Gabriel no se ha podido contener y le pregunta realmente asombrado de la locura de la mujer que le responde que le fue muy fácil, solo tuvo que pagar unos pocos miles. — Prefiero otro nombre, no quiero saber más de esa mujer en mi vida —le dice seriamente Gabriel —, definitivamente no quiero que te llames como ella, el tuyo es más hermoso. — Pero es que me gusta mucho como suena tu nombre con el de ella —dice ella como si fuera una niña caprichosa.—Muy bien, si lo prefieres así, no me opondré —cede Gabriel para que ella crea que está dispuesto a darle todos los gustos—, pero te llamaré por tu nombre. Me gusta mucho que mi apellido D’Alessi te agrade, puede ser tuyo cuando quieras. Pero eso sí —dice ahora en un tono muy firme—. Nada de que trabajaré para ti, ni pasaré mi empresa a tu nombre, olvida eso. Seremos socios en la vida y en los negocios.— Me sorprendes Gabriel, eres muy seguro de ti mismo —deja de sonreír Melinda—. ¿Quién te dice, que esto no es una trampa para apode
Unas horas antes, el detective Colombo y Casio se habían dirigido a la prefectura tras obtener la maleta de Jimena que Evelin guardaba en casa del doctor Rossi. Al llegar, buscaron de inmediato a un especialista para que la abriera.—Marcel, necesitamos que nos abras esto —solicitó Colombo, depositando la enorme maleta en la mesa de trabajo del hombre.—¿Esa maleta? ¿De dónde la han sacado? —preguntó Marcel mientras la examinaba.—¡Eso no es de tu incumbencia, Marcel! ¡Ábrela ya! —exclamó Colombo.—Creo que me llevará alrededor de media hora abrir esta cerradura —explicó Marcel, ignorando la impaciencia de los otros dos mientras seguía examinando la maleta.—¿Media hora? Necesitamos que sea ya. ¿No puedes simplemente forzarla? Es una vieja maleta —planteó el fiscal Casio.—Oh, no, fiscal, ahí se equivoca —respondió Marcel—. Esta maleta es de las que utiliza la CIA para transportar sus documentos. Es como una pequeña caja fuerte. ¿Por qué cree que pesa tanto?—¿En serio? —preguntó Casi
El detective Colombo y el fiscal Casio miran asombrados la cantidad de sobres sellados que hay en la maleta.— ¿Y ahora qué hacemos, Casio? —pregunta realmente sorprendido Colombo.— Vamos a sentarnos aquí mismo a revisarlo todo tú y yo —le responde seriamente el fiscal tomando asiento—. Tenemos que saber de qué se trata y por qué esa mujer ha estado dándoselos a Evelin. Chicos, no le digan a nadie que estamos aquí ni lo que tenía esta maleta. Salgan y cierren la puerta.. Salgan y cierren la puerta.Gerónimo no se molesta en dejarles su oficina, pero antes le recuerda a su tío Casio que no olvide que le prometió ayudarlo con su problema. Casio sonríe y le pide que no se preocupe, que se casará cuando esté enamorado. Gerónimo le agradece feliz y se va junto a su hermano, cerrando la puerta detrás de ellos. Colombo y Casio comienzan a revisar todo.— Colombo, es increíble lo que hemos encontrado. Tenemos más que suficiente para mandarlos a todos a cadena perpetua —dice sonriente el fis
Caminaron en silencio hasta estar cerca y se sorprende cuando ve a todos sus sobrinos esperando al lado de un coche. Se acerca y los saluda. Luego de organizar todo lo que van a hacer con ellos, espera por su grupo que ya le avisó que están llegando.Organiza todo. Entran al hotel y se distribuyen por varios lugares. Le preocupa ver que de una camioneta se baja un grupo de policías a la entrada del hotel. Va corriendo a su encuentro.— Chicos, soy el detective Colombo. ¿Qué hacen aquí? Ellos de inmediato le informan que el fiscal Casio los envió, porque dijo que iba a tener necesidad de ellos. Colombo sonríe y les ordena que rodeen el hotel, pero sin dar entender que lo hacen, les piden que miren hacia las casas y que se mantengan atentos que les avisaré cuando actuar.— ¿Nos puede decir de qué se trata la operación, señor? —pregunta el jefe de ellos. Colombo de inmediato les informan que en el hotel hay unos terroristas que raptaron una bebé, por ello hasta que aseguren a la niñ
El doctor Luigi junto a los demás mira confundido e incrédulo a la jefa de enfermeras que aún revisa a Bianca para asegurarse de que es ella. —¿En serio raptaron a una bebé de mi clínica? ¡¿Pero qué está pasando con la seguridad de este hospital?! — pregunta Luigi, saliendo junto a la enfermera corriendo del despacho. Elvira coge a Bianca en sus brazos, estrechándola con cuidado.—Rossi, vayamos donde está Eve. No nos moveremos de su lado. Tengo mucho miedo de que algo pase, Rossi. Siempre que estamos aquí, ocurre algo malo en la familia. El doctor asiente, reconociendo que ella tiene razón. Agradece que Elvira haya tomado a la niña de las manos de la enfermera que la llevaba al cunero. Reza para que su hija no se haya enterado de nada. Con la alegría de la niña, se olvidaron del peligro, confiados en que ya habían atrapado a los responsables.—Vamos a ver cómo se siente Evelin —dice agitado.—Rossi, estoy segura de que a quien querían era a tu nieta ——dice el doctor Enzo y recomi
El doctor Rossi mira preocupado a su preciosa hija. La conoce muy bien y sabe que es demasiado emocional, así que le indica a su esposa que le muestre a la niña.— No hagas eso, Eve —la reprende su padre—. Mira a Bianca aquí, está segura. Te lo acabo de decir. No la raptaron en ningún momento.— Sí, hija, yo la he tenido conmigo todo este tiempo. Mírala, está bien —dice Elvira acercándose con Bianca. Evelin la toma y la abraza contra su pecho, todavía con el corazón acelerado por el miedo de perderla.— Pero, ¿dónde estaba Gaby entonces? ¿Por qué no le dijeron que Bianca estaba aquí? —pregunta.— Yo se lo dije, Eve, pero por mucho que se lo aseguramos Asiri y yo, de que estaba aquí en el hospital por este localizador que le puso As, él no se lo creyó. Pensó en la posibilidad de que le hubiesen quitado el localizador y fue al encuentro de Melinda en el hotel Miramar. Ahora está allí, con Melinda y la otra Bianca —explica Darío.— ¿Con la loca de Melinda? Ahora entiendo todas las cosas
Melinda ríe satisfecha en los brazos de Gabriel, quien la estrecha por la cintura, riendo también. Ella se siente eufórica al ver cómo, a pesar de que Evelin trataba de ocultarlo, su expresión de dolor, miedo y sufrimiento estaba claramente reflejada en él.—¡No puedo creer que fuera verdad lo que me decías! ¡Esto hay que celebrarlo, la estúpida estará bañada en llanto! Ja, ja, ja —reía triunfadora. Sin darse cuenta de que la videollamada todavía está conectada, le hace señas al camarero, que se acerca con una botella de champán. La destapa y ofrece una copa a cada uno—. ¡Brindemos por nuestra sociedad eterna, Gabriel!Levanta su copa sonriente. Un silbido sordo de una bala pasa rozando la cabeza de Gabriel para ir a enterrarse en la frente de Melinda, quien lo mira con los ojos de la muerte mientras cae despacio hacia atrás. Gabriel se asusta y se agacha instintivamente, metiéndose detrás de una mesa. Observa cómo todos los guardias de seguridad caen muertos. Oye los gritos de Evelin
Mientras el caos se desata en el hotel, en las sombrías calles aledañas, un grupo de hombres determinados, liderados por Fabrizio y sus hermanos, rodean sigilosamente la casa que sirve como guarida para los secuaces de Melinda. El aire está cargado de tensión, y el silencio se convierte en su cómplice mientras avanzan, sus armas equipadas con silenciadores, un sombrío presagio de lo que está por venir. Alonso, con gesto decidido, da la señal, y el grupo penetra en la casa con determinación. Cada paso resuena en el vacío, y el silencio opresivo envuelve sus corazones con una angustia palpable. Recorren los corredores oscuros, cada esquina es una amenaza latente, cada sombra, un peligro acechante. El silencio es ensordecedor, roto solo por el eco de sus propias respiraciones entrecortadas. La atmósfera en la casa era tensa, cargada de un silencio inquietante. Con sigilo, avanzaron, cada uno con el dedo en el gatillo, preparados para cualquier eventualidad. Al llegar al salón, quedar