La cantidad inusual de empleados y vehículos estacionados en los alrededores llamó la atención de Mikhail.—¿Mi madre está organizando una de sus fiestas? —preguntó a uno de los valet parking, quien asintió rápidamente.Mikhail chasqueó la lengua, irritado por la trivialidad que lo rodeaba.—Nunca se cansa de estos espectáculos ridículos.Mientras tanto, Sergei palmeó el hombro del conductor.—Debe ser difícil trabajar para un jefe tan gruñón. Buen trabajo —dijo, guiñando un ojo al hombre, quien respondió con una sonrisa tensa.—Sergei, deja de criticarme frente a los empleados —rugió Mikhail al cruzar las puertas de la mansión. Su voz resonó como un trueno, pero Sergei, lejos de intimidarse, esbozó una sonrisa irónica.—Tienes un oído impresionante —murmuró con sarcasmo mientras lo seguía al interior.El murmullo de la fiesta en el salón principal se detuvo abruptamente.—¡Al fin ha llegado el novio! —exclamó su madre, sorprendiendo a Mikhail. Al entrar, lo que vio lo dejó sin palabr
Frente a la mesa de las bebidas, María bebía una copa tras otra de champaña. Cada burbujeo que descendía por su garganta parecía aliviar momentáneamente la vergüenza que la aplastaba.Su mano temblaba ligeramente al sostener la copa, mientras su mente luchaba por comprender cómo todo había salido tan mal.Frente a ella, su hermano, con el rostro rojo de furia, la enfrentaba sin piedad.—¡Déjame en paz! —resolló María, tratando de no elevar demasiado la voz. Puesto que los invitados aún no se habían ido; la madre de Mikhail había insistido en mantener la farsa de la fiesta.—¡Es muy fácil para ti ordenarme qué hacer! —continuó con un tono agrio, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con traicionarla.—Sólo te digo que fue humillante, despide a estas personas ahora mismo. Evítanos más vergüenza —le exigió su hermano, alterado.María le lanzó una mirada despectiva, pero en ese instante sus ojos captaron la figura de Mikhail entrando al salón. Sin pensarlo dos veces, dejó l
**Minutos antes:**El vapor aún impregnaba el aire mientras Anna se secaba el cabello frente al espejo del baño. Las gotas de agua se deslizaban lentamente por su cuello y espalda. Se miró al espejo por un momento, intentando encontrar algo de calma en sus propios ojos, pero solo vio el reflejo de una madre agotada, cargada de preocupaciones.El sonido de la puerta abriéndose la sacó abruptamente de sus pensamientos. Su corazón se aceleró y su mente saltó inmediatamente a lo peor. El miedo se apoderó de ella. Con ansiedad y determinación, dejó el secador a un lado y salió apresuradamente del baño, con el cabello aún goteando.Junto a la cama, se encontró con dos enfermeras conversando entre ellas.—¿Qué tiene de especial este niño para que el doctor Petrov lo haya aceptado como su paciente? —preguntó una de ellas, sin darse cuenta de que Anna estaba justo detrás.—No lo sé, pero después de lo que oí, creo que la madre de ese niño es una abusiva. ¿Cómo se atreve a pedirle al director
Anna respiró hondo, tratando de calmar el tamborileo en su pecho mientras se acercaba a Mikhail.Su mirada se clavó en el rostro de él, que se mantenía inmutable, y se obligó a agacharse para complacer a Lucas. Pero cuando se inclinó, su cara quedó a centímetros de la de Mikhail, tan cerca que pudo sentir su cálido aliento mezclarse con el suyo.Su corazón dio un vuelco, y por un momento, ambos se quedaron quietos, atrapados en ese instante donde todo el peso del pasado parecía volverse insoportable. Pero como si el contacto los quemara, ambos se apartaron rápidamente, fingiendo una indiferencia que solo subrayaba la tensión.Lucas, ajeno al torbellino de emociones de sus padres, abrazó a Mikhail con fuerza, enterrando su pequeña nariz en la cabellera de su padre.Mikhail cerró los ojos, intentando memorizar ese aroma tan puro, tan lleno de vida, como si temiera que ese momento se le escapara de las manos.—Papá, Lucas te amará mucho —prometió el niño con una certeza inocente, mientra
Anna sintió el mundo colapsar a su alrededor, como si el peso de todas sus decisiones le estuviera aplastando el pecho. Sus manos temblaban incontrolablemente mientras apretaba los puños con una fuerza que le dolía. Finalmente, sus rodillas cedieron, y se dejó caer al suelo, derrotada. Las lágrimas inundaron sus ojos, desbordándose sin control. Mikhail, observándola desde su silla, no pudo ocultar su sorpresa ante aquella imagen.—Estoy dispuesta a hacer lo que sea con tal de que no me apartes de mi hijo. Lucas es mi única razón de vivir —confesó Anna con voz quebrada, flotando una palma contra la otra en súplica desesperada.Mikhail permaneció en silencio, estudiándola con una mirada fría y analítica, como si intentara comprender cada fibra de su ser. Finalmente, frunció los labios con desdén.—Me alejaste de mi hijo, Anna, y no pienso estar lejos de él un minuto más —rezongó entre dientes, viéndola con un resentimiento tan visceral que a Anna le causó escalofríos—. Firma.El tono
Ignorando la súplica de Mikhail, a quien Anna le había contado todo, sin esperar a que él pudiera asimilar completamente lo que acababa de escuchar, Anna salió precipitadamente, con lágrimas ardiendo en sus ojos. —¡Anna!El mundo alrededor de Anna se desdibujaba mientras percibía que su corazón latía desbocado, y como cada paso la acercaba más al borde del abismo emocional en el que estaba cayendo.En la clínica de su familia. María estaba terminando una consulta cuando sintió la vibración en el bolsillo de su bata blanca. Al ver el nombre en la pantalla, una sonrisa astuta se dibujó en sus labios. —Sí, me disculpa, debo contestar esta llamada —le dijo María con una dulzura forzada a un paciente que estaba recostado en la camilla y sin esperar el consentimiento del hombre, deslizó su dedo en la pantalla táctil.—Estás arrepentido, lo sé. Si quieres que perdone tu desaire, tendrás que esforzarte para ganarte mi perdón— comenzó, sin dar tiempo a que la persona al otro lado de la
Mikhail fulminó a Anna con la mirada, su corazón ardía al escuchar cómo Iván había vivido todos esos momentos que le correspondían a él.—Pues conserva esos recuerdos, porque serán los últimos que tendrás con mi hijo —dijo Mikhail, enfatizando la palabra "mi" con tal vehemencia que Iván dio un paso adelante, furioso.Anna, sintiendo cómo la situación se salía de control, se interpuso entre ambos hombres.—¡Basta! Esto no es lo que necesita Lucas en este momento. Mikhail, Iván, por favor… solo quiero encontrar a mi pequeño. Debe estar asustado y llorando por su mami. Nunca se había separado de mí, sé que está asustado, lo siento aquí —dijo, golpeándose el pecho con el puño cerrado, sintiendo cómo la presión del dolor le oprimía por completo.Mikhail, aún agitado pero sintió un destello de compactación.—Anna, vienes conmigo a buscar a nuestro hijo. Ya sé dónde está.Anna lo miró incrédula, pero su deseo de encontrar a Lucas superó cualquier duda. Al ver como Mikhail era empujado por
—Cuando eras pequeño, me rogabas que te trajera aquí, y pensé que sería divertido para Lucas.—Lo desconectó del oxígeno, le quitó la intravenosa y lo sacó de un cuarto de hospital sin tu aprobación —intervino Anna, temblando de rabia. —Su hijo podrá creer todas sus excusas, pero yo no. ¡Y no permitiré que siga acercándose a mi hijo!Los ojos de la señora Petrova brillaron con una furia fría. Aprovechando que Anna estaba cargando a Lucas y que Mikhail estaba allí, observando, levantó una mano y le propinó una bofetada a Anna. El impacto resonó en el aire, a pesar del ruido alrededor.Mikhail se mordió la mejilla interna hasta que sintió un sabor metálico inundar su boca mientras reprimía el impulso de exigirle a su madre que se disculpara.Pues su mente estaba dividida entre el odio hacia Anna y el instinto de protegerla; una confusión que lo estaba consumiendo desde dentro. —Tú... mujer insolente —bramó la señora Petrova, en medio de su espectáculo, dejando que algunas lágrimas co