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  256. A VECES, SOLO A LAS MALAS SE APRENDE.

Fiorella la mira y le dice seriamente que debe quitarse ese miedo, porque Filipo solo la ha amado a ella y lo seguirá haciendo toda la vida. De eso puede estar muy segura.

—¡Tú eres el amor de la vida de mi hermano! —le aseguró Fiorella.

—Y tú de Salvatore.

—¿Lo crees de veras?

—¿No me digas que tienes dudas, Fiore? Con esas miradas cargadas de adoración con las que te mira siempre —le dice María Isabel—. Además, te trata como si fueras una flor.

—Sí, eso a veces me molesta. Sobre todo cuando estamos haciendo el amor.

—Ja, ja, ja, ¿el amor?

—Sí, así le puse, porque no me vas a negar que es más que delicioso hacerlo.

—Tienes razón, le pega el nombre. ¿Y por qué te molesta? ¿No te gusta cómo lo hace?

—Sí, me encanta, pero a veces siento que se limita. Es como si tuviera miedo de lastimarme —le cuenta.

—Pues coge la iniciativa tú, cuñi —sugiere picaramente María Isabel y agrega que en el sexo también pueden aportar muchas cosas—. Tienes que pedirle que te haga sentir más. Tú misma puede
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