CAPÍTULO 54: DISFUSIÓN ERÉCTIL.Giovanni se giró y vio a dos chicas morenas en sus veinte que lo miraban con sonrisas atrevidas. Una de ellas, sin rodeos, le lanzó una mirada coqueta y le dijo:—¿Nos das tu número?Él alzó las cejas, divertido, y soltó una pequeña risa.—Vaya, son bastante directas en estos tiempos.La otra chica se acercó un poco más y, con una sonrisa de complicidad, añadió:—Claro, a hombres como tú no se les puede dejar escapar así como así.Giovanni se quedó sorprendido por su audacia, y justo en ese momento vio a Adeline acercándose, observándolo con los ojos entrecerrados y una expresión de desaprobación muy clara. Decidió seguir el juego un poco más, así que sonrió mientras respondía:—¿Ah, sí? ¿Y ustedes son… hermanas?Las dos chicas soltaron una risa suave. La primera negó con la cabeza y le contestó:—No, pero podemos ser lo que tú quieras, guapo. —Se inclinó hasta quedar peligrosamente cerca de sus labios—. Podemos divertirnos los tres, ¿qué dices?Giovanni
CAPÍTULO 55: MISMA HABITACIÓN.Después de aterrizar en Miami, Adeline y Giovanni llegaron al lujoso hotel St. Regis Bal Harbour, en la soleada costa. Todo iba bien hasta que ella escuchó algo inesperado de la recepcionista.—¿Cómo que una reservación? —preguntó, frunciendo el ceño.—Lo siento, señorita, pero… fue lo que pidieron. Nosotros solo seguimos órdenes —respondió la recepcionista, incómoda.Adeline se giró con los ojos entornados hacia Giovanni, quien la observaba con una expresión de lo más inocente, como si no tuviera idea de lo que estaba ocurriendo.—Esto es obra tuya, ¿verdad? ¿Pediste una sola reservación? —le reclamó, claramente irritada.Él se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada.—Claro que no, seguramente mi asistente escuchó mal, puedes desquitarte con él cuando regresemos —dijo con calma—. Pero ahora, no hay otra opción más que...—¡Oh, no! —lo interrumpió Adeline de inmediato, moviendo la cabeza con firmeza—. No voy a quedarme en una misma habitación co
CAPÍTULO 56: CAMA PROVISIONAL.—¡Quítate! —exigió Adeline, forcejeando e intentando moverlo.Giovanni la miró con una sonrisa divertida, aunque sus ojos reflejaban algo más, una chispa que ella reconoció al instante.—¿Tienes que… estar tan cerca? —dijo, aunque su voz había perdido parte de su firmeza habitual.Él sonrió sin moverse.—Lo siento, monella —respondió en tono seductor, sin hacer el menor esfuerzo por levantarse—. Pero parece que el destino nos está dando una oportunidad, y yo… voy a aprovecharla.Sin esperar más, se inclinó y la besó.Al principio, Adeline se resistió, pero después, como si una fuerza invisible la dominara, se dejó llevar. Por unos segundos, el control se le escapó de las manos; su mente se nubló, y el amor que había intentado reprimir salió a flote. Sintió cómo todo lo que había intentado enterrar volvía a surgir con intensidad. Atrapada en aquel beso, sintió que el tiempo se detenía, y su mano se deslizó suavemente hacia el cuello de Giovanni, entregándo
CAPÍTULO 57: BUENOS DÍAS, LUCIFER.Su mirada, traicionera, descendió hasta su ingle, encontrándose con una visión que la dejó sin palabras. Allí, firme y poderosa, la polla de Giovanni parecía desafiar el aire entre ambos; estaba erguida con una dureza que no dejaba lugar que podía brindar orgasmos y placer. Su forma era perfecta y sugerente, de un grosor y tamaño que cualquiera que lo viera estaria segura de que disfrutaria y ante esta visión el pulso de Adeline comenzó a latir sin control. Todo en ella desprendía un magnetismo que la atrapaba sin remedio.Sintió un calor recorrerle el cuerpo mientras un pensamiento fugaz y atrevido se colaba en su mente: «Santa madre, ¿cómo pudo algo tan... imponente caber dentro de mí? Espera… ¿qué rayos estás pensando, Adeline? ¡Deja de mirar!»Sin embargo, sus ojos, hechizados, no se apartaban; cada segundo la acercaba más a esas promesas de placer y recuerdos que ahora parecían arder entre ellos.Giovanni notó su reacción y esbozó una sonrisa co
CAPÍTULO 58: TENSIÓN EN LA SALA DE JUNTAS.Durante la reunión, Sera se mostró completamente absorta en Giovanni, casi como si Adeline no existiera en la sala. Cada vez que él hablaba sobre el proyecto del hospital, Seraphina lo miraba con ojos brillantes de admiración.—La idea de reforzar la estructura en las áreas de cuidados intensivos es excelente, Giovanni —dijo, inclinándose ligeramente hacia él con una sonrisa que pretendía ser profesional, pero que claramente tenía algo de coquetería—. Pienso que garantiza no solo la seguridad, sino también la tranquilidad de las familias que visitan.Adeline no podía creer lo que estaba viendo.«¿En serio? ¿Esta descarada va a seguir ignorándome? Qué manera tan "sutil" de rogar por atención». Sus ojos se entrecerraron cuando vio cómo la mujer le lanzaba otra mirada de adoración a Giovanni, y su irritación subió otro nivel.Por otro lado, Giovanni, aunque algo incómodo, continuó explicando los detalles del proyecto.—Gracias, señorita Caldwell.
CAPÍTULO 59: HABLAME DE ELLA.De vuelta en el hotel, Adeline acomodaba las almohadas, preparándose para dormir bajo la mirada insistente de Giovanni. Después de la reunión, él tenía mil preguntas; su mente estaba llena de dudas y pensamientos revueltos. Sin embargo, desde que abandonaron la sala de juntas, Adeline no había pronunciado una sola palabra, y su actitud había vuelto a ser esa máscara fría y distante que él conocía bien.Ella se acomodó en la cama y le dio la espalda, ignorándolo por completo. Giovanni suspiró levemente, mirando su improvisada cama en el suelo. Se acomodó moviendo la almohada, buscando una posición cómoda, pero era imposible lograrlo en la superficie dura y el frío de la habitación que se colaba a través de la delgada cobija.—¿Puedo... puedo dormir en la cama? —preguntó, entre la desesperación y la súplica.Adeline abrió los ojos y, por un breve instante, una sombra de tristeza cruzó su rostro. Sentía algo al verlo allí, incómodo y vulnerable, pero rápidame
CAPÍTULO 60: DESEO INSATISFECHO. Al llegar a la elegante propiedad en Indian Creek, Adeline y Giovanni entraron al lujoso salón, donde Elara y Nathaniel ya los esperaban. —Pensé que no vendrían —dijo Elara, sonriendo mientras se acercaba a saludarlos. Giovanni, con su brazo alrededor de la cintura de Adeline, se adelantó a responder. —Es que ya sabes, a las mujeres les toma siglos arreglarse —dijo con una sonrisa socarrona. Nathaniel asintió con simpatía y comentó, mirando de reojo a su esposa. —Dímelo a mí. Llego a conocer cada detalle del suelo de nuestro vestíbulo cuando ella se prepara. Elara negó divertida, y con un gesto amable, les indicó que los acompañaran. —Déjenme enseñarles dónde dormirán —anunció mientras los guiaba hacia el interior. Adeline fingió una sonrisa mientras seguía a Elara por el pasillo. Mientras que Giovanni y Nathaniel, entre conversaciones sobre negocios, los siguieron de cerca. Al llegar, Elara abrió una puerta y les mostró una habitación amplia y
CAPÍTULO 61: UN JUEGO DE TENIS.Adeline mostró su incredulidad por un segundo antes de sonreír y abrazarlo.—¿Tú… tú qué haces aquí?Killian se apartó ligeramente, le devolvió una sonrisa y respondió.—Estoy principalmente por negocios y, en segundo lugar, porque Nathaniel y yo somos buenos amigos… No me digas que tú y Lucien también son amigos de Nathaniel y Elara. Adeline dudó, tragó un poco antes de explicarle:—En realidad… no estoy con Lucien —dijo—. Él está en Chicago, con Zoe… Yo vine por trabajo.Killian frunció el ceño, un poco confundido. Ellos se habían conocido en Londres, cuando ella había hecho la remodelación de su oficina principal. Le había gustado tanto el trabajo de Adeline que la volvió a contratar, y de un trato comercial surgió una amistad.—Entiendo… Bueno, ya que coincidimos, entonces ¿qué tal si nos hacemos compañía el uno al otro?Adeline mostró una leve sorpresa y, con rapidez, negó con la cabeza, pero justo en ese momento apareció Giovanni.—Cielo… —dijo él