Freya no podía creer lo que estaba viendo. Marco había preparado una cena romántica para ellos dos y su pequeña hija, el ambiente estaba lleno de detalles que la dejaron sin palabras. Las velas iluminaban la estancia con una luz cálida, y la mesa estaba decorada con un mantel blanco y un centro de mesa de flores frescas. Ella se sentía abrumada por la atención que estaba recibiendo, y no podía evitar sentir su corazón latir con fuerza en su pecho, ni siquiera sabía qué decir. La cena parecía un restaurante de cinco estrellas. La comida se veía deliciosa.Él se paró frente a ella con una sonrisa pícara, esperando escuchar sus palabras, pero ella se mantenía en silencio.—¿Qué piensas? ¿No me vas a decir que te parece mi sorpresa? —preguntó Marco, acercándose a ella.—No sé qué decir, me has dejado muda —murmuró con la voz temblorosa porque no se lo estaba esperando—, jamás lo imaginé… me engañaste, me hiciste creer que yo cocinaría… sé que estás buscando enamorarme, yo no soy de enam
Freya cargó a su hija y sin decir una palabra se marchó a su habitación, no hizo ningún intento por darle una explicación a Marco y él tampoco se la dio.Entró a su habitación frustrada sexualmente, porque ella no había estado con nadie desde que estuvo con él, de hecho desde que se embarazó de su hija no le llamaba la atención tener ninguna relación ni casual, ni permanente con nadie.Sin embargo, ante las caricias de Marco se sintió embriagada, excitada con una intensidad que nunca había sentido, pese a ello no estaba dispuesta a dejarse chantajear, y menos cuando bien sabía que él no era ningún santo.Así que luego de acostar a su hija, se duchó con agua fría, la había dejado cachonda, por eso estaba tan molesta.—¡Idiota ese! Cree que va a manipularme… no hay nada que un vibrador no pueda hacer —se dijo para consolarse, pero en el fondo sabía que no era cierto, que solo se sentía dolida porque la había despreciado.*****Entretanto, Marco la vio salir y no intentó detenerla, sabía
Freya se sintió atrapada en su propio conflicto interno. Por un lado, Marco le hacía sentir cosas que no había sentido desde hace mucho tiempo y eso le hacía querer confiar en él, pero, por otro lado, tenía miedo de confiar y volver a sufrir. Observó a su hija mientras jugaba y sintió un fuerte nudo en su estómago. ¿Sería justo para ella si confiaba en Marco solo para que eventualmente la decepcionara? Ella no podía arriesgarse.Entretanto, Marco estaba en el hospital, cumpliendo con su turno de guardia. Su mente estaba llena de pensamientos sobre Freya y cómo conquistar su corazón. Sabía que tenía que demostrarle que era diferente, que estaba dispuesto a luchar por ella y su hija.Durante los momentos libres del día, se dedicó a investigar sobre los gustos y preferencias de Freya. Buscó información en internet de cómo impresionar a una mujer, hasta se vio leyendo libros de psicología y habló con algunas de sus compañeras para obtener más detalles de lo que les gustaba a las mujeres
Marco no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar esa clase de provocación, pero, aun así, no podía dejar de desearla. La deseaba tanto que la idea de no tenerla lo hacía enloquecer. Se apoyó del marco de la puerta, totalmente sorprendido por su reacción, en realidad no se lo esperaba, no podía creer que tuviera la fuerza de voluntad suficiente para alejarse de él.Se le erizó la piel y su corazón comenzó a latir con más fuerza. Se puso de pie, la miró como si fuera una presa y caminó detrás de ella. En cuanto Freya vio que él se levantaba y comenzaba a perseguirla, se detuvo y lo miró directamente a los ojos. Sin pensarlo, se deslizó hacia atrás hasta quedarse sentada en el escalón superior, con las piernas abiertas dejando ver su humedad femineidad, que palpitaba deseosa por ser poseída, arqueó su cuerpo un poco hacia atrás, al mismo tiempo que posaba su mirada en él de manera seductora.Marco se acercó, posó sus manos en el escalón a cada lado del cuerpo de Freya, mientras sus
—¡¿Qué?! —dijo Freya abriendo los ojos esperando escuchar que solo era una broma, que solo hablaba de irse solo por unos días.Freya sabía que seguramente Marco iba a pensar que pretendía una respuesta más extensa, porque, ¿Qué podía decirle? ¡¿Qué no quería que se fuera?!.—¿Qué? —repitió él, al ver que ella no aclaraba nada.—¿De verdad vas a irte? —dijo Freya al fin.—Sí, creo que a ti no te importará… porque como quieres poner distancia entre nosotros, quizás esta sea la mejor manera de hacerla… —dijo Marco deseando en el fondo de su ser que ella le pidiera quedarse. Freya sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de Marco. No podía creer que pensara que quería alejarse de él de esa manera. Había decidido tomarse un tiempo para evaluar su relación, pero nunca había pensado en que eso significara que quería que se fuera de su vida ¿Cómo haría eso? Si por él había tenido sentimientos que nunca había sentido por ningún otro hombre. —No es eso, Marco. No quiero que te va
—Mi amor, pero tenemos un problema… no puedo desistir de ir a ese programa de ayuda, no me sentiría del todo bien conmigo mismo haciéndolo —cuando pronunció esas palabras, él vio la expresión de tristeza en el rostro de Freya.—Lo comprendo perfectamente, entonces ve a tu programa, yo esperaré ansiosa tu regreso —respondió ella, y aunque entendía que él no podía dejar todo tirado para quedarse con ella, no pudo evitar sentir un poco de tristeza.Ella le dio un beso y con voz quebrada, habló.—Anda ve a tu vuelo —le pidió ella, pero él no se movió, se mantuvo a su lado.—No, estoy esperando algo —le dijo con tranquilidad.—Pero ya va a salir tu vuelo —expresó preocupado.—No, aún falta una hora, así que tenemos tiempo.La tomó por los hombros y la acercó a su cuerpo, ella frunció el ceño sin saber a quién esperaba, de pronto se vio en el cristal y se dio cuenta de su atuendo.—¡Por Dios Marco! ¡Ando en pijama! ¡Qué loca! ¿Qué va a pensar la gente de mí? —pronunció mortificada.Marco so
Ella lo miró a los ojos e intentó sonreír, pero solo consiguió gemir de nuevo, su cuerpo estaba demandando más.Ella lo deseaba con tal intensidad que sintió una mezcla de temor y excitación en su interior al ver el brillo de los ojos de Marco, había algo de animal en él. A pesar de eso, sabía que podía confiar en él.Marco la levantó y la llevó a la cama, la recostó con cuidado a espaldas en la cama. Se tumbó sobre ella, le abrió las piernas con suavidad y lentamente se introdujo en su cuerpo, que era una delicia para él. —¡Oh por Dios! Esto es maravilloso… eres tan estrecha, es mucho mejor como lo recordara.Freya no podía sentirse más completa, porque estaba sintiendo una mezcla de placer con la sensación de seguridad que le daba Marco.Él comenzó a moverse lentamente dentro de ella, entrando y saliendo de su cuerpo, haciendo crujir la cama, con un ritmo constante y poderoso. Cada vez que estaba dentro de ella se sentía como si fuera la primera vez. La sensación fue tan intensa,
Y así, en brazos de Marco, Freya se durmió tranquila, con una paz que nunca había sentido, por primera vez se sintió amada, protegida, segura.Pronto llegó la mañana, luego de ducharse y vestirse bajaron a desayunar, la salida para las zonas rurales, estaba prevista para después del mediodía.—De haber sabido nos quedamos encamados hasta las diez —dijo ella con una sonrisa.—¿Estás segura de que solo querías estar encamada? —pronunció coqueto.—¡Qué mal pensado eres Marco! Yo solo quería dormir para reponer energías.—¿Entonces no tienes energía? —sin esperar su respuesta continúo hablando—, porque yo estaba pensando precisamente a dar un paseo por la ciudad, pero si no puedes —bromeó y ella enseguida lo corrigió.—Qué casualidad, repentinamente, me siento enérgica —sonrió.Los tres desayunaron entre risas, los compañeros de Marco se acercaron y comenzaron a bromear con ellos.—Doctor, es usted un privilegiado, que una mujer tan hermosa se presente en un aeropuerto a declararle el amo