Después de aquella revelación tan importante, todos quedaron en silencio. Freya, por su parte, entrecerró los ojos, como si intentara asegurarse de que había escuchado bien, de que sus sentidos no le estaban jugando una mala pasada.—Entonces, Alfa… —soltó—. ¿Usted ya encontró a su mate? ¿A la mujer que dejó en el mundo humano?Dorian no apartó la mirada de ella, pero en su postura rígida y en la sutil contracción de su mandíbula se adivinaba la carga de todo lo que había confesado.—Sí, ya la encontré. La loba que dejé en el mundo humano es Somali.Las palabras retumbaron con un eco sombrío dentro de la celda, arrastrando consigo una certeza que parecía hundirse en los huesos de quienes las escuchaban. No era solo la revelación de un vínculo destinado, de un lazo que debía haber sido sagrado desde su origen. Era la confirmación de que el lobo inmortal había cometido el más grande de los errores. Y ahora debía enmendarlo, sin importar el precio.Dorian inclinó ligeramente la cabeza ha
Saphira observó el cuerpo de Somali con atención, buscando cualquier señal de reacción, cualquier mínimo indicio de que su alma la había escuchado. Pero la joven permanecía inmóvil. Encadenada, con gruesos grilletes de hierro ne-gro sujetando sus extremidades, su cuerpo yacía tendido sobre una plataforma de piedra. Estaba despierta, sí, pero su mirada vacía revelaba que no era del todo consciente de lo que ocurría a su alrededor. Sus pupilas, dilatadas y sin enfoque, miraban la nada, como si su mente estuviera atrapada en un abismo insondable.La sacerdotisa se apartó con frustración, sintiendo el peso del fracaso en sus huesos. Había supuesto que, al ser Somali una loba—o al menos tener la esencia de una—el vínculo natural entre los de su especie bastaría para alcanzarla. Pero la realidad era cruel. Somali no tenía conexión mental con otros lobos. Su alma estaba desgarrada, desconectada de su naturaleza.Saphira inhaló profundo y, sin dudarlo, dejó que su forma lobuna se deshiciera e
Frustrada, Saphira decidió entonces recurrir a los sellos sagrados, esos que habían sido utilizados por generaciones de sacerdotes y sacerdotisas para liberar almas atrapadas en cuerpos o mentes confusas. Trazó cada marca con una precisión que solo una sacerdotisa de su rango podía lograr, esperando que el poder de los sellos los ayudara a restaurar la esencia de Somali. Pero al igual que los intentos anteriores, los sellos no surcaron la carne ni tocaron el alma de Somali. La loba seguía atrapada en su caos interior, sin reconocimiento de su pasado ni de la esencia de su ser.Saphira, agotada y llena de frustración, finalmente se acercó a Dorian. Sabía que las posibilidades de traer a Somali de vuelta eran mínimas, pero también sabía que el vínculo entre ellos era profundo, uno que ni siquiera las barreras físicas o mágicas podían romper por completo. —He intentado varias opciones, Alfa. Pero ninguna ha funcionado —expuso.—¿Entonces, qué es lo que vamos a hacer? ¿Qué más puedo hace
Saphira, al principio, dudó de si esta repetición tendría algún efecto. Pero mientras observaba, notó que las reacciones de Somali comenzaban a ser ligeramente diferentes. La loba gruñía menos al escuchar su nombre y sus ojos se entrecerraban como si estuviera tratando de reconocer algo. Era sutil, pero Saphira sabía que algo se estaba moviendo, que algo estaba cambiando.Los días pasaron, y cada vez que Dorian volvía a la mazmorras, le hablaba a Somali de los recuerdos que compartían, de los momentos tranquilos, de la vez que la conoció, las charlas que tuvieron, y entre otras cosas. Saphira veía cómo Somali, aunque aún atrapada en su forma de loba, respondía de maneras pequeñas pero notables. En ocasiones, sus ojos dejaban de ser completamente salvajes, y por un instante, una chispa de reconocimiento brillaba en ellos. Aunque nada de esto era suficiente para revertir por completo su estado, Saphira confiaba en que el vínculo de mate entre Somali y Dorian finalmente haría lo suyo. S
La noche estaba envuelta en un silencio profundo, solo interrumpido por los suaves susurros del viento que acariciaban las hojas de los árboles cercanos. El cuerpo lobuno de Somali dormía pesadamente, aunque no estaba sola. Dorian dormía justo a su lado.Él estaba allí, descansando cerca de ella e irradiando su calor a través de la pequeña distancia que los separaba. Dorian había decidido quedarse a su lado esa noche, había prometido estar allí, como su compañero, como su Alfa, y estaba cumpliendo su promesa. No importaba lo que sucediera, él no se iría. La calidez de su cuerpo era un refugio en medio de la tormenta interna que Somali sentía. A pesar de no poder comprender completamente qué estaba pasando, podía sentir la cercanía de él, una sensación reconfortante y extraña al mismo tiempo. Su presencia la envolvía como una capa de seguridad.Fue entonces cuando lo olió. Primero fue un susurro en su mente, una fragancia familiar que la envolvía como un abrazo cálido, un aroma que nu
El silencio en la celda era absoluto, interrumpido solo por la respiración pausada de dos cuerpos que descansaban juntos en la penumbra. Dorian dormía en su forma de lobo, con su cuerpo imponente y cubierto de un espeso pelaje dorado que contrastaba con la suavidad del lecho improvisado en el suelo de piedra. Estaba acostumbrado a la soledad, al vacío de no sentir el vínculo con su compañera, a esa sensación de estar cerca pero a la vez infinitamente lejos. Pero esa noche, algo era diferente. El calor a su lado era distinto, más reconfortante, más humano.Su respiración se alteró ligeramente cuando comenzó a despertar y su subconsciente notó la anomalía antes de que su mente estuviera completamente alerta. Con un leve gruñido, entreabrió los ojos dorados y su cuerpo se tensó al instante. Había una figura humana a su lado, acurrucada contra él, abrazándolo como si nunca quisiera soltarlo. Sus brazos rodeaban su torso lobuno con una familiaridad que le resultaba imposible de procesar al
Somali estaba desnuda, lo cual fue el precio de haber regresado a su verdadera forma tras tanto tiempo atrapada en el abismo de su propia mente y cuerpo. Pero Dorian no la miró con deseo ni con intenciones impuras. Eso era lo menos importante en ese momento. Lo único que realmente importaba era que ella había vuelto. Que su esencia, la verdadera Somali, estaba ahí otra vez, no un reflejo distorsionado de lo que una vez fue.—Estás aquí —murmuró Dorian contra su cabello.Somali se aferró a él con la misma intensidad, respirando profundamente, sintiendo cómo su cuerpo se amoldaba al suyo, como si buscara asegurarse de que él también era real.Había regresado. Finalmente había salido del abismo. Y eso, más que cualquier otra cosa, era un motivo para celebrar.Dorian sintió un impulso arrollador antes de siquiera procesar lo que estaba haciendo. Sus manos, fuertes y cálidas, se deslizaron hasta el rostro de Somali, enmarcando sus mejillas con un cuidado casi reverente. Se quedó quieto sol
Somali sonrió ante esta revelación, con una ternura que le iluminó el rostro. No le molestó para nada, al contrario, le gustó bastante. Aunque en el fondo ya lo sabía, pues ¿quién más podría haberla besado en un momento como aquel? Sin embargo, escucharlo de los labios de Dorian, ver su expresión confundida y luego la chispa de reconocimiento en sus ojos dorados, le provocó una sensación cálida en el pecho, un suave cosquilleo que se extendió por su cuerpo.Con delicadeza, alzó ambas manos y enmarcó el rostro de Dorian entre sus palmas, en lo que sus pulgares acariciaban la piel suave de su quijada. —Pues eres muy cruel e injusto… —dijo, inclinando el rostro apenas unos centímetros más cerca del suyo—. Porque en ese momento… yo no estaba totalmente despierta, así que… prácticamente lo olvidé.Dorian la miró con un dejo de culpabilidad y sorpresa, abriendo la boca para responder, pero sus palabras parecieron atorarse en su garganta por un instante. —No quiero que pienses que quise pa