En la casa de Camila, el Narrador: Camila, desde que le hizo entrega a Mirelys de sus joyas y los bonos que detentaba de la industria petrolera del país, no le había vuelto a ver. Esta ni siquiera le ha llamado. Ella estaba siendo atendida por la enfermera, contratada por su hijo. «Es raro que Mirelys no haya venido en todos estos días, ni siquiera me ha llamado. Ella prometió acompañarme a las terapias y rehabilitación» pensó esta, con tristeza al ver que nadie le había ido a visitar, ni siquiera Diana, ni sus nietos. Camila, siempre arrogante y orgullosa, se sentía débil, sola y deprimida, al verse abandonada por su familia. Pareciera que todos estaban esperando cualquier excusa para separarse de ella, sobre todo en estas condiciones que se encontraba. —¿Qué le pasa, señora? —preguntó la enfermera, al ver que corrían las lágrimas hacia sus oídos, por la posición recta en que estaba acostada. —¡Nada! ¿Ninguno de mis hijos, ni mi hermana ha llamado? —preguntó ella, con un dejo de
En la mansión Zambrano, el Narrador:Entretanto, Chepa, recorriendo las distintas salas de la mansión, hacía un inventario de las obras de arte que aún faltaban por vender. Ella había vendido gran parte de estas, para tener mayor liquidez. E incluso, había puesto en venta el inmueble, lo cual no había comunicado a su hija.«Debo aligerar todo el proceso de venta, antes que regrese Mirelys de su viaje. Estoy segura, que la muy… tarada esa, va a regresar para buscar más dinero» pensó ella, menospreciando a su hija.«Si es necesario, bajaré el precio de estas últimas obras, como el de la casa, para que cuando retorne mi hija, no se interponga en lo que estoy haciendo» reflexionó ella. Esta, pidió al personal, que bajaran los cuadros y los llevarán al área de depósito en la planta baja.Entre el poco personal que quedaba y el ama de llaves, hubo murmuraciones y lamentos por cuanto estos sabían lo que esas obras significaban para su patrón, don Milko Zambrano. Cada vez que llegaba con una d
Sofía: —¡Eso también me preocupa! Porque ahora, está viviendo sola, en el apartamento en Ciudad La Rosa —respondí, confiando que Shayla estaba recuperando su sentido común. —¡Tranquila, mi amor! Ahora llamo a Leonel para qué le asigné un guardaespaldas —confirmó él, dedicándome una sonrisa que me estremece toda. —¿Qué tanto susurran? —me cuestionó Sheyli, sonriendo. —Le estoy comentando a Rafael lo que ocurrió hoy en el puerto —afirmé, hablando en voz baja, porque hay asuntos que no me gusta tratar delante de los niños. —¡Ah, qué bien! ¿Sabes? Me preocupa que ella esté sola en Ciudad La Rosa y no sabemos ¿Cuál será la reacción del patán ese? —refirió Sheyli, con tristeza. —Rafael, me acaba de informar que le pondrá guardaespaldas —aseguré a Sheyli, mirando a mi amado esposo. —¡Gracias Rafael, te lo agradezco! —contestó Sheyli. »¡Sofía, mira los trillizos flotando! —gritó admirada esta, contemplando a mis hijos flotar. —¡Tienen al mejor entrenador del mundo! —respondí orgullosa
Sofía: Dos días después, en el salón más lujoso y grande de Isla Paraíso, se llevó a cabo la celebración del cuarto cumpleaños de mis trillizos. Esta es su primera fiesta oficial, porque siempre lo celebré, pero de forma muy íntima, con mi madre, Benjamín y mis dos amigas. Sinceramente, no soy muy partidaria de este tipo de eventos, porque sentía que todos buscarán en mis hijos, parecido con alguien. Más, con la reputación que me habían creado José David y Reyner Medina. El salón estaba decorado con centenares de globos. La temática de la misma fue la figura del unicornio, muñeco favorito de mis trillizos, quienes llevaban el dibujo en relieve, en su ropa, al igual que su padre y yo. Toda la decoración giró en torno a esto. Igualmente, su abuela Estefanía y sus abuelos de corazón Anastasia y Benjamín lucían sendos unicornios en su ropa. También, portaban en su ropa esta figura, sus tíos Diana, Sasha, Sheyli y sus primos Sasha y Andrei. Fue un evento social que contó con publicidad
Rafael: Al finalizar la fiesta de cumpleaños, Sofía, Estefanía y yo, cada uno con un mellizo en brazos, entramos a la mansión y subimos a la habitación que comparten los tres. Estos, estaban totalmente dormidos, porque para ellos su fiesta había sido agotadora. Los tres disfrutaron de todos los juegos y actividades programadas. Una vez, que cambiamos su ropa, los vestimos y salimos de su habitación, en silencio, para no perturbar sus sueños. Nos despedimos de Estefanía y nos dirigimos a nuestra habitación, para celebrar, en la intimidad, mi cumpleaños. —¡Bueno, señor Rincón! Ahora es cuando recibirá su verdadero regalo —me susurró en mis labios Sofía, ronroneando después. Ella, se apoderó de mis labios y tomó totalmente la iniciativa en este preludio amoroso, introduciendo su lengua en mi boca. Encendiendo, entre nosotros, la llama de la pasión, me condujo al baño, en donde tenía preparado el jacuzzi. A un lado de este, había una mesa portátil con una botella de champaña y una va
El Narrador: Martín Elías y Sheyli, desde el día de la boda de Sofía y Rafael, no se veían, los dos había intercambiado sus números telefónicos. A partir de ese día, los dos estuvieron más en contacto, casi que a diario. Sheyli, al igual que Sofía con Rafael, se sintió atraída por este desde el día de la inauguración, cuando entró en aquella habitación para preguntar dónde estaban los baños. Ella, trató de guardar muy adentro esto que experimentó, cuando lo vio. No obstante, comenzó a hacer seguimiento a este, por las redes sociales. Fue así como se dio cuenta, que a él le atraían las mujeres de la farándula, en algunas oportunidades se fotografiaba con modelos, en otras, con actrices y así con personas de los medios, por lo que se sintió un poco decepcionada. Posteriormente, en la celebración de la boda civil de Rafael y Sofía, se volvieron a encontrar, llamando la atención de Martín, el enorme y hermoso escote que llevaba Sheyli, en su espalda. Ese día, él no se separó de ella
En Isla Paraíso, el Narrador: En la habitación principal, los esposos Rincón Morales, se despertaron tarde, razón por la cual el viaje se pospuso dos horas más. Estos se despertaron y se levantaron asombrados, al ver que era casi de mediodía. Ellos, sonriendo entraron al baño y se ducharon compartiendo ahí un “rapidito” antes de salir de viaje. Al bajar, todos estaban listos con sus respectivas maletas, esperando por ellos para salir hacia el aeropuerto. Estos saludaron y decidieron no comer. —¡Entonces, vamos de una vez! —llamó Rafael, con Sofía de su mano, llevando en la otra, las maletas de los dos. —¡Vamos, hijo! —exclamó Estefanía, mostrándole al personal del servicio las valijas para que sean llevadas a una de las camionetas. Entretanto, los trillizos recordaban a su padre, que ya debía enseñarles a montar caballo. Porque ellos habían cumplido sus cuatro años. —¡A eso vamos! —Exclamó este— No obstante, primero iremos a la casa en la Ciudad y luego a la hacienda —explicó s
El Narrador: En ese mismo momento, en Isla Paraíso, Reyner Medina, estaba siendo detenido por la muerte de Milko Zambrano. Este se encontraba en uno de los restaurantes más lujosos de la Isla, comiendo en compañía de unos amigos, cuando llegaron por él. —¡Suéltenme! ¡Imbéciles! ¿Es que acaso no saben quién soy yo? Soy uno de los hombres más poderosos de la Isla —replicó este. Dejando de lado, esta exclamación de parte de Reyner, como sus quejas y reclamos, el grupo de funcionarios que fue por él a Isla Paraíso, lo levantó de la silla y lo esposó. —¡Ya le tocará en Fiscalía demostrar quién es realmente usted! —gruñó el funcionario que lo esposaba. —¿Pero, cuál es el motivo de mi detención? —cuestionó este, totalmente desconcertado. —Se le acusa de ser el autor intelectual de la muerte del ciudadano Milko Zambrano, nativo de Ciudad La Rosa —respondió el funcionario, dejando a este boquiabierto por unos segundos y a sus amigos asombrados, ante esta afirmación... —Yo no tengo nada