Después de regresar a casa con su herida, Salvatore se ha recuperado casi por completo. Una vez que su padre, le da autorización para retomar su vida normal, decide ir al banco donde envían el cheque a su madre, quien cree que proviene del doctor Rossi desde América. Como le había mencionado anteriormente, se trata de un banco en el área de Monti, con el nombre de Nueva York, lo que causó la confusión en Elvira.— Buenos días —saluda alegremente a la recepcionista, quien le devuelve el saludo con una sonrisa.Explica el motivo de su visita, pero para su sorpresa, la joven le informa que la dueña debe acudir personalmente ya que se trata de información confidencial. Salvatore intenta explicarle la situación de su madre, pero la empleada se mantiene firme. Agradece y se aleja de la ventanilla desilusionado.Sin embargo, una idea surge en su mente. Monta en su auto y se dirige rápidamente al banco de Romano, su padrino. Entra directamente a su oficina.— ¿Padrino, puedo pasar? —pregunta
Salvatore le pregunta en tono de broma y se sorprende al escuchar la respuesta afirmativa de Fiorella. Por un momento pensó que lo negaría.— Sí, estoy celosa. No me gusta que otras intenten adueñarse de lo que es mío —afirma Fiorella con seriedad.— Ja, ja, ja... —ríe divertido con ella—. Eres muy posesiva, princesa. Eso significa que también eres mía— Lo sabes —confirma Fiorella con determinación—. Ahora cuéntame, ¿qué quería ella contigo?Salvatore la besa nuevamente en los labios y le relata todo lo sucedido con la extraña, especialmente la parte en la que mencionó haberlo visto salir de la empresa de Gabriel en compañía de Evelin, lo que le permitió reconocerlo. Aunque Salvatore pudo percibir que le mentía.— ¿Estará locamente enamorada de ti? —pregunta ella.— No creo que sea eso —afirma Salvatore, encontrando todo demasiado extraño, y cambia de tema—. Pero dejemos de hablar de esa extraña chica. Dame otro beso, mi princesa.— Ya te he besado, y estamos en medio de la calle —se
Gabriel se encuentra muy serio. El fiscal Casio lo llamó para que fuera más temprano al tribunal. Suspira al bajarse del auto y comienza a subir las escaleras rodeado de su seguridad. Ya hay unos cuantos periodistas que lo rodean e inician a sacarle fotos. Se apura en terminar de subir la larga escalinata. Al llegar a la oficina, enseguida lo recibe Casio.—Buenos días, Gabriel, me alegro de que hayas venido —saluda el fiscal dando la vuelta a su buró para estrecharle la mano.—Buenos días, fiscal —responde Gabriel intrigado por el cambio de planes repentino—. ¿Por qué me hizo venir tan temprano?El fiscal Casio, luego de mandarlo a tomar asiento, se sienta y pasa a informarle el motivo. No se realizará el juicio de sus padres. Gabriel abre los ojos y lo mira sorprendido. Casio se apresura a decir que todos se han declarado culpables y aceptado un arreglo.— ¿Qué tipo de arreglo, señor? —no le agrada cómo suena eso.— Se declararán culpables de homicidio y de todos los cargos que se l
Gabriel, al terminar de hablar con Evelin, les indica a los guardias de seguridad que estará dentro del mausoleo de sus padres un buen rato y se adentra en él. No sabe cuánto tiempo le llevó, pero al salir, ya ha pasado el mediodía. Estuvo conversando largo rato con ellos, tenía demasiadas cosas que decir. Suspira y se limpia el rostro con un pañuelo.— ¿Estás bien, señor? —pregunta el jefe de seguridad.Gabriel asiente, agradecido por su preocupación. Luego le indica que irán a la empresa un momento para regresar de inmediato a casa; no trabajará mucho. Su jefe de seguridad asiente y le pide que se coloque detrás de él, mencionando que no entiende por qué los paparazzi los siguieron hasta el cementerio. Se montan en el auto y se dirigen a la empresa, observando cómo los periodistas los siguen.Gabriel suspira, está muy cansado y desearía desaparecer por un tiempo. Piensa en cómo si Evelin no estuviera embarazada se montarían en su yate y desaparecerían. Finalmente llegan a la empresa
Tanto el detective Colombo como el doctor Rossi se sorprenden ante la respuesta de Evelin y de inmediato se preparan para interrogarla.— ¿Estás segura de que la conoces, Evelin? —insiste Colombo.— Sí, tío, la conozco bien, es mi amiga Jimena —afirma Evelin bajo la mirada asombrada de ambos hombres.— ¿Jimena? ¿Estás segura de que se llama así? —vuelve a preguntar el detective.— Sí, se llama Jimena Irati —afirma Evelin con seguridad.— ¡¿Jimena Irati?! —exclaman al unísono el doctor Rossi y el detective Colombo.— ¿Estás segura, Evelin, de que ese era su nombre? ¿Cómo la conociste? —pregunta Colombo.— La primera vez que la vi fue como una semana después que nos mudamos a Nueva York —cuenta ella con determinación. — Estaba sentada en el banco donde siempre me siento en el parque frente al mar. Me dio mucha pena, tenía todo su cuerpo quemado. Le di el agua que tenía. Después le expliqué dónde había un refugio al que podía ir. A partir de entonces, la vi todos los años alrededor de la
El doctor Rossi mira de nuevo la foto de Jimena y niega con la cabeza. No puede decir que la recuerde claramente. Explica que Evelin le mandaba un enfermo diferente todos los días, por lo que solo tiene una imagen vaga de ella. Apenas recuerda lo que Evelin acaba de contar.— ¿Recuerdas algo más sobre ella, Evelin? —pregunta el detective Colombo.— Sí, tío —responde Evelin—. Jimena a veces era muy seria y me daba sermones, como si fuera mi mamá o abuela.— ¿Sermón? ¿A qué te refieres? —pregunta Colombo.— Regaños. Jimena me regañaba como si fuera mi abuela —aclara Evelin con una sonrisa—. Una vez me regañó fuerte porque les decía mi nombre a todos y los mandaba a ver a mi papá al hospital, diciendo que iban de mi parte. Me dijo que no le dijera mi nombre a nadie. Desde entonces, nunca más dije que era Rossi y dejé de mandarlos directamente a preguntar por papá. Me convenció de que mi papá era muy famoso y que los malos podrían secuestrarme para chantajearlo o hacerle daño a él.— ¿Te
Colombo mira a Rossi un momento mientras sigue acomodando todos los papeles de la investigación. Luego reconoce que no sabe acerca del asunto de la hermana y promete averiguarlo. Añade que hasta el momento lo único confirmado es que Ailin Payne es la hija de la Matriarca, casada con Juan Diego Payne, alias “El Colombiano”. Respecto a Jimena Irati, podría ser cierto que sea la hija de Diego Irati con otra mujer, algo que también deben verificar. Se supone que Ailin murió junto a su bebé, según todos los relatos. Sin embargo, quizás Jimena sobrevivió y ha estado persiguiendo a Gisela, quien le robó a Salvador.— Hasta ahora, todo parece más o menos claro, si nuestras suposiciones son correctas —concorda el doctor Rossi—. ¿Pero por qué Jimena o Ailin, sea quien sea, se acercó a Evelin?— Podría ser una coincidencia, Rossi. La sobrina solía ayudar a los necesitados —opina Colombo sin ver conexión entre ellas.— Colombo, ya no creo en las casualidades —confiesa Rossi desconfiado—. Esa Jime
Salvador lleva más de una semana en coma. Terminaron su tratamiento con antibióticos y, al ver que su cerebro estaba limpio, lo trajeron de vuelta a casa. Elvira lo cuida con esmero, tratándolo como si fuera su hijo menor. Incluso le canta canciones de cuna por las noches, le lee muchos libros y le cuenta todo lo que ocurre durante el día en la casa. El doctor Rossi solo la deja hacerlo; quizás lo que Salvador necesita para despertar es sentirse querido, piensa.Además, el doctor Rossi conversa con Salvador cuando le cambia los medicamentos y lo visita, contándole sobre los avances en la investigación para encontrar a su verdadera madre y ofreciéndose a ser su padre si así lo desea.Todos en la casa pasan tiempo con Salvador. Se reúnen en su habitación para hablar, turnándose para leerle historias. Después de asegurarse de que todo está bien con Salvador, de desayunar y dar un paseo con Elvira, el doctor Rossi decide pasar el día en la casa para descansar. Se encuentra en la terraza,