El gerente le informa que en ese momento el saldo estaba congelado por falta de actualización de firma. La cantidad ascendía a cinco millones de dólares americanos y debía ir personalmente a actualizar todo. El doctor Rossi pregunta cuándo fue la última vez que se extrajo dinero de esa cuenta. Le informan que hace dos años, un millón de dólares. —¿Sigue entrando dinero todos los meses en esa cuenta? —sigue averiguando Rossi.—Sí, señor. Todos los meses un banco en Tivoli envía dinero —responde el gerente, confirmando lo del laboratorio. —Muy bien, revoco toda autorización al señor Ramiro —dice Salvatore, guiado por su padre—. Dígame, ¿qué debo hacer para que me envíen todo ese dinero a Roma o pasarlo a las cuentas de mi padre en América?—¿Su padre tiene cuentas en nuestro banco? —se interesa el gerente. Rossi niega tener una cuenta allá, pues al mudarse a Roma, las había cerrado todas. Le mandan la información por fax de a dónde hacer la transacción en Italia. —Una última
Evelin guarda silencio un momento, con su mirada fija en el nuevo teléfono, preocupada porque debe ser alguien cercano a ella que ya conoce su nuevo número. Suelta un suspiro y al ver la mirada expectante de Oliver, contesta.—No lo sabemos, Oli —luego toma asiento, retomando su computadora—. Pero siéntate, tengo que ponerte al día de todo lo que me ha pasado desde que conocí a Gaby.—Sí, es verdad —acepta de inmediato Oliver y se sienta a su lado, sin dejar de hablar—. Un día fui a verte y tu papá me dijo que te habías casado y venido a vivir a Roma con tu esposo italiano. ¡Me dejaste fuera de todo, amiga! Me molesté muchísimo. Estuve a punto de no venir cuando me invitaste. Si no llega a ser porque Salvi se entusiasmó mucho y me convenció, no hubiera venido.— ¿Me hubieras hecho eso, Oli? —pregunta Evelin con un deje de tristeza.—Sí, porque se supone que somos mejores amigos. Y no me contaste nada, ¡nada! —dice visiblemente molesto. Evelin lo abraza muy fuerte y lo llena de besos
El jefe de la familia Garibaldi, Fabrizio, se encuentra en su oficina. Después de recibir la confirmación de lo que había mandado a hacer, levanta el teléfono y llama a su mejor amigo, Salvatore Rossi, quien le responde de inmediato. Le informa que ya los tienen y pregunta qué es lo que quiere que hagan con ellos.—Haremos lo que nos digas, hermano —asegura con voz firme.—Manténlos por ahora bien seguros —contesta el doctor Rossi con la misma seriedad—. Te traeré después unas drogas que los harán hablar. Hay algo que me tiene intrigado sobre la muerte de nuestra amiga Bianca.—¿Qué es? —quiere saber Fabrizio. El doctor Rossi pasa a contarle que el hijo de Bianca, ahora su yerno, Gabriel, le había comentado que el accidente había ocurrido porque ella estaba borracha y se salió de la carretera. Pero todos ellos saben que Bianca no bebía debido al problema de hígado que tenía. Fabrizio, al escuchar esta información, está de acuerdo, pues asegura que ella nunca bebió.—Trae esas drogas,
Evelin le dice que no se va a molestar porque sabe el motivo por el que lo hicieron. Le agradece a Gabriel y a su padre porque ambos la ayudaron mucho a superar sus miedos. Reconoce que fue un buen tratamiento y felicita a su papá por finalmente lograr sanarla.— Gracias, te amo, papá, y perdóname por hacerte pasar por tantas cosas. Perdóname por mentirte, papi. Me he sentido muy culpable todo este tiempo —dice Evelin mientras abraza y besa repetidamente en el rostro a su padre.— Ya, ya está bien, Eve. Aunque lo hiciste, no me ofendí —dice el doctor Rossi—. No te niego que me llenó de alegría ver que finalmente estabas haciendo algo por ti misma, aunque ni siquiera lo supieras. Deja de besarme así, no eres una niña —protesta apartándola—. Mira cómo te ve tu esposo, se va a poner celoso de que me des tantos besos a mí y no a él. Además, Gabriel es quien hizo la mayor parte del trabajo, yo solo lo ayudé un poco. Le hiciste pasar por muchas cosas difíciles,Evelin. Gracias, Gabriel, so
Rossi lo mira y le pregunta qué quiere que haga Filipo, notando cómo la expresión de Fabrizio se oscurece al preguntar si él lo sabía. Responde rápidamente que no, que su hijo Salvatore acababa de contarle todo y pidió su ayuda. Fabrizio lo observa seriamente y comenta que parece que sus hijos realmente se están convirtiendo en mejores amigos.—¿Qué te contó? ¿Sabes cómo ocurrió todo? —pregunta ahora con curiosidad.—¿No dejaste que Filipo te lo contara? —replica Rossi.—No, no pude controlar mi furia —confiesa Fabrizio—. ¡Dice que es el hijo de la hija de Ricci!—Lo sé, pero esa pobre muchacha ha sufrido mucho —habla Rossi con voz calmada, logrando que Fabrizio se relaje un poco—. Estaba escapando, planeaba cambiar su nombre para evitar que su padre la encontrara y la obligara a hacer cosas peores. Es una buena chica, te digo.—¿Tú dices eso después de lo que le hizo a Gabriel? —pregunta Fabrizio con desconfianza. Rossi procede a contarle todo lo que su hijo Salvatore le había dicho
Evelin, después de terminar de recoger todas sus cosas que van a llevar a la granja de los abuelos Garibaldis y de ver que Gabriel las baja todas, se dirige a la habitación de sus padres con el objetivo de ayudar a Elvira. Al llegar, la ve dando vueltas y le pide que termine de empacar todo. Al verla, sonríe y le pregunta:—¿Por qué tengo tan pocas ropas, hija? —Evelin se sorprende, pero reacciona enseguida.—Pues mamá, tú donaste tu ropa. Decías que no te hacía falta mucha —responde sin mirarla—. Además, antes de que te cayeras, íbamos a renovar el ropero. Ya habíamos encargado la ropa —sigue explicando—. Estela, de la tienda, llamó para decir que estaba lista. Elvira no dice nada, trata de recordar algo, pero nada le viene a la cabeza. Evelin suspira pensando que menos mal que tuvo la precaución de mandar a comprarle una enorme variedad de ropa, ayudada por Estela. Y había preparado lo que iba a decirle si le preguntaba. Elvira la mira algo incrédula.—Hija, ¿tú nunca me engañarías
Todos se ríen divertidos de escuchar que Dario se convirtió en un hacker por buscar a la niña que le había regalado su primera computadora y salvado del frio invierno. —Vaya Eve, las cosas que pasan en tu vida no son normales. Jugabas con tu hermano de niña, sin saber que lo era. Te casaste conmigo, sin saber que me conocías y mira. Hiciste que Darío se volviera un hacker, en su empeño por buscarte. Pero Darío, espero que no estés enamorado de mi Eve — comenta seriamente Gabriel. Todos se ríen en lo que Evelin lo regaña por sus celos asegurando que solo son amigos y Dario jura que la quiere como una hermana y para tranquilizarlo le confiesa que es gay.— ¿Eres gay? —preguntan los tres asombrados.— Sí, lo soy.— No lo pareces —dice Salvatore.—¿Y cómo debía ser, para parecerlo señor Salvatore? —pregunta muy serio Dario.—No te ofendas Darío, siempre he visto a los homosexuales comportarse de manera diferente, como anunciando a todo el mundo que lo son. Mira a Oli, a todos se lo di
Fiorella colgó el teléfono sintiendo alivio y culpa a la vez por haber metido a Salvatore en semejante situación. Se giró hacia Maximiliano, quien la miraba fijamente.— ¿Con quién estabas hablando? ¿Con tu hermano? —preguntó celoso.— Maximiliano, no tengo porqué darte explicaciones. Pero no, no era mi hermano, es mi novio.Y salió disparada a sentarse a la mesa junto a Violeta, quien ahora la miraba con pena. Al menos, pensó que allí estaría un poco más segura, dándole tiempo a Salvatore para llegar.— ¿Vamos a bailar, Fiore? Los chicos quieren bailar —la invitó Violeta.— Espera un rato, Viole, me duelen los pies. He estado caminando todo el día —aunque lo utilizó como excusa, era la verdad.— ¿Estás molesta, Fiore? —preguntó Violeta arrepentida de haberla puesto en esa situación. Ella la quería de verdad. —De verdad, no sabía que estabas comprometida. Si lo llego a saber, no hubiera aceptado invitarte, Fiore, créeme.— No te preocupes, Viole. Mi novio no es celoso, pero realmente