Xavier se quedó viendo el muñeco con seriedad, sin emitir ninguna palabra.—¿No me digas que no te gusto mi regalo especial? —inquirió ella con un tono de diversión en su voz.Xavier levantó la vista y luego sonrío, revisó el muñeco mientras lo miraba con curiosidad, sin poder evitar sentirse intrigado por la idea.—Interesante. ¿Me puedes indicar cómo funciona? —inquirió.Tamara, que en la tienda le habían enseñado su funcionamiento, le explicó las funciones, desde su capacidad para llorar hasta su necesidad de ser alimentado y cambiado.—Dime ¿Crees que tienes la capacidad para poder manejar esto o puedes decirme que no y nos olvidamos de esta convivencia y entonces verás a tu hijo cuando haga sus necesidades solo y hable como al año?—Yo hablé a los tres meses —dijo orgulloso y ella levantó la ceja con incredulidad—, no te miento, a esa edad empecé a decir mi primera palabra y caminé a los siete meses, mi hijo puede ser como yo.—O como yo, fui floja para caminar, para que hacerlo
Tamara estaba completamente extasiada, su corazón latía a mil por hora y su alma se encontraba en medio de un torbellino de emociones. Xavier la besó con deleite, haciéndola sentir como si magia recorriera sus venas. Sin embargo, enseguida su mente se llenó de las palabras de Joel “¿Crees que serás capaz de provocar a algún hombre? ¡Eres frígida! No sirves para nada, solo yo te puedo aceptar”, esas palabras fueron con un baño de agua fría para ella, que quitaron toda excitación de su cuerpo.Enseguida lo empujó para apartarse.—¡No por favor! ¡Para! —exclamó con un tono de miedo.Aunque Xavier estaba excitado, su tono de súplica penetró sobre la neblina de deseo que en ese momento lo cubría y se apartó, sobre todo cuando vio la expresión de dolor en el rostro de Tamara, se apartó sin dejar de verla.—Lo siento Tamara, no pensé que te estaba asustando, yo me dejé llevar ¡Diablos! —exclamó levantándose sin poder evitar estar molesto consigo mismo.Él comenzó a caminar hacia la puerta y
Tamara y Xavier se quedaron paralizados en medio del callejón oscuro, rodeados por cuatro hombres. Él rápidamente se separó de ella, para que las miradas de los hombres se posaran en él.—Tranquilos amigos, no queremos problemas —dijo Xavier con voz pausada.Pero los hombres no parecían dispuestos a escuchar. Dos de ellos avanzaron hacia Tamara, con la intención de revisarla, ella dio un paso atrás, asustada, pero Xavier, sin titubear, se interpuso entre ella y los delincuentes, adoptando una postura protectora.—No se acerquen a ella —advirtió Xavier.Los hombres se detuvieron un momento, examinando a Xavier, midiendo sus posibilidades de ganar una pelea. Uno de ellos se rio.—Deja que la revisemos y no intentes nada gracioso, ¡o alguien saldrá lastimado!—No se atrevan a tocarla. No permitiré que le hagan daño —pronunció con firmeza.El delincuente se burló.—¿Quién te crees, valiente? Mejor entrégame todo o habrá consecuencias.Xavier mantuvo la mirada fija en el delincuente, sin c
El ambiente en la clínica se volvió tenso en ese mismo momento cuando Marco Santorino, el médico encargado, decidió llamar a seguridad para que sacaran a Freya de las instalaciones. —¡Seguridad! No escucharon, necesito que saquen a esta mujer de inmediato. No puede quedarse aquí —repitióXavier, al escuchar las palabras de su médico y amigo, se percató de la situación y decidió intervenir. Le hizo una seña a Marco para que se acercara, tampoco quería dejarlo en ridículo frente a todos.—Lo siento, Marco, pero no puedo permitir que expulses a Freya de la clínica. Ella es amiga de Tamara y vino a acompañarme —señaló con firmeza.Marco se quedó viéndolo enfadado.—Entonces contrólala, dile que actué de manera respetuosa porque si sigue comportándose de esa manera la voy a mandar a sacar, así tú no estés de acuerdo —expuso con firmeza.Antes de que Xavier le respondiera, los guardias de seguridad se acercaron, listos para cumplir la orden de Marco. Sin embargo, Xavier levantó la mano en
Cuando Freya abrió la puerta de la oficina y antes de que pudiera salir, aparecieron Tamara y Xavier, quienes se quedaron sorprendidos, sobre todo al ver al doctor Marco colocarse la camisa. Por un momento se hizo un incómodo silencio, Xavier miró a su amigo con una expresión de picardía, mientras Tamara veía a Freya con el ceño fruncido y un dejo de reproche, en su mirada, hasta que el hombre decidió romper el hielo.—¡Vaya, nunca había visto a alguien ponerse una camisa tan rápido! Creo que al doctor Marco deberían ponerle un sobrenombre: el Guepardo del hospital —, bromeó Xavier, soltando una risa juguetona, ante un gruñido del aludido.Freya se sonrojó con sus palabras y trató de justificar la escena.—El doctor se llenó de café y por eso debió cambiarse la camisa —dijo con tranquilidad, sin embargo, aunque ninguno de los dos le creyó, tampoco se atrevieron a contradecir su palabra— ¿Ya estamos listos? ¿Nos podemos ir? —¡Sí! Ya el doctor de guardia se encargó de suturarme, no er
Xavier se levantó del suelo, con el pelo mojado y la ropa totalmente empapada, mientras Tamara seguía riéndose de él. Xavier se levantó del suelo con una mueca de dolor en el rostro, aun sin entender lo que había pasado. Tamara, por otro lado, seguía riéndose de lo sucedido, pero en su interior sentía un poco de culpa por haber manipulado la situación de esa manera. Finalmente, logró controlar sus risas y fue hacia él para ver cómo estaba.—¿Qué diablos pasó? ¿Por qué pusiste una cucaracha en la ducha? —le preguntó Xavier, visiblemente molesto—. No tiene gracia, Tamara —dijo él, tratando de recuperar la compostura.—¿Yo? Yo no hice eso… eso seguro fue porque hoy no quisiste limpiar… y me río porque es inevitable hacerlo cuando te ves tan gracioso. Pareces un pollito remojado, mira cómo te quedó el pelo —respondió ella aun riéndose. —Tengo la sospecha de que fuiste tú, porque no hay manera de que estuviera esa cucaracha allí.—Seguro fue que limpiaste mal, pero quiero saber si te las
Tamara se quedó inmóvil, mirándolo fijamente, su corazón latía con fuerza, estaba confundida, no sabía qué hacer. Xavier la observaba expectante, y ella finalmente se decidió, lo deseaba más que a nada en el mundo, y sin más, asintió con la cabeza diciendo un sí mudo. Fue entonces cuando, con un movimiento rápido e intenso, Xavier se ancló a ella y comenzó a besarla a través de su cuello, sus pechos y su vientre. Tamara gimió de placer, sus manos lo apresaban mientras su mente volaba a otro mundo. —No tienes idea como te he deseado —pronunció en voz ronca, mientras besaba sus labios y descendía lentamente por su cuello. Llegó a esos voluptuosos montículos, y comenzó a recorrerlos lentamente, jugueteaba con sus puntas, lamiéndolos, y acariciándolos, para luego succionarlos con fuerza, mientras ella se arqueaba más hacia él para darle un mayor acceso a su cuerpo.Tamara se sintió atrapada entre el deseo y la pasión. Su cuerpo no dejaba de estremecerse con cada caricia que él le daba,
Durante el resto del día, Xavier no dejó de demostrarle de decenas de manera distintas cuánto la deseaba, le enseñó a descubrir su cuerpo, su sexualidad. Al principio ella se sintió avergonzada, porque Joel jamás le permitió descubrirse, decirle cuando le gustaba o no algo, ella se convirtió con él en una persona mecánica, cuando él decidía tener sex0, solo le abría las piernas, y sin ningún preliminar, se enterraba en ella, sin caricias, ni palabras dulces.Ella lo tenía como un deber, porque casi siempre resultaba doloroso y nada placentero, y su desconocimiento le hizo pensar que eso estaba bien y que no existía otra forma de disfrutar con el sex0, sino hasta el momento cuando Xavier y ella tuvieron su primer acercamiento en la casa de sus padres, pero eso no se comparaba cómo se había sentido durante esas horas en las cuales habían estado juntos. Ella se sentía complicada. Sabía que Xavier significaba mucho para ella, que él la deseaba. No sabía qué decir o hacer, todo parecía ta