¿Te está gustando la historia? ¿Que pasara cuando Gio, llame a Adeline?
CAPÍTULO 49: ¿PORQUÉ TE CASASTE CON ÉL? Adeline caminaba de un lado al otro, su rostro estaba tenso y sus manos temblorosas. No tenía idea de dónde estaba Zoe, y la incertidumbre la estaba consumiendo. Lucien, mientras tanto, hablaba al teléfono, su tono era frío y amenazante. —Escúchame bien —dijo, hablando con el director del colegio—, si no averiguas dónde está mi hija en los próximos cinco minutos, te aseguro que no volverás a trabajar en esta ciudad. ¿Me has entendido? No me interesa si tienes que revisar cada rincón del colegio, haz tu trabajo o tendrás serias consecuencias. De repente, el teléfono de Adeline sonó, y ella corrió a contestar, con el corazón acelerado. —¿Zoe, eres tú? —preguntó, desesperada. Del otro lado de la línea, Giovanni miró a su hija y luego respondió. —Soy yo, Adeline. Zoe... está aquí conmigo, en la que era... tu casa. El impacto de esas palabras cayó como una piedra sobre Adeline. Su respiración se detuvo por un instante, y luego sintió una oleada
CAPÍTULO 50: ¡DEMANDA POR ACOSO SEXUAL! Al día siguiente, Adeline abrió la puerta de su oficina y se encontró con Giovanni esperándola. Cerró la puerta con un ligero golpe y dejó su bolso en el sofá. —¿No se supone que deberías estar en tu oficina? O no sé… ¿encargándote de encontrar más proyectos? —preguntó con los brazos cruzados, haciendo que su elegante camisa de seda color cereza se tensara en su pecho. Giovanni, aunque venía a tratar un asunto importante, no pudo evitar que sus ojos se desviaran hacia ese detalle. Adeline chasqueó los dedos dos veces. —Mirarme el escote no viene en el contrato, Giovanni —dijo con frialdad. Él alzó una ceja y se puso de pie. —¿Cómo está Zoe? —preguntó mientras rodeaba el escritorio y sacaba unos analgésicos y los tragaba con un poco de whisky. Adeline frunció el ceño, incapaz de ignorarlo. —¿Sabes que los medicamentos y el licor no se mezclan, verdad? Giovanni terminó el trago y le dio una sonrisa casi irónica. —¿Preocupada? —Claro que
CAPÍTULO 51: REVELACIÓN.La secretaria entró con pasos cortos y dubitativos. En sus manos, llevaba un pequeño paquete de documentos, y su mirada bajó de inmediato cuando se enfrentó a Adeline.—Lo... lo siento, señora... yo... traje estos documentos que debe firmar —dijo con voz temblorosa, apenas levantando la vista.La expresión de Giovanni se volvió fría y penetrante, su mirada parecía capaz de atravesar a cualquiera que se interpusiera en su camino. Adeline, en cambio, estaba incómoda, apartó rápidamente a Giovanni, y se dirigió hacia el escritorio para recibir los documentos de la secretaria.—Gracias —murmuró, tomando los papeles y revisándolos cuidadosamente, como si esa minuciosa inspección pudiera borrar de la mente de la joven lo que acababa de presenciar.Giovanni se acomodó en una silla frente al escritorio, cruzando las piernas con una actitud relajada. Adeline lo miró, incrédula, mientras dejaba los documentos de lado.—¿No tienes algo que hacer? —preguntó, conteniendo la
CAPÍTULO 52: ME PERDISTE.—¿Casados? —susurró Adeline, atónita ante lo que acababa de escuchar, incapaz de procesarlo.Giovanni respiró hondo y con una seriedad casi solemne confesó:—Yo... yo nunca firmé los papeles del divorcio hace siete años, Adeline. Por alguna razón, no pude hacerlo esa noche.Ella sintió que el suelo se movía bajo sus pies. Y al segundo siguiente, se llenó de miedo, pensando en Zoe, su hija, y en la posibilidad de que Giovanni quisiera arrebatársela. De repente, y con una mezcla de furia y pánico, retrocedió y lo miró con una dureza en la que se leía su desesperación.—¡No te voy a dejar quitarme a Zoe! —le gritó, casi escupiendo las palabras—. No la separarás de mí.Giovanni intentó acercarse, con manos alzadas en señal de paz, pero ella retrocedió aún más, hasta que su espalda chocó con la pared. Al ver su temor, él suavizó la voz y trató de calmarla.—No, Adeline. Yo no... yo nunca haría eso. Jamás te apartaría de ella. Yo solo... —hizo una pausa, tragando co
CAPÍTULO 53: FELIZ VIAJE, MAMI.Gabriel se quedó mirando el teléfono, y su carita estaba cargada de tristeza. Justo en ese momento, Dayana entró y al ver la cara del niño, sus cejas se fruncieron, pero en lugar de mostrar preocupación, solo sintió fastidio.—¿Por qué lloras? —le preguntó con frialdad.Gabriel levantó el rostro y corrió hacia ella, queriendo abrazarla en busca de consuelo. Pero Dayana lo apartó con desprecio.—Sabes que odio los abrazos —se quejó—. Me causan repulsión. Así que mantente lejos.El niño se quedó quieto, pero su pecho le dolía.—¿Por qué no eres como la mamá de Zoe? —susurró con tristeza—. Ella… sí abraza a su hija.Dayana hizo una mueca y se cruzó de brazos.—No seas tonto. Deja de creer en esas fantasías. Quizás esa mujer solo está fingiendo. —Se rió ligeramente y añadió—: Todos los niños son molestos.Gabriel intentó contener las lágrimas, recordando que la última vez que lloró, lo habían castigado. Aun así, con la voz temblorosa, le dijo a su madre:—E
CAPÍTULO 54: DISFUSIÓN ERÉCTIL.Giovanni se giró y vio a dos chicas morenas en sus veinte que lo miraban con sonrisas atrevidas. Una de ellas, sin rodeos, le lanzó una mirada coqueta y le dijo:—¿Nos das tu número?Él alzó las cejas, divertido, y soltó una pequeña risa.—Vaya, son bastante directas en estos tiempos.La otra chica se acercó un poco más y, con una sonrisa de complicidad, añadió:—Claro, a hombres como tú no se les puede dejar escapar así como así.Giovanni se quedó sorprendido por su audacia, y justo en ese momento vio a Adeline acercándose, observándolo con los ojos entrecerrados y una expresión de desaprobación muy clara. Decidió seguir el juego un poco más, así que sonrió mientras respondía:—¿Ah, sí? ¿Y ustedes son… hermanas?Las dos chicas soltaron una risa suave. La primera negó con la cabeza y le contestó:—No, pero podemos ser lo que tú quieras, guapo. —Se inclinó hasta quedar peligrosamente cerca de sus labios—. Podemos divertirnos los tres, ¿qué dices?Giovanni
CAPÍTULO 55: MISMA HABITACIÓN.Después de aterrizar en Miami, Adeline y Giovanni llegaron al lujoso hotel St. Regis Bal Harbour, en la soleada costa. Todo iba bien hasta que ella escuchó algo inesperado de la recepcionista.—¿Cómo que una reservación? —preguntó, frunciendo el ceño.—Lo siento, señorita, pero… fue lo que pidieron. Nosotros solo seguimos órdenes —respondió la recepcionista, incómoda.Adeline se giró con los ojos entornados hacia Giovanni, quien la observaba con una expresión de lo más inocente, como si no tuviera idea de lo que estaba ocurriendo.—Esto es obra tuya, ¿verdad? ¿Pediste una sola reservación? —le reclamó, claramente irritada.Él se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada.—Claro que no, seguramente mi asistente escuchó mal, puedes desquitarte con él cuando regresemos —dijo con calma—. Pero ahora, no hay otra opción más que...—¡Oh, no! —lo interrumpió Adeline de inmediato, moviendo la cabeza con firmeza—. No voy a quedarme en una misma habitación co
CAPÍTULO 56: CAMA PROVISIONAL.—¡Quítate! —exigió Adeline, forcejeando e intentando moverlo.Giovanni la miró con una sonrisa divertida, aunque sus ojos reflejaban algo más, una chispa que ella reconoció al instante.—¿Tienes que… estar tan cerca? —dijo, aunque su voz había perdido parte de su firmeza habitual.Él sonrió sin moverse.—Lo siento, monella —respondió en tono seductor, sin hacer el menor esfuerzo por levantarse—. Pero parece que el destino nos está dando una oportunidad, y yo… voy a aprovecharla.Sin esperar más, se inclinó y la besó.Al principio, Adeline se resistió, pero después, como si una fuerza invisible la dominara, se dejó llevar. Por unos segundos, el control se le escapó de las manos; su mente se nubló, y el amor que había intentado reprimir salió a flote. Sintió cómo todo lo que había intentado enterrar volvía a surgir con intensidad. Atrapada en aquel beso, sintió que el tiempo se detenía, y su mano se deslizó suavemente hacia el cuello de Giovanni, entregándo