¿Había algo más espectacular que ver a una mujer tener un orgasmo?
Si.
Que tuviese dos.
Y si esa mujer era Olivia, pues aún más espectacular.
Sentía como la excitación me volvía a embargar al recordar su expresión cuando acabó la primera vez.
El viernes por la tarde estaba muy entretenida en mi oficina ahogando mis penas con mi barra de Hershey y con Alanis Morissette cantándome las ironías de la vida, cuando la puerta se abrió de golpe.Era Eli que al fin aparecía luego de dos semanas de estar en Chicago.―Querida, ya lleg... Oh―Dijo con una mueca en la boca al verme―Alguien tiene un mal día...―Me volví a acostar con Mark―Comenté rompiendo a llorar de nuevo―Me dijo que me quería y yo lo traté como la mierda. Eli ¡Quiero morirme!― ¡Oh, cariño! ―Corrió a abrazarme―Aun no comprendo por qué no le puedes dar una nueva oportunidad a lo que es obvio, ambos sienten.Negué histéricamente contra su pecho.―Sería muy peligroso, Eli, lo sabes.―Lo que sé, es que te estás matando de esta manera, yo creo que deberías contarle a Mark por qué
Me sentía como el niño obeso deWillyWonka, mientras veía montar la valla publicitaria dePurple Dreams.Me encontraba afuera de las oficinas y justo frente a mí, podía apreciar lo bello de mi trabajo.Podía ver el hermoso cuerpo de mi hermano, el cual se encontraba de espaldas y caminando entre las vides, su indumentaria constaba de unos jeans gastados, botas de goma y un sombrero de paja; Tenía los brazos extendidos hacia los lados y la cabeza echada hacia atrás, mirando hacia el cielo mientras atardecía.
Una hora después, apenas entré a mi oficina y estuve frente a Alex, le di un puñetazo en el hombro izquierdo.― ¡Ouch! Pero, ¿Y a ti qué te pasa? ―Preguntó sobándose.―Aléjate de ella ¿Me oyes? ¡Aléjate! ―Exclamé agitando el índice frente a su cara, como si fuese un niño siendo regañado.― ¡Por el amor a Dios, Mark! ¿De qué hablas?
"Estoy abajo, cariño"Sucariño, me puso aún más nerviosa de lo que ya estaba.Me pasé mis húmedas palmas por mi estómago en un intento por secarlas, después recordé que estaba usando un Carolina Herrera de tres mil dólares y me detuve.No sé qué esperaba encontrarme en esta noche, es más, yo no debería estar arreglada para ir a una obra benéfica un martes
Tres días.Habían pasado tres largos y tortuosos días desde que viera a Olivia por última vez.Siete mensajes de texto enviados y ninguno contestado.Lo último que supe de ella ―Gracias a Elizabeth― fue que había viajado a Chicago para solventar algunos pormenores con otros eventos publicitarios que debía cubrir.Salí del ascensor como alma en pena, sin siquiera contestar los buenos días de Nina, la cual se veía nerviosa.Qué raro.―Señor―Se levantó en seguida con agenda en mano―Primero tiene una reunión con el señor Kristopolis a las nueve, luego a las diez vendrá el grupo de inversionistas de Los Ángeles para hablar sobre la nueva consola de juegos ecológica, después...―Nina―La corté de inmediato sintiéndome violento ante tanto parloteo―Deja mi mañana libre, y muévelo todo
Tal y como lo prometió, Mark se había mantenido alejado de mí en las semanas que siguieron. Me saludaba cordialmente con unbuenos díasobuenas tardes,pero más allá no ocurría nada. Se habían acabado las incursiones a mi oficina en pleno horario laboral buscando algún toqueteo, las miradas cargadas de promesas, los sensuales y húmedos besos robados en algún pasillo, ascensor o auto. Y por supuesto, la insistencia de su parte en querer hacer
― ¡Ya basta, Mark!― ¿Qué te pasa mamá?―Tupasivismo, ¡Esoes lo que me pasa! ―Deja al niño tranquilo, mujer.―Gracias, papá...―De eso nada, Richard ¿No ves que tu hijo está a punto de perder su última oportunidad de estar con la mujer que ama?― Pero, ¿Y qué puedo hacer, mamá? Ella no quiere estar conmigo.―Claro que quiere, cariño, solo tiene miedo, no la dejes ir, todo se solucionará.― ¿Tú sabes qué le pasó?―Aquí en el cielo todo lo sabemos... Ahora, ¡Despierta!Desperté con una sensación de vacío en mi pecho y con la respiración agitada por el sueño que había tenido.Los hechos de la noche de ayer eran borrosos para m
Te amo.Quince horas después, aún su declaración me hacía suspirar.Luego de tener sexo por tercera vez, me había desplomado como un muerto en el sofá; él me había vuelto a vestir sin yo enterarme de nada y me había abrazado por la espalda, entrelazados nuestras piernas. O al menos así creía yo, porque habíamos amanecido en esa posición.Jamás me había levantado tan feli