Capítulo 120
Ser llevado a la comisaría por algo así ya era bastante humillante, y ahora además lo exponían públicamente como un hombre casado.

Julieta bajó la cabeza, avergonzada, mientras Miguel se enfurecía.

—¿Y qué si estoy casado? ¿Acaso un hombre casado no puede tener una relación? ¿Existe alguna ley que diga que la infidelidad matrimonial es un delito que requiera cárcel?

Los dos policías intercambiaron miradas pero no dijeron nada.

Poco después, otro policía entró y les susurró algo al oído antes de marcharse.

Los policías se pusieron de pie:

—Hemos confirmado que no existe una relación comercial ilícita entre ustedes. Gracias por su colaboración.

Miguel y Julieta ya habían perdido todo interés en hablar con ellos.

Miguel se levantó furioso y, tomando la mano de Julieta, salió de la habitación.

Viendo que la evidencia de su confesión de infidelidad matrimonial quedaba registrada en la declaración, Andrea finalmente respiró aliviada.

—¡Con esta prueba, quiero ver cómo explica esto el canalla
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