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cuando salí de la oficina de mi hermano, el señor Lombardo me intercepto.

— ¿puedo hablar contigo? — Me preguntó.

Yo lo dude por un momento pero después asentí con la cabeza.

Él me llevo al jardín, allí no había nadie, así que podíamos hablar bastante agusto.

— Se que te gusta Viviano, y por lo que acabo de ver, a el también le gustas — Me dijo.

Yo levanté la ceja, que se supone él había visto.

— No lo entiendo — Le dije un poco nerviosa.

— Ví como Viviano te comía con la mirada, y estoy seguro que en esa oficina no solo platicaron — Me dijo el con una enorme sonrisa.

— A Viviano se le nota a leguas que está loco por ti — Me dijo.

Yo trate de no sonreír, pero me ponía muy feliz escuchar esas palabras de la boca del abuelo de Viviano.

— Pero hay un problema, Viviano es muy testarudo, él no se deja llevar de nadie — Me dijo.

Y tenía bastante razón, de los tres hermanos, Viviano era el más gruñón y mandon.

— Me gustaría ayudar a que Viviano se fije en ti, que se enamore perdidamente de
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