Se llevó la siguiente cucharada a la boca y miró a Leandro, estaba centrado en su comida.Ese día se sentía tan extraña, que no podía dejar de verle. Sus rasgos masculinos bien marcados, sus pestañas rizadas y ese cabello que la tentaban a enredar los dedos entre cada hebra. ¿Podía acusar a las hormonas de su embarazo por estar pensando así? Parecía una pervertida. Se mordió el avión inferior y se reprimió cada uno de esos deseos absurdos, no tenía sentido. —¿Quieres salir conmigo? —Tendría que revisar mi horario, no tengo clase temprano, pero estoy segura de que habrá alguna modificación de imprevisto tras la salida de un profesor que no irá —explicó, pero solo era una mentira, no quería ir con él a ningún lado. De pronto solo quería evadirlo. No le estaba haciendo bien tenerlo cerca, solo la confundía y más el hecho de vivir juntos.Solo no quería verse envuelta en algo que terminara afectando su corazón, debía recordar siempre cuál era su lugar y lo que significaba en su vid
—¿Como rayos te quedaste embarazada? existen los anticonceptivos y tantos métodos para evitar un embarazo que puedo pasar toda la mañana hablando del tema. Tenía ganas de llorar. Apenas pudo no hacerlo, era su debilidad. —Lo sé, nosotros usamos protección y me estaba cuidando pero fuimos desafortunadamente ese un porciento que podría fallar. Si te lo estoy diciendo es porque eres mi amiga... ya crucé la etapa de negación y terminé aceptando que ese bebé vive dentro de mí y depende de mí. No lo dejaré, lo decidí.—¿En serio quieres criar al hijo de ese idiota sola? Maldición, no digo que el bebé no importe, pero Alexandre hará la vista gorda y no sé hará cargo del bebé. ¿Quieres asumir toda la responsabilidad y atar tu vida a ello? Tragó duro y elevó la mano, esa vez llevaba el anillo. Inevitablemente Sara clavó los ojos en la sortija y se tapó la boca. Tenía una idea errónea de lo que pasó. —Este anillo...Ni siquiera dejó que terminara la oración, ya estaba hablando. —¿Tus padr
—No ha sido nada grave, no te preocupes. Debo tener más cuidado con esa arma filosa. No soy buena en la cocina —hizo un puchero. Leandro seguía a sus pies, cuidando de su herida. La limpió con delicadeza y le puso una curita al finalizar.Estaban tan cerca que el corazón de Milenka estaba a punto de estallar.—¿Quieres hacerme un pequeño favor? —preguntó ella.—De acuerdo, adelante.—Solo mantente alejada de todo objeto afilado. Podría ser peor la próxima vez y si no estoy, no me imagino lo que puede pasar.—En vez de eso, ¿por qué no tomas clases de cocina? Se ve que eres bueno; ni siquiera tienes que esforzarte para que te salga bien —dijo Milenka en voz baja.Leandro negó y empezó a guardar las cosas de primeros auxilios.Milenka seguía sentada sobre la isla de la cocina y se quedó allí, sin poder bajar tan pronto.—Solo soy bueno en algunas cosas. No me siento con la capacidad de enseñar a otros. Lo básico se aprende rápido, pero si estás hablando de la utilización de cuchillos,
Sara se encerró en su habitación y se negó a salir hasta que sus padres abandonaran la ridícula idea de casarla con un hombre que ni siquiera conocía. Nunca pensó que le harían algo así, y mucho menos cuando la estabilidad económica de su familia era buena. Pero entonces se dio cuenta de lo egoístas que estaban siendo: querían más.Ella era demasiado joven para pensar en el matrimonio y tenía que hacer algo para no dejarse manipular por sus padres. No haría lo que ellos querían, eso estaba claro. Pero no sabía cómo escapar de la decisión atrevida y osada que habían tomado por ella. Irse de casa no sonaba bien, no sabía dónde ir y empezó a sentirse atrapada, como si al final tendría que acceder a lo que sus padres habían decidido.En un momento tan desesperante como ese, quería hablar con su amiga, tener a alguien con quien conversar, pero no estaba segura debido a la hora. Prefirió contarle al amanecer.Entonces entró al baño de su habitación y se dejó caer sobre el suelo frío, con es
—¿Quieren que te cases con un hombre millonario y tú ni siquiera lo has visto por primera vez? Sara se limpió los ojos y confirmó dando un ligero asentimiento de cabeza. —Sí, lo peor de todo es que me lo dicen de repente. Yo sé que hay muchos matrimonios arreglados, pero se hace todo con anticipación, en cambio a mí me lo han soltado todo la noche de ayer, quiero que sea una pesadilla, sin embargo no lo es. Yo... Estaba pensando en quitarme la vida. Así de desesperada estoy, pero no he podido hacerlo. —¿Has perdido la razón? Ni siquiera lo pienses, no vuelvas a intentar hacer una cosa como esa, eh —señaló, a lo que ella suspiró —. Ya encontrarás otra manera de poder hacer que tus padres no te obligan a casarte con alguien a quien no quieres. Yo no puedo decirte que estoy en una situación similar, aunque se le parezca, porque realmente no hay amor, solo que es algo de mutuo acuerdo, en cambio lo tuyo está siendo arreglado por tus padres, y ellos no deben manejarte la vida así. ¡Tien
Milenka giró el anillo en su dedo anular, observándolo desde distintos ángulos y llegando siempre a la misma conclusión. Si no fuera por Leandro, no sabía dónde estaría en ese momento, ya que no tenía dinero propio aparte de una cantidad exorbitante gracias al italiano. Sin embargo, no podía disponer de esa fortuna porque seguía decidida a devolverla intacta. Aunque ya no le preocupaba su situación económica, le pesaba la mala relación que tenía con sus padres. La distancia entre ellos la atormentaba, especialmente el hecho de extrañar a su madre, con quien llevaba días sin hablar. Se sentía sola y vulnerable, especialmente por su embarazo.De repente, se escuchó a sí misma disculpándose con su madre en voz alta.—Lo siento mucho, mamá...El millonario se apoyó en la pared cerca de la puerta y escuchó sus sollozos fuertes. Él sabía que no era correcto seguir escuchándola y se retiró para darle un momento a solas. Entró en su habitación cargado de pensamientos sobre su propia situació
Aunque tenía los ojos fijos en la portátil, su mente divagaba en otra parte, ocupada en pensamientos que tenían como protagonista a la joven. ¿Podría salir ilesa de la situación a la que él la había arrastrado? Si bien no la obligó, sí la empujó hasta esa relación que terminaría dejando daños colaterales. En ese momento, su teléfono comenzó a sonar. El nombre del remitente lo puso mal y lo llenó de ira. No entendía por qué demonios lo estaba contactando, creyó haber dejado las cosas claras entre ellos y no tenía ningún derecho de contactarlo. Se frustró y volteó el teléfono, no quería seguir viéndolo.Erika al otro lado se molestó porque no le tomaba la llamada, pero no se dio por vencida y siguió llamando sin parar con la intención de que en cualquier momento él atendiera.Enfadado porque no sabía si debía tomar la llamada, finalmente decidió hacerlo.—¿Alguna vez has pensado en lo acosadora que te vuelves al llamarme cuando no quiero hablar contigo? Erika, dejémoslo ya, ha sido sufi
La joven observó la oficina con detenimiento, admirando su belleza y el toque personal que la caracterizaba. Con su suntuosidad, el lugar era sin duda muy atractivo. El hombre la sorprendió mientras ella estaba contemplando la oficina y le preguntó por su visita:—¿Puedo saber qué haces por aquí? Aunque debo admitir que es una grata sorpresa. Me imagino que no te sentías cómoda sola en casa, como dijiste. ¿Estás bien?—Sí, en realidad tenía curiosidad por ver tu lugar de trabajo, aunque no lo pensé demasiado. Probablemente estás ocupado y he venido de improviso, así que puedo retirarme.—De ninguna manera, no debes hacerlo. Aunque estaba ocupado con algunos asuntos, puedo dejarlos para después. Además, es agradable que hayas venido.Ella sonrió.—La mujer de hace rato, tu secretaria... sabe que soy tu esposa. Ahora tiene sentido que se me hayan quedado mirando al entrar a la compañía.—Los puse al tanto para que te dieran el trato y el respeto debido.—Yo... Creo que en ese caso es d