Cuando Freya salió del baño, se sorprendió a ver a Marco, no se lo esperaba, pero escuchar pedirle explicaciones de manera autoritaria, la había molestado realmente, se sentía agotada física y emocionalmente, y si había soportado con firmeza era por amor a su hija que la impulsaba a seguir adelante—¿Perdón? —preguntó tratando de controlar la ira que se agitaba dentro de ella como un peligroso volcán.—Lo que escuchaste tenemos que hablar porque necesito que me expliques ¿Cómo es que tengo una hija y no sabía de su existencia? ¿Por qué me lo ocultaste? —explotó molesto—, porque es evidente que no puedes negar que es mi hija, cuando parece un clon mío ¿Cuándo pensabas decírmelo?Si espero que Freya iba a comportarse de manera sumisa, se equivocó, porque sin mostrar un ápice de cobardía le respondió.—¡Nunca! No te lo iba a decir jamás ¿por qué lo haría? Cuando dejaste más que claro que te habías hecho una vasectomía porque no querías tener hijo. Hablemos sin caretas Marco, ¿Me habrías
Marco miró fijamente a Freya, su expresión seria y determinada y respondió con calma a su amenaza. —No estoy amenazando a nadie Freya, simplemente estoy diciendo la verdad. Quiero ser parte de la vida de mi hija, y si eso significa que debo luchar por su custodia contigo, entonces lo haré. Creo que estás equivocada si piensas que no conozco tus capacidades. Sé de lo que eres capaz y sé que has sido una madre amorosa y dedicada, el hecho de que te vinieras de Roma para proteger a nuestra hija es una muestra de eso. Pero también soy consciente de mis derechos como padre, y no voy a renunciar a ellos. Aunque preferiría evitar todo esto y simplemente llegar a un acuerdo de convivencia pacífica contigo.Freya se quedó sin palabras por un momento, sorprendida por la firmeza de Marco. No esperaba esta propuesta tan descabellada, y mucho menos que estuviera dispuesto a llevarlo hasta ese extremo. —No puedes hacer eso —dijo Freya, tratando de contener su enojo—. No pretendasaparecer de la n
Freya sintió cómo su corazón se aceleraba ante la petición de Marco. No estaba segura de querer hacer eso, pero sabía que no podía echarse para atrás—Marco, yo...no sé si eso es lo mejor para Kaylani —dijo ella, tratando de buscar una salida.Marco frunció el ceño, como si no esperara esa respuesta.—¿No me digas que quieres retractarte de la palabra que me diste? —no esperó —respuesta y continúo hablando—, pensé que había hablado con una mujer de palabra.—Bueno, es que tu apartamento es muy pequeño, Kayla necesita espacio para jugar, tú sabes —trató de evadir el trato.Marco sonrió.—Ven conmigo —le ordenó, tomó a la niña en brazos y las sacó de allí.—¿Dónde me llevas? —interrogó ella con curiosidad.—Espera y verás.Llegó al estacionamiento, colocó a la niña en la silla en el asiento trasero, luego le abrió la puerta a Freya y condujo por las calles de la ciudad en silencio, cada kilómetro que recorría ella se ponía más nerviosa porque no sabía a qué atenerse.Media hora después
Freya no podía creer lo que estaba viendo. Marco había preparado una cena romántica para ellos dos y su pequeña hija, el ambiente estaba lleno de detalles que la dejaron sin palabras. Las velas iluminaban la estancia con una luz cálida, y la mesa estaba decorada con un mantel blanco y un centro de mesa de flores frescas. Ella se sentía abrumada por la atención que estaba recibiendo, y no podía evitar sentir su corazón latir con fuerza en su pecho, ni siquiera sabía qué decir. La cena parecía un restaurante de cinco estrellas. La comida se veía deliciosa.Él se paró frente a ella con una sonrisa pícara, esperando escuchar sus palabras, pero ella se mantenía en silencio.—¿Qué piensas? ¿No me vas a decir que te parece mi sorpresa? —preguntó Marco, acercándose a ella.—No sé qué decir, me has dejado muda —murmuró con la voz temblorosa porque no se lo estaba esperando—, jamás lo imaginé… me engañaste, me hiciste creer que yo cocinaría… sé que estás buscando enamorarme, yo no soy de enam
Freya cargó a su hija y sin decir una palabra se marchó a su habitación, no hizo ningún intento por darle una explicación a Marco y él tampoco se la dio.Entró a su habitación frustrada sexualmente, porque ella no había estado con nadie desde que estuvo con él, de hecho desde que se embarazó de su hija no le llamaba la atención tener ninguna relación ni casual, ni permanente con nadie.Sin embargo, ante las caricias de Marco se sintió embriagada, excitada con una intensidad que nunca había sentido, pese a ello no estaba dispuesta a dejarse chantajear, y menos cuando bien sabía que él no era ningún santo.Así que luego de acostar a su hija, se duchó con agua fría, la había dejado cachonda, por eso estaba tan molesta.—¡Idiota ese! Cree que va a manipularme… no hay nada que un vibrador no pueda hacer —se dijo para consolarse, pero en el fondo sabía que no era cierto, que solo se sentía dolida porque la había despreciado.*****Entretanto, Marco la vio salir y no intentó detenerla, sabía
Freya se sintió atrapada en su propio conflicto interno. Por un lado, Marco le hacía sentir cosas que no había sentido desde hace mucho tiempo y eso le hacía querer confiar en él, pero, por otro lado, tenía miedo de confiar y volver a sufrir. Observó a su hija mientras jugaba y sintió un fuerte nudo en su estómago. ¿Sería justo para ella si confiaba en Marco solo para que eventualmente la decepcionara? Ella no podía arriesgarse.Entretanto, Marco estaba en el hospital, cumpliendo con su turno de guardia. Su mente estaba llena de pensamientos sobre Freya y cómo conquistar su corazón. Sabía que tenía que demostrarle que era diferente, que estaba dispuesto a luchar por ella y su hija.Durante los momentos libres del día, se dedicó a investigar sobre los gustos y preferencias de Freya. Buscó información en internet de cómo impresionar a una mujer, hasta se vio leyendo libros de psicología y habló con algunas de sus compañeras para obtener más detalles de lo que les gustaba a las mujeres
Marco no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar esa clase de provocación, pero, aun así, no podía dejar de desearla. La deseaba tanto que la idea de no tenerla lo hacía enloquecer. Se apoyó del marco de la puerta, totalmente sorprendido por su reacción, en realidad no se lo esperaba, no podía creer que tuviera la fuerza de voluntad suficiente para alejarse de él.Se le erizó la piel y su corazón comenzó a latir con más fuerza. Se puso de pie, la miró como si fuera una presa y caminó detrás de ella. En cuanto Freya vio que él se levantaba y comenzaba a perseguirla, se detuvo y lo miró directamente a los ojos. Sin pensarlo, se deslizó hacia atrás hasta quedarse sentada en el escalón superior, con las piernas abiertas dejando ver su humedad femineidad, que palpitaba deseosa por ser poseída, arqueó su cuerpo un poco hacia atrás, al mismo tiempo que posaba su mirada en él de manera seductora.Marco se acercó, posó sus manos en el escalón a cada lado del cuerpo de Freya, mientras sus
—¡¿Qué?! —dijo Freya abriendo los ojos esperando escuchar que solo era una broma, que solo hablaba de irse solo por unos días.Freya sabía que seguramente Marco iba a pensar que pretendía una respuesta más extensa, porque, ¿Qué podía decirle? ¡¿Qué no quería que se fuera?!.—¿Qué? —repitió él, al ver que ella no aclaraba nada.—¿De verdad vas a irte? —dijo Freya al fin.—Sí, creo que a ti no te importará… porque como quieres poner distancia entre nosotros, quizás esta sea la mejor manera de hacerla… —dijo Marco deseando en el fondo de su ser que ella le pidiera quedarse. Freya sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de Marco. No podía creer que pensara que quería alejarse de él de esa manera. Había decidido tomarse un tiempo para evaluar su relación, pero nunca había pensado en que eso significara que quería que se fuera de su vida ¿Cómo haría eso? Si por él había tenido sentimientos que nunca había sentido por ningún otro hombre. —No es eso, Marco. No quiero que te va