una visión diferente”.

Acto seguido Ernesto le contó a su hermana Elena toda la historia de principio a fin, ella lo escuchó con mucha atención y sin interrumpirle en ningún momento.

Elena preguntó, antes de decirte lo que debemos hacer, según creo yo ¿qué te dijo mi madre? porque conociéndote estoy segura que le preguntaste, pues a decir verdad nada relevante, no sé si pensar que lo sabía, o si no tengo muchas dudas con ella y tu sabes que no va a hablar, lo sé no hablara, prefiere encubrir a papá, sí lo sabía de alguna manera estará destrozada y su justificación será que lo hizo por nosotros, bueno hermano, dijo Elena, esto va a ser un lio tremendo, yo pienso hablar con papá dijo Ernesto, a lo que Elena le dijo, aun no Ernesto, vamos a estar bien seguros de lo que haremos antes de dar un paso en falso ¿paso en falso? preguntó él, no hay paso en falso Elena, es o no es, Ernesto dijo ella, debes calmarte no va a ser fácil para ninguno, además es un hecho cierto, ocurrió, está ahí y va a estar en nuestras vidas por siempre, la misericordia de Dios es infinita debemos mantener la fe,

¿en qué? preguntó Ernesto, ella sin alzar la voz dijo todos tenemos derecho al perdón inclusive papá.

Mariam era la menor de las cuatro hermanas y su afinidad con Elena siempre se notaba, Elena la mimaba y le llamaba cariñosamente hermanita, la protegía en todo y era además su confidente, no existía detalle de la vida de Mariam que Elena no supiera y apoyase según Mariam, Elena nunca la había defraudado y con ella siempre estaba segura, no sólo la apoyaba en todo, sino que también la protegía.

De alguna manera Elena se estaba convirtiendo, o ya lo era, a su corta edad, en una mujer de mundo, sus continuos viajes de seguro le habían aportado muchas vivencias que la hacían mirar al mundo desde una perspectiva más amplia y sin ningún tipo de prejuicios, por ello temprano se dio cuenta de las inclinaciones sexuales de Mariam, ella se sentía muy atraída por su mismo sexo, llevaba el cabello corto, vestía siempre de Jean, no se maquillaba y no tenía amigos, pero obviamente en esa época no ocultar sus inclinaciones sexuales le hubiese ocasionado innumerables problemas y el disgusto para mi abuela o la tristeza, quién sabe qué hubiese podido pasarle, por ello Elena que la adoraba y lograba comprenderla ya que en su infinita experiencia con motivo de sus viajes conoció damas con este tipo de inclinaciones, era obvio que Mariam había dejado de parecerse a su madre y poco apoco sus prejuicios sobre la conducta de la sociedad estaban cambiando en su vida.

Elena quería respaldar a su hermanita en sus pretensiones o gustos sexuales y en consecuencia se la llevó de viaje en algunas oportunidades para que, de esa manera, Mariam tuviese la oportunidad de desatar sus deseos, sin embargo contrario a lo que Elena pensaba aun Mariam no había encontrado alguien con quién tener un romance.

Elena decidió que debía llevarla a Paris y presentarle alguna de sus amistades cuya mentalidad estaba concebida con mayor libertad de pensamiento, al principio se sentía un poco cohibida, pero con el pasar de los días Mariam empezó a sentirse cómoda en ese ambiente y fue así como tuvo su primer encuentro lésbico.

Cuando Elena pasó por la terrible experiencia de haber sido abandonada pocos días antes de celebrar su boda y decidir irse al convento, siempre fue Mariam su principal apoyo, de alguna forma estaba siendo solidaria con su hermana preferida, por ello decidió animarla en todo cuanto le fuera posible.

Por supuesto que sobre la vida privada de Mariam sólo Elena, en la familia, lo sabía. Ernesto por su parte tenía sospechas pero no comentaba nada, en una oportunidad conversó con Elena sobre el tema y ella se limitó a decir Mariam es diferente hermano.

Elena sabía perfectamente que cuando, algún dia, se enterara su familia de las preferencias sexuales de Mariam, con seguridad seria un escándalo y en especial su madre no estaba preparada, ni entendía de esas cosas, por ello prefería tutelar su conducta para mantener la situación oculta todo el tiempo que fuera posible.

Los amoríos de Mariam, en el mundo que ella siempre anheló, se iniciaron con una chica a quien conoció en una fiesta que aisistió con su hermana Elena en Paris, ya ella le había dado uno que otro consejo, diciéndole, puedes hacer con tu vida lo que quieras, es tu vida y debes vivirla como te proporcione la mayor felicidad, es tu vida y sólo tuya, ese mundo al que tu quieres o deseas ingresar está lleno de mucha perversidad, ten mucho cuidado, no te prostituyas ni seas promiscua, cuídate de las drogas, no las aceptes bajo ningún concepto.

Elena estaba tratando de orientar a Mariam, no sólo para lo que ella deseaba, sino también para la vida, esa conversación duró prácticamente una noche y Mariam entendió todo lo que debía hacer con su vida, si bien tal y como le dijo Elena era su vida.

La chica que conoció esa noche se llamaba Camile, era de Marsella, una Ciudad portuaria del Sur de Francia, era rubia, tenía 22 años y estudiaba arquitectura.

La noche en que se conocieron, Camile ya experimentada en el lesbianismo y sin ningún recato, abordó a Mariam en su precario español, sin embargo no había mucho que hablar pues fue muy obvio que hubo un chispazo casi instantáneo, lo que aprovechó Camile para apartarse un poco de la multitud y sin ningún tipo de ataduras comenzó a darle besos a Mariam por las mejillas, Mariam, quien a su vez no podía ocultar su timidez, se dejo arrastrar por ese tierno momento y dejó que Camile le acariciara el rostro.

El romántico encuentro no pasó de allí esa noche, ya que aunque Elena se encontraba un poco apartada fingió no

darse cuenta del acontecimiento, pero al rato se acercó a las dos chicas para informarle a Mariam que en poco tiempo ya tendrían que retirarse, a Camile se lo dijo en francés a lo que asintió diciendo c′est bien.

Ambas chicas estaban conscientes de que era necesario un segundo encuentro, por lo que concertaron una cita para el próximo viernes por la tarde en el Café de la Rotonde, ubicado en el Barrio de Montparnasse en Paris.

Ernesto, tal como lo había conversado con Elena, se propuso abordar a su padre de una forma discreta, cuya única intención no era otra sino tratar de que éste le explicara sobre su medio hermano Jairo, fue así como sucedió el tan esperado momento.

Un día le dijo, padre que tal si almorzamos durante la semana, su padre respondió amablemente, por supuesto hijo, sólo dime el día, el miércoles dijo Ernesto, el padre le estrechó la mano y dijo, hecho, te espero en mi oficina a las 12:30, ¿vale?.

Ernesto no tenía la menor idea de cómo abordaría a su padre que era un tipo muy imponente, ni siquiera se le había ocurrido nada de qué hablar, pero Ernesto era un tipo por demás inteligente y seguramente se le ocurriría algo.

Llegado el día, Ernesto se fue a buscar a su padre y fueron a un restaurant muy elegante el cual era visitado por Fabián con frecuencia, al llegar ordenaron cerveza pero Ernesto prefirió un jugo ya que no bebía licor.

Charlaron sobre la Universidad, las obras en ejecución, sobre sus vidas, los proyectos, los planes futuro y un sinfín de cosas.

Ernesto, aunque trataba de disimularlo, se sentía muy nervioso y no encontraba la forma de abordar el tema, por

su parte su padre estaba muy tranquilo, se preguntaba Ernesto si se imaginaba sobre qué quería hablarle, o si simplemente suponía que quería compartir con él un agradable momento en sus respectivas y ocupadas vidas.

Pero estos encuentros no eran muy comunes entre padre e hijo por lo que Fabián preguntó, ¿a ver hijo, querías hablarme de algo en concreto? Ernesto vaciló y dijo, bueno… este… realmente si, dime dijo su padre, me agrada mucho compartir con todos ustedes, lo sabes, quisiera tener más tiempo pero es imposible, sin embargo trato, tienes algún problema o necesitas algo.

Ernesto entendió que, o hablaba, o no hablaba, pero su inteligencia afloró en ese momento y contrario a lo que había acordado con Elena, sin rodeos, se fue directo diciéndole, “papa quería hablar contigo y quiero que me digas la verdad, siento que lo merezco porque soy tu hijo.”

Fabián, sin entender, ni se imaginaba el escenario que se aproximaba, no obstante alcanzó a decir, claro hijo por supuesto que te voy a decir la verdad, siempre ha sido así, pero no sé de qué quieres hablarme.

En ese momento Ernesto le dijo repentinamente, conocí a Jairo y nos hemos hecho muy amigos, aunque por ahora estamos un tanto distanciados.

A Fabián se le enrojeció el rostro, aquella afirmación lo dejo desequilibrado, por un momento guardó silencio… repentinamente dijo, ¿y cómo fue eso? Ernesto ya había liberado al monstruo y obtuvo serenidad y equilibrio en la

conversación, estaban de tú a tú y el acusado era su padre y no él.

Ernesto le contestó, ese es un detalle irrelevante padre, me imagino que no pretendías que no se supiera nunca, se estaba mostrando quizás un poco altanero, se sintió que de alguna manera tenia acorralado a su padre, más bien yo soy el asombrado, o mejor dicho nosotros, ¿nosotros? Preguntó su padre, ¿quiénes?, se notaba angustiado, por ahora sólo Elena y yo.

Te decía que estoy asombrado de cómo en esta Ciudad tan pequeña no nos enteramos antes.

Perdóname hijo, dijo su padre totalmente avergonzado, quizás no sea el momento más adecuado, pero te lo voy a contar, estoy dispuesto a aceptar mi culpa, yo siempre supe que esto ocurriría.

Ya yo estaba casado con tu madre cuando ocurrió, en realidad, inclusive, ya había nacido tu hermana María Fernanda.

Conocí a Sandra en una reunión del Colegio de Ingenieros, ella era la secretaria de un amigo, al momento me sentí atraído por ella, quizás por cosas del destino comenzamos a encontrarnos con frecuencia, no sólo en el colegio, sino en eventos, su jefe era mi colega y amigo.

Ernesto lo interrumpió, ¿quién mas sabe?, sólo el colega, su jefe, que yo sepa. Ernesto guardó silencio y su padre prosiguió.

Tu madre y yo nos conocemos desde niños y siempre creí estar enamorado de ella, pero a la postre Sandra se convirtió en mi verdadero amor. ¿Por qué no te separaste de mi madre? No podía hacer eso, no tenía razón alguna, y no pensaste que al final sería peor, no hijo, nunca me imagine así.

Ernesto se paro repentinamente, sin ocultar su disgusto, su padre le dijo, implorándole, por favor Ernesto perdóname y no me juzgues, no te pido que te pongas en mi lugar, pero no me juzgues.

Aquel hombre que era el Ingeniero Fabián Valverde, exitoso en ocasiones, prepotente, con fama, dinero y hasta con una envidiable familia, ahora se sentía desplomado, acabado, enredado en un conflicto del cual no sabía si podría salir, quizás le iba a costar su propia felicidad.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo