Ho Jin le da un último sorbo a la taza de café y toma su bolso.
—¡Ya me voy a la universidad, Soo Ah!
—¡Espera! ¡Espera un momento!
—¿Qué pasa?
—Tengo que pedirte un favor —dice mirándolo dulcemente.
—Ay no… ¿Qué?
—¿Qué tipo de chicas le gustan a tu amigo?
—¿A cuál? ¿A Chul Mo? No piensa en otra cosa que no sean los videojuegos. ¿A Se Hyung? No le gustan las chicas. ¿A Min? Le gusta Young Mi. Ol-vi-da-lo. Adiós.
—¡Espera! ¿Qué? ¿A Min le gusta Young Mi? —pregunta desilusionada.
—Sí. ¿Puedo irme ya?
—¡Chicos, ya les traigo toallas y algo de ropa para ti, Young Mi! —dice Hye Kyo y corre hacia adentro. —¿Esta chica estaba espiándonos? —pregunta Young Mi, indignada. —Mira, tienes la piel de pollo —luego de pensarlo un segundo la envuelve entre sus brazos desnudos y aun mojados, para aminorar el frío. Ella vuelve a sentir esa sensación de protección. Nota como los abrazos de Min le generan una satisfacción irracional. La cabeza queda pegada a su pecho atlético. Sus manos curiosas tocan la fornida espalda de Min y la acarician. Su piel es suave y está caliente en comparación a la piel fría de ella. —Está amaneciendo… —dice él. —¡Oh, wow! ¡La hora se pasó tan rápido! Ella suspira y se aferra al cuerpo de Min.
Al día siguiente, regresa a la mañana para cuidar de él, ya que de tarde tiene que asistir a una clase importante a la que no quiere faltar. Entra a la habitación con su desayuno. —Hola, Min ¿cómo te encuentras hoy? —Mejor —cuando nota que no es su madre, sino Young Mi quien entra. Se cubre el pijama con las sábanas. —¡Me alegro! —dice sonriendo—. Aquí está el desayuno —Gracias —comienza a comer. —Ay me duele mucho la cabeza… y me siento tan mal que no puedo alimentarme por mi cuenta —le da el tazón y la cuchara. —¿Qué es esto? —Vas a tener que alimentarme. Hoy no te lo comas. —Eres peor que un niño —le dice mientras le da de co
El desfile comienza. Las luces y los flashes de las cámaras destellan, los modelos se lucen en la pasarela y los espectadores observan con detalle las prendas. Taeyang aparece con una camisa gris sin mangas, un pantalón negro, ajustado y roto en las rodillas y sus hermanos se levantan para aplaudir. —Se lo ve mucho menos tenso que la primera vez —dice Dae Hyun. —¡Si! Ahora lo está disfrutando! —responde Hye Kyo. Mientras desfila la ve a la señorita Choi y le sonríe. Esta asiente en señal de aprobación. Luego ve a sus hermanos quienes tienen el pulgar hacia arriba. Luego Hye Kyo forma con sus manos un corazón por sobre su cabeza y le sonríe ampliamente. Desaparece de la vista del público y se encuentra con Young Mi. Le choca la mano y se retira a su camerino para el c
Young Mi llega a su casa con toda su cara empapada. Entra y se dirige rápidamente a su cuarto. Cierra la puerta y se tira en su cama boca abajo para dejar escapar toda su tristeza, todo su enfado, toda su decepción. Se siente totalmente traicionada por parte de ambos. Más de Min, en quien confiaba incondicionalmente. Ella le tiene tanto aprecio, está tan feliz a su lado que no puede imaginar estar sin él. «Todos los momentos que pasamos juntos, ¿acaso no significaron nada? ¿Para él era solo un juego?» Young Mi no piensa con claridad. Lo único que puede hacer es llorar. Se escuchan tres golpecitos en la puerta. —Hija ¿puedo entrar? Young Mi no responde. No puede hablar. Seung entra y la ve. —¡Young Mi! ¡¿Qué pasó?! —se acerca a ella y se sienta en la cama para abrazarla. Al otro día, Taeyang recibe un mensaje de la señorita Choi, diciendo que quería verlo. —¿Tan seguido se están viendo? —pregunta Young Mi, mientras se sirve un poco de arroz. —Pues… no. Pero se ve que cada vez le gusto más —dice haciéndose el galán. Young Mi ríe. —Disfruta tu cita, hermanito. ¡Adiós! Al llegar le da un beso en la mejilla a Choi. Se piden un helado y se lo toman mientras caminan en el parque. —¿Te gustó la experiencia de ayer? —pregunta Taeyang. —Me ha encantado. Se puede admirar el mundo desde otra perspectiva. Y… También te aclara las ideas. —¿Si? ¿Te aclaro algunas ideas? —No quiero verlo en la universidad, mamá. ¿Qué hago? —dice Young Mi. —En principio no le digas nada a tus hermanos. Tampoco sé lo menciones a papá, esto lo tiene muy sensible. —¿Sensible? No sé cómo pudo abandonar a un niño de esa forma. No sé cómo pude vivir todo este tiempo bajo el mismo techo que un monstruo. —¡Young Mi! ¿Cómo hablas así de tu padre? —No puedo creer que haya sido capaz de algo así… simplemente no puedo —dice dejando salir las lágrimas. —Voy a ver que puedo hacer por ti, niña. Ve y descansa, te llevaré algo para comer. Young Mi no tiene apetito. Se mete a la cama y cierra los ojos. Una sensación de vacío la envuelve y una lágrima resbala por su mejilla. ¿QAflicción
Más allá de los dos
Llegan al hospital y bajan rápidamente del auto. Entran y enseguida los atienden. Una enfermera les dice que esperen sentados y ellos solo asienten. Pasan quince minutos y aún no hay noticia alguna de Chung Hee. Dae Hyun se está empezando a impacientar. —¿Familia Lee? —sale buscando una voz masculina. Ellos miran a la persona que les habla. —Sí, somos nosotros —dice Dae Hyun. Seung levanta la mirada para ver al señor. —¿Cómo está mi esposo? —Ha sufrido un ataque cardíaco. Él está estable ahora, tiene que descansar. —Gracias, doctor Kang —dice Dae Hyun, aliviado. —Pueden
Soo Ah había logrado sacar a Min de la cama. En este momento están paseando en el parque. Es un día soleado, no hace tanto frío, está ideal para despejarse. Suk está sentada en la mesa, reflexiva. Percibe que su hijo no siente lo mismo por esa chica que por Young Mi. Pero también percibe lo mucho que Soo Ah lo quiere a él y confía en que lo va a reanimar con el paso del tiempo. Se centra en lo positivo, los primeros días luego de haberle contado de la ruptura, no salía de su habitación. Ahora al menos sale a caminar. Unos golpecitos en la puerta la hacen volver de sus pensamientos. Se levanta a atender y al abrir se encuentra con el rostro menos esperado: Lee Chung Hee. Se queda viéndolo sin reacción más que las lágrimas que aparecen, amenazadoras. Está avejentado, pero sigue siendo la única persona a la que ella había amado, después de veintiún años, lo vuelve a ver. —¿Qué haces aquí? —pregunta ella en u