La loba alzó las orejas, atenta, como si cada palabra de Somali fuera más valiosa que cualquier mandato.Somali dio un paso hacia adelante. Y luego otro. Sus pies desnudos apenas tocaban la superficie del agua, que se ondulaba suavemente bajo ella sin mojarla.—Gracias —dijo, apretando las manos contra su pecho—. Gracias por protegerme cuando yo misma no sabía cómo hacerlo. Perdóname... por no haberte escuchado antes. Por tenerte miedo. Por haberte hecho callar cuando intentabas hablarme, por haberte apagado y mantenido aquí.Zelda ladeó ligeramente la cabeza, y un brillo cálido cruzó sus ojos. No era el juicio lo que Somali encontró en su mirada. Era algo más profundo: comprensión. Lealtad. Una promesa silenciosa de que nunca la abandonaría.Somali se arrodilló frente a ella, al borde del agua, sintiendo cómo su corazón se abría, como una flor cansada de cerrarse.—Quiero caminar contigo —manifestó—. No delante, no detrás. Contigo.Durante un segundo que pareció eterno, Zelda permane
Las noches en el territorio Varhallow eran tranquilas en apariencia, pero Somali sabía que bajo esa calma se escondían secretos.Y Ronan era uno de esos secretos.Desde hacía semanas, ella había comenzado a acercarse a él de nuevo, dejando caer comentarios casuales cuando sus caminos se cruzaban, intercambiando miradas que no decían nada y lo decían todo. Se mostraba relajada, casi indiferente, como si simplemente se cruzaran por accidente. Pero bajo esa máscara, su mente trabajaba incansablemente, observándolo, registrando cada uno de sus movimientos.Dorian le había dicho que se olvidara de Ronan por un tiempo, ya que la estaba afectando mucho. Sin embargo, Somali no podía hacer a un lado todas las sospechas que tenía sobre él. Quería averigüar la verdad cuando antes, saber de una vez por todas si Ronan tenía o no una conexión con Nolan. Por esa razón, ella fingió que ya no pensaba tanto en el tema, solo para que Dorian se mantuviera tranquilo con respecto a eso. Sin embargo, Somal
Oculta entre la espesura, Somali apenas se atrevía a respirar. Convertida en loba, mantenía su cuerpo pegado al suelo, con los ojos incrustados en las dos figuras que se encontraban en aquel lugar a escondidas. El viento trajo hasta ella un aroma conocido, inconfundible: Nolan. Frente a él estaba Ronan, también en su apariencia lobuna, nervioso, lanzando miradas a su alrededor para asegurarse de que no eran vistos.Somali aguzó el oído, en lo que su corazón golpeaba con fuerza dentro de su pecho. Tanto, que temía que ambos lobos lograran percibirlo.Por lo tanto, respiró profundo y trató de calmarse. Entonces escuchó.—¿Qué es lo que está sucediendo ahora dentro del territorio Varhallow? —preguntó Nolan—. ¿Y qué es lo que está pasando con Somali? Tienes que hacer que vuelva a salir de allí. Que vuelva a estar sola.Somali contuvo el aliento ante aquella imposición.—Pues eso será bastante difícil —expuso Ronan—. Apenas una vez pude lograr que saliera del territorio, diciéndole que pod
Cuando Somali regresó, el silencio de la noche aún envolvía la mansión como un manto denso y pesado. Sus pasos, aunque ligeros, crujieron sobre las viejas maderas del vestíbulo, y mientras ascendía las escaleras hacia el segundo piso, sintió el peso de una mirada fija sobre ella. Dorian estaba allí, de pie frente a la ventana de su habitación, apenas iluminado por la pálida luz de la luna que se filtraba entre las cortinas. Él no había dejado de mirarla desde el momento en que la vio acercarse a la propiedad, en lo que sus sentidos aguzados la reconocieron desde la distancia. Con los brazos cruzados sobre el pecho y el rostro ensombrecido por la preocupación, esperaba en silencio su llegada.Somali abrió la puerta y, al entrar, lo encontró exactamente en esa posición: inmutable, como una estatua tallada por la misma inquietud que ella había intentado ocultar durante su regreso. Dorian desvió lentamente la mirada hacia ella y se mantuvo en silencio unos segundos, dejando que el peso de
Dorian se debatía entre el orgullo y la preocupación, entre la necesidad de protegerla y la realidad innegable de que Somali ya no era una loba indefensa que necesitaba resguardo constante. Era fuerte y estaba dispuesta a arriesgarse por lo que consideraba importante.—No sabes el riesgo que corriste... —soltó Dorian al final—. No sabes el miedo que me da pensar en todo lo que pudo haberte pasado.Somali lo miró a los ojos, decidida y serena, y en ese momento, sin necesidad de palabras, Dorian entendió que ella ya había elegido su camino. Y que él, si quería estar a su lado, debía aceptar no sólo su amor, sino también su fuerza, su voluntad, su instinto de actuar cuando fuera necesario.—Por otro lado... tampoco me hablaste de tu Loba —agregó él—. No me contaste que ya habías logrado vincularte tan profundamente con ella. Somali... ¿qué está ocurriendo entre nosotros? ¿Ya no confías en mí?Sus ojos la buscaron, intentando encontrar una respuesta que no doliera. —No es eso, Dorian —su
Dorian la observó, sin decir una palabra durante varios segundos. Algo dentro de él se removió con fuerza, y no fue precisamente por la mención de la tortura, ni siquiera por el hecho de que Ronan los había traicionado. Fue por ella. Por Somali.La mujer que tenía frente a él, esa que hablaba con tanto temple y resolución, era la misma que alguna vez había intentado salvar hasta a sus enemigos. La misma que, incluso herida, había sabido perdonar. Y ahora… ahora hablaba con frialdad, con una dureza que no le era natural. Dorian entendía de dónde venía esa rabia. Entendía su necesidad de justicia, su deseo de vengarse por todo el dolor que Nolan le había causado. Pero al mismo tiempo, esa transformación silenciosa le provocaba una inquietud que no podía ignorar.Somali, pensó, era bondadosa por naturaleza. Incluso cuando el mundo fue cruel con ella, incluso cuando fue traicionada y humillada, su corazón nunca dejó de ser noble. Esa pureza, esa compasión que la caracterizaba… era lo que
—Lo sé —manifestó Somali—. Y yo también… pienso igual. Haría cualquier cosa por ti, y para protegernos. Por eso espero que me entiendas.Sus dedos se aferraron con más fuerza a los de él, como si temiera perderlo por lo que estaba a punto de decir.—Y con respecto a Ronan… —su tono cambió, más frío, más determinado— tenemos que actuar ya. No podemos seguir tratándolo como uno de nosotros. No después de lo que descubrimos. Es un hipócrita. Un traidor. Nos mintió en la cara, nos manipuló —lo miró fijamente, con los labios apretados por la rabia—. Así que, ¿qué vamos a hacer con él, Dorian? ¿Lo atrapamos esta noche?—Tranquila —dijo con voz baja—. Te voy a explicar lo que vamos a hacer.Se inclinó un poco hacia ella, bajando la voz aún más, como si el aire mismo tuviera oídos.—Vamos a seguir como si nada. Nadie debe sospechar que ya sabemos la verdad. Tú vas a continuar con tu entrenamiento, con tus rutinas, con tu vida normal… Aunque sé que no va a ser fácil, especialmente por lo que d
El Laboratorio Delta-7 no era un sitio común. Oculto en las profundidades de la ciudad humana, bajo toneladas de concreto y acero, albergaba uno de los secretos mejor guardados del mundo: el lobo inmortal.Los científicos no conocían su nombre, solo lo llamaban Sujeto Alfa. No sabían que no era solo un lobo, sino una criatura más antigua que sus propias civilizaciones.Los guardias del laboratorio se jactaban de haber atrapado a la bestia más peligrosa de la historia, el lobo de la leyenda, el Alfa eterno, el salvador de su especie. Pero en lugar de liderar a su pueblo, ahora yacía en una habitación de cuatro paredes blancas, sometido a pruebas que lo destruían una y otra vez… solo para verlo sanar, solo para comprobar lo que ya sabían: no podían matarlo.El frío de la habitación era insoportable y el hedor a sangre y pólvora impregnaba el aire. En el centro, sujeto con cadenas de acero reforzadas con plata, yacía el lobo de la leyenda.Su pelaje dorado estaba cubierto de llagas abier