Hacía varios días que el doctor Rossi lo había sacado del coma inducido, pero Salvador había despertado por un momento y luego volvió a dormirse sin motivo aparente, por lo que se dedicaba junto a los doctores Luigi y Enzo a realizarle todo tipo de pruebas. Por eso, cuando escucharon a Oliver diciendo que estaba despertando, Darío, Gabriel y Evelin se apresuraron a ir a verlo.—Despacio, Eve, acuérdate de que no puedes subir tantas escaleras rápido —la reprendió Gabriel, tratando de ayudarla a subir.—¡Deberías hacer un elevador, Gaby! No sé por qué no se les ocurrió a quienes hicieron la casa —dijo ella siguiendo las instrucciones de su esposo aunque quería correr escaleras arriba.—¿Quieres que mande hacer uno, Eve? —preguntó Gabriel, que la quería complacer en todo.—¡Sí, quiero! No siempre vamos a ser jóvenes para subir esas enormes escaleras. No sabes lo cansada que me pone. Estoy pensando seriamente en mudarnos a una habitación en la planta baja —protestó mientras subían despaci
Por la expresión y el tono del doctor Rossi, Salvador puede intuir que la noticia que le espera no es alentadora y que posiblemente esté enfrentando sus últimos días de vida. Por lo tanto, decide revelar la verdad antes de que sea demasiado tarde. Sin embargo, la actitud comprensiva del doctor lo sorprende.— No hables ahora —dice Rossi mientras busca ropa para Salvador—. Tu salud es lo más importante, podrás contármelo más tarde.— ¿Siempre actúa así, doctor? —pregunta Salvador, quien nunca ha tenido a alguien que se preocupe por él de esa manera. Ante la mirada inquisitiva del doctor, continúa—. Trata a todos como si fueran sus hijos y antepone las necesidades de los demás a las suyas propias.— Soy médico, estudié medicina porque disfruto ayudar a las personas —explica seriamente el doctor Rossi—. Es parte de mi naturaleza; mi abuelo también era médico y me inculcó ese valor desde pequeño.— ¿Y su padre también era médico? —pregunta Salvador mientras Rossi lo ayuda a cambiarse de
Salvador asiente al recordar que durante el interrogatorio y tortura, "La Matriarca" le preguntaba repetidamente sobre Evelin y su hija Ailin. Su madre simplemente se reía y afirmaba que nunca encontrarían a Ailin ni a Evelin, y mucho menos el dinero.— Y se reía mucho, señor. En ese momento parecía realmente una loca —comenta Salvador con los ojos entrecerrados, rememorando la escalofriante escena.Rossi lo deja reflexionar un momento antes de preguntar si sabe algo más, especialmente acerca del dinero del "Colombiano". Salvador menciona que todos están tras la fortuna del mafioso, es una cantidad considerable, y para sorpresa de Rossi, asegura tener los códigos y números de sus cuentas en Suiza. Ante esto, Rossi indaga si es hijo del "Colombiano", planteando la posibilidad de que esa sea la razón de la persecución. Sin embargo, Salvador se apresura a negarlo, afirmando que no es su padre. Recuerda las contradicciones de su madre, quien en ocasiones insinuaba que sí lo era y otras
Después de regresar a casa con su herida, Salvatore se ha recuperado casi por completo. Una vez que su padre, le da autorización para retomar su vida normal, decide ir al banco donde envían el cheque a su madre, quien cree que proviene del doctor Rossi desde América. Como le había mencionado anteriormente, se trata de un banco en el área de Monti, con el nombre de Nueva York, lo que causó la confusión en Elvira.— Buenos días —saluda alegremente a la recepcionista, quien le devuelve el saludo con una sonrisa.Explica el motivo de su visita, pero para su sorpresa, la joven le informa que la dueña debe acudir personalmente ya que se trata de información confidencial. Salvatore intenta explicarle la situación de su madre, pero la empleada se mantiene firme. Agradece y se aleja de la ventanilla desilusionado.Sin embargo, una idea surge en su mente. Monta en su auto y se dirige rápidamente al banco de Romano, su padrino. Entra directamente a su oficina.— ¿Padrino, puedo pasar? —pregunta
Salvatore le pregunta en tono de broma y se sorprende al escuchar la respuesta afirmativa de Fiorella. Por un momento pensó que lo negaría.— Sí, estoy celosa. No me gusta que otras intenten adueñarse de lo que es mío —afirma Fiorella con seriedad.— Ja, ja, ja... —ríe divertido con ella—. Eres muy posesiva, princesa. Eso significa que también eres mía— Lo sabes —confirma Fiorella con determinación—. Ahora cuéntame, ¿qué quería ella contigo?Salvatore la besa nuevamente en los labios y le relata todo lo sucedido con la extraña, especialmente la parte en la que mencionó haberlo visto salir de la empresa de Gabriel en compañía de Evelin, lo que le permitió reconocerlo. Aunque Salvatore pudo percibir que le mentía.— ¿Estará locamente enamorada de ti? —pregunta ella.— No creo que sea eso —afirma Salvatore, encontrando todo demasiado extraño, y cambia de tema—. Pero dejemos de hablar de esa extraña chica. Dame otro beso, mi princesa.— Ya te he besado, y estamos en medio de la calle —se
Gabriel se encuentra muy serio. El fiscal Casio lo llamó para que fuera más temprano al tribunal. Suspira al bajarse del auto y comienza a subir las escaleras rodeado de su seguridad. Ya hay unos cuantos periodistas que lo rodean e inician a sacarle fotos. Se apura en terminar de subir la larga escalinata. Al llegar a la oficina, enseguida lo recibe Casio.—Buenos días, Gabriel, me alegro de que hayas venido —saluda el fiscal dando la vuelta a su buró para estrecharle la mano.—Buenos días, fiscal —responde Gabriel intrigado por el cambio de planes repentino—. ¿Por qué me hizo venir tan temprano?El fiscal Casio, luego de mandarlo a tomar asiento, se sienta y pasa a informarle el motivo. No se realizará el juicio de sus padres. Gabriel abre los ojos y lo mira sorprendido. Casio se apresura a decir que todos se han declarado culpables y aceptado un arreglo.— ¿Qué tipo de arreglo, señor? —no le agrada cómo suena eso.— Se declararán culpables de homicidio y de todos los cargos que se l
Gabriel, al terminar de hablar con Evelin, les indica a los guardias de seguridad que estará dentro del mausoleo de sus padres un buen rato y se adentra en él. No sabe cuánto tiempo le llevó, pero al salir, ya ha pasado el mediodía. Estuvo conversando largo rato con ellos, tenía demasiadas cosas que decir. Suspira y se limpia el rostro con un pañuelo.— ¿Estás bien, señor? —pregunta el jefe de seguridad.Gabriel asiente, agradecido por su preocupación. Luego le indica que irán a la empresa un momento para regresar de inmediato a casa; no trabajará mucho. Su jefe de seguridad asiente y le pide que se coloque detrás de él, mencionando que no entiende por qué los paparazzi los siguieron hasta el cementerio. Se montan en el auto y se dirigen a la empresa, observando cómo los periodistas los siguen.Gabriel suspira, está muy cansado y desearía desaparecer por un tiempo. Piensa en cómo si Evelin no estuviera embarazada se montarían en su yate y desaparecerían. Finalmente llegan a la empresa
Tanto el detective Colombo como el doctor Rossi se sorprenden ante la respuesta de Evelin y de inmediato se preparan para interrogarla.— ¿Estás segura de que la conoces, Evelin? —insiste Colombo.— Sí, tío, la conozco bien, es mi amiga Jimena —afirma Evelin bajo la mirada asombrada de ambos hombres.— ¿Jimena? ¿Estás segura de que se llama así? —vuelve a preguntar el detective.— Sí, se llama Jimena Irati —afirma Evelin con seguridad.— ¡¿Jimena Irati?! —exclaman al unísono el doctor Rossi y el detective Colombo.— ¿Estás segura, Evelin, de que ese era su nombre? ¿Cómo la conociste? —pregunta Colombo.— La primera vez que la vi fue como una semana después que nos mudamos a Nueva York —cuenta ella con determinación. — Estaba sentada en el banco donde siempre me siento en el parque frente al mar. Me dio mucha pena, tenía todo su cuerpo quemado. Le di el agua que tenía. Después le expliqué dónde había un refugio al que podía ir. A partir de entonces, la vi todos los años alrededor de la