Olga apretaba el volante con sus manos temblorosas, incapaz de controlar el temblor que invadía su cuerpo. La desesperación la envolvía mientras sus ojos saltaban de un lado a otro, nerviosos, tratando de captar cualquier posible peligro. Sabía que había cometido un grave error. No debía haber chocado el auto en el que viajaba Svetlana. Ella nunca actuaba de forma impulsiva, pero esta vez, la sensación de estar acorralada la había empujado a actuar sin pensar. No le importaba que, con lo que acababa de hacer, se estaba convirtiendo en una presunta homicida, pues, en caso de que cualquiera de ellas perdiera la vida, sería una homicida declarada por arrebatarles la vida a esas mujeres.«¿Qué he hecho?», pensaba, porque ahora el frente de su coche, su único bien de valor, estaba destrozado, abollado como su propia vida. Y lo peor era que era lo único que tenía para vender. ¿Cómo iba a pagar siquiera una noche en un hotel? ¿A dónde iba a ir o con quién? Su arrebato la había hecho perder
Después de un hermoso despertar junto a Mikhail, Anna decidió preparar un desayuno especial, algo que no solo fuera delicioso, sino que también le diera la bienvenida a Svetlana y brindara un poco de paz en medio de la tensión que Mikhail sentía tras hablar con Olga. Los últimos días habían sido muy difíciles.Con una sonrisa, le pidió a la empleada que tomara un descanso, decidida a encargarse de todo ella misma. Encendió el horno y comenzó a hornear, ansiosa por conocer los gustos de Svetlana y hacerla sentir como parte de la familia. Anna deseaba que Svetlana se sintiera lo más cómoda posible y que pronto olvidara su pasado para convertir su presente en algo mejor.—Qué rico se ve todo, Anna —exclamó Tatiana al entrar a la cocina, inhalando el aroma de los platillos que llenaba el aire—. Te has lucido con el desayuno. Déjame ayudarte a llevarlo a la mesa.Anna, mientras organizaba los platos, sonrió agradecida. Siempre era bienvenida la ayuda de su mejor amiga.—Gracias, amiga —dij
—Anna, te he estado llamando. ¿Por qué me estás evadiendo? —preguntó Alexey, claramente alterado—. No me gusta que me ignoren.—Y a mí no me gusta que me retengas en contra de mi voluntad —replicó Anna con firmeza—. ¿Qué quieres? Y, ¿por qué me metiste aquí, en las escaleras de seguridad? Habla.Anna estaba visiblemente molesta. Si no había contestado las llamadas ni los mensajes de Alexey, era por una razón clara: no quería hablar con él, y mucho menos tener algún tipo de relación romántica. Ahora solo pensaba en escuchar lo que él tuviera que decirle para poder irse lo más rápido posible. No solo no disfrutaba de su cercanía, sino que le resultaba una presencia completamente molesta.—Quiero saber por qué no me dijiste que Mikhail y tú eran hermanos. Creo que eso me da una oportunidad contigo, ¿no?—No tengo que darte explicaciones de mi vida, a ti, ni a nadie. Soy libre de hacer lo que me plazca, y no tienes ninguna posibilidad conmigo, ni ahora, ni nunca.—No te hagas la santa aho
Mikhail estaba en una de las oficinas principales de su farmacia, revisando unos informes junto a su amigo Sergei, cuando su teléfono sonó. Al mirar la pantalla, vio el nombre de Tatiana. Contestó inmediatamente, su tono habitual de control al borde.—¿Tatiana?—Mikhail, estamos en la ambulancia. —La voz al otro lado era urgente. — Tu madre, Svetlana... esta mal. Estábamos compartiendo un helado cuando de repente se desplomó frente a nosotros. Vamos de camino al hospital.Mikhail sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies. Por primera vez en mucho tiempo, una sensación de angustia real lo golpeó. Su respiración se aceleró, y su mente, por un segundo, quedó en blanco.—¿Qué...? ¿Cómo? —Mikhail se quedó sin palabras.Al otro lado, Tatiana intentaba calmarlo, pero él apenas la escuchaba. Sergei, que estaba junto a él, lo observó perplejo. Nunca había visto a Mikhail tan afectado, tan vulnerable. La frialdad que solía mantener bajo control parecía desmoronarse ante la noticia.—Voy
Horas antes.Los sicarios se habían llevado a Olga a un lugar al que ellos llamaban el "lugar de la tortura"La sentaron en una silla y la amarraron por las cuatro extremidades. Olga estaba horrorizada, sintiendo cómo unas fuertes cadenas sujetaban cada parte de su cuerpo, jalándola y lastimándola sin piedad. Gritaba pidiendo clemencia, pero no iba a obtenerla. Era demasiado tarde para arrepentimientos; cuando ella debió pagar y ser menos jactanciosa, no lo hizo, y ahora le tocaba pagar de otra manera.—Por favor, no me hagan daño. Sé que fui muy mala con ustedes, que debí pagarles, y les prometo, les juro que lo haré. Pero déjenme ir —suplicaba Olga con desesperación.—El tiempo de hacer las cosas bien pasó, señora. Ahora la tenemos como queríamos, completamente indefensa ante nosotros. ¿Ya dejó de sentirse la más importante del mundo? —le respondió uno de los sicarios con tono burlón.Olga sentía que su final había llegado y que nada la salvaría de su cruel destino. Justo cuando p
Al día siguiente de la confrontación con Alexey, Anna salió apresurada de la sala de emergencias, sudando bajo la presión de un caso complicado. Había pasado toda la mañana intentando concentrarse, pero las miradas y murmullos a su alrededor la estaban desgastando. El rumor había llegado demasiado lejos. Al girar hacia el pasillo, dos enfermeras se detuvieron en seco, susurrando entre ellas mientras la observaban.—Ahí va la "hermanita". ¿Cómo será tener el favor del jefe, eh? — le dijo una enfermera a la otra con voz baja, pero suficiente para que Anna escuchara.—Seguro que lo tiene bien controlado… ¡Menuda familia! —agregó la otra riéndose.Anna sintió el calor subiéndole a las mejillas. Era imposible escapar de las miradas acusadoras. Sabía que todo el hospital creía ese rumor y de nada le había servido defenderse, Irina ya había tenido varias discusiones. Entró a su consultorio, cerrando la puerta detrás de ella con fuerza.De pronto, un golpe en la puerta la hizo girar.Era el
Horas más tarde:Luego de visitar a su suegra, quien se encontraba mucho mejor, Anna caminaba por los pasillos del hospital con la cabeza en alto, pero sentía el peso de las miradas a su espalda. Pues el rumor de su supuesta relación incestuosa con Mikhail se había propagado como un veneno por todas partes. Las risitas y los murmullos que antes intentaba ignorar ahora parecían asfixiarla. Entró en la oficina de Mikhail con el corazón acelerado, pegándose a la puerta mientras sus dedos temblaban ligeramente. Cerró los ojos un instante, respirando profundamente para intentar calmarse. Mikhail, que tenía la vista clavada en la pantalla de su computador, alzó la mirada al percibir su presencia.—Amada mía, ven aquí —pidió en un tono suave.Ella obedeció, con pasos lentos y pesados, hasta que estuvo lo suficientemente cerca para que él la tomara de la cintura y la atrajera hacia sus piernas. La rodeó con sus brazos, apretándola con una mezcla de protección y deseo, dejando una serie de b
Tres días después, la atmósfera en casa era alegre y llena de expectativas. Anna, Lucas y Tatiana se movían con rapidez, arreglando los últimos detalles para dar la bienvenida a Svetlana, quien por fin salía del hospital tras una larga recuperación.—¡Mamá, mis manos brillan como la decoración! —exclamó Lucas, agitando sus manitas llenas de purpurina con una risa inocente. Sus ojos brillaban con la misma emoción que reflejaban las luces colgadas alrededor de la casa.Anna rió suavemente al ver a su hijo tan divertido. —Vamos a lavarte antes de que ese brillo entre en tus ojos, puede lastimarte —dijo, guiándolo hacia el baño. Mientras ambos se alejaban, sonó el timbre de la puerta principal, resonando con eco en la casa.Tatiana, siempre rápida, fue directo al intercomunicador. Al mirar la pantalla, una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro. Sin pensar más, abrió la puerta y, en un impulso, tomó la mano de Sergei, quien apenas tuvo tiempo de reaccionar.—¡Tenemos tres minutos! —excl