CAPITULO 3 SORPRESA

Jenni se asustó un poco por la reacción de su entrenadora. Grecia trató de calmar a su amiga y pensó un poco preguntando. “¿Es alguien de la universidad?”.

Jenni afirmó.

Indagando más siguió. “¿Es alguien del equipo?”. Esperaba una respuesta negativa, pero Jenni volvió a afirmar.

Doris no podía creerlo. “Jenni ¿¡Cómo pudiste?! Se sabe que con los jugadores no se puede salir, está prohibido, firmaste un contrato”.

Jenni sollozó. “Lo sé… Lo sé… Nos encontramos en una fiesta, hablamos y es muy guapo, yo solo… me enamore...”

Doris se dejó caer en la silla. “¿Cómo se llama? ¿Quién es?”. Quería saber cuál de todos los idiotas la había engañado, a leguas se notaba que la chica era muy ingenua y fácil de engañar.

Jenni lo pensó por unos segundos, pero bajó tímidamente su rostro.

Suspirando largo Grecia con la mirada le pidió a Doris que se tranquilizara. “Ve a descansar, hablaremos con más calma mañana”.

La chica salió de la oficina con pésimo ánimo.

Doris estacionó el auto en el edificio donde vivían juntas. “Te veré mañana”. Le dijo a Grecia, esta se burló. “Te quedarás de nuevo con Rogelio? ¿Ya han pasado semanas? ¿No volverás al departamento? Me siento muy sola”. Se quejó.

Doris levantó los hombros en señal de indiferencia. “No lo sé… Él me pidió que me quedara y hasta ahora, la pasamos bien”. Había estado saliendo con un jugador en secreto durante más de un año.

Grecia se alegraba por su amiga. “Bien. Nos vemos mañana”. Bajo del auto despidiéndose. Subió por el elevador, al llegar al piso 10 las puertas se abrieron, ya llevaba las llaves en sus manos, abrió la puerta y encendió las luces, se dio cuenta que no estaba sola, escuchó ruido en la cocina y absorbió con su nariz el olor delicioso a comida, caminó hasta la puerta encontrándose con un hombre alto de pelo corto que llevaba un delantal, el tarareaba mientras disfrutaba cocinando.

Grecia se recargo en el marco de la puerta mirándole el trasero. “Noa… ¿Por qué no me llamaste? Podría haber venido más temprano”.

El chico giró regalándole una gran sonrisa, se limpió las manos en el delantal para acercarse a Grecia, la levantó haciéndola emitir un chirrido y la sentó en la barra. “Era una sorpresa”. No la dejó hablar, se apoderó de sus labios, entre besos le menciono. “Esperaba terminar la cena antes de que llegaras”. Grecia no se opuso, colocó sus manos en el cuello del hombre para intensificar más las caricias.

Noa se alejó poco de ella dándole la noticia. “¿Adivina quién es el nuevo jugador del equipo de los centuriones?”.

Grecia entrecerró los ojos. “¿Quién?”.

El levantó las cejas dándole a entender que era él. Ella se alejó perdiendo toda la sonrisa. “¿Tu?”.

“¡Si! ¡¿No te emociona?! Ya no tendremos que estar separados y podemos comprar un departamento para vivir juntos”. Él seguía con la mirada de alegría.

Ella poco a poco se alejó. “¿Juntos?”.

El seguía con la sonrisa, sin embargo, algo desconcertado por la reacción de su novia. “Si. ¿No quieres?”.

Ella sonrió nerviosa. “Si… Si es solo que… Es algo sorpresivo ¿Por qué no me dijiste que tenías planeado cambiarte de equipo?”.  Noa tenía solo dos años en un equipo en otro estado, poco a poco se hacía muy bueno y empezaba a interesarle a varios equipos, tenía un futuro muy prometedor.

Ellos se conocieron en una fiesta, empezaron a conversar por mensajes y se visitaban frecuentemente hasta que Noa le pidió que fuera su novia, al principio Grecia se negó por ser mayor que él, pero paso el tiempo y Noa seguía persistente, hasta que ella lo aceptó, así había pasado un tiempo, entre viajes de él o ella en cada oportunidad que tenían para verse.

Ella se bajó de la barra caminando a la estufa para mover lo que se cocinaba.

Noa la siguió, abrazándola por detrás. “El señor Alarcón fue a visitarme y me planteó la idea, hable con mi agente y estuvo de acuerdo que era una gran oportunidad”.

Ella se alejó impidiendo todo contacto con él. “Debiste decírmelo primero”.

“¿Qué pasa Grecia? Pensé que estarías feliz”. Estaba confundido por la reacción de Grecia.

Grecia ya estaba algo molesta. “Sabes que las reglas de la universidad no permiten las relaciones entre jugadores y estrellas, debiste pensarlo primero”.

Noa trató de explicar. “Pero, tú no eres una animadora, eres la entrenadora”.

Ella seguía angustiada. “Noa…  Es que...” Ella no sabía qué decir. Se cubrió la frente con sus dedos.

Noa se acercó haciendo que lo mirara a los ojos. “No te preocupes, si hay algún problema hablaré con el señor Alarcón, es muy accesible”. Quería tranquilizarla.

Ella se negó inmediatamente. “Prefiero que no lo hagas. Seguiremos sin decir nada, eso es lo mejor”.

Noa se negó. “¿Qué? No. Quiero que oficialmente formalicemos”.

Grecia entrecerró los ojos. “¿Qué quieres decir?”.

El saco una cajita de su bolsillo. Tenía un anillo sencillo pero muy bonito dentro, lo sacó colocándolo a Grecia. “Quiero que te cases conmigo… ¿Aceptas?”.

Grecia lo miraba incrédula.

Noa nervioso se rascó la nuca. “Pensaba pedírtelo de otra manera, una cena… en la cama… tenía varias cosas planeadas, pero no podía esperar”.

Ella no dejaba de ver el anillo, Noa notaba el cambio en su estado de ánimo. “Si no quieres…”

Grecia lo interrumpió. “Si lo deseo… solo que… deberíamos planearlo juntos y esperar un tiempo para ver cómo las cosas se acomodan contigo aquí”.

Noa sonrió y se acercó abrazándola. “Ok. Iremos despacio”. Ella se calmó un poco pero no dejaba de sentir muy caliente la parte donde Noa colocó el anillo.

Al día siguiente, Grecia llegó unos minutos tarde. Doris ya la esperaba. “¿Larga noche?”. Ella le insinuó.

Grecia frunció el ceño. “¿Lo sabías? Sabías que Noa estaba en el departamento”.

Doris jugando le declaró. “Me mandó un mensaje y me pidió que dejara el departamento para ustedes.  ¿Querías que me negara?”. Preguntó observando a su amiga. “¿No te fue bien?”.

Grecia se sentó en su silla y le contó. “Me dijo que se unirá a los Centuriones”.

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