La lluvia aquella mañana caía serena sobre los bosques de las montañas, y Génesis despertaba. Mirando hacia los ventanales de aquella habitación, se quedó en silencio durante algunos minutos, mirando las gotas de agua que resbalaban en los cristales. Sentía su cuerpo dolorido, tan pesado como una gran roca y su mente estaba nublada y distante; casi como si hubiese despertado de un largo sueño. Mirando a su costado, se sorprendió al mirar a Artem allí, cuidando de ella como un gendarme que no daba tregua. Conmovida la loba blanca notó como estaba de brazos cruzados abrazándose a sí mismo, hacia frio, como era normal en las altas montañas, y aun cuando él era el Alfa de la manada London, aquello no lo volvía invulnerable.Levantándose de la cama, la hermosa albina cubrió con una de sus mantas al Alfa de piel morena, y durante un momento lo observo durmiendo. Su rostro era hermoso, varonil como siempre había sido de facciones delicadas, sus cejas eran fuertes, marcadas como en una expres
“No lo sé”Génesis recordaba las palabras de Artem. Aquella no era una respuesta, ¿Cómo era posible que no supiera la razón por la cual la había despreciado?Sentada sobre su cama, la loba blanca miraba a los gemelos pelirrojos jugando. Artem los había acogido sin objeción alguna a petición de su padre, y no podía decir que el realmente la estuviese tratando mal a ella o a ellos. Se sentía confundida, con más preguntas que respuestas, y aquel sentimiento de insatisfacción ante aquella respuesta que el lobo negro le había dado. Escuchando dos golpes en la puerta que la sacaron de sus pensamientos, Génesis frunció el entrecejo.—Adelante. — dijo la loba blanca viendo entrar enseguida a la loba de cabellos castaños.—Génesis, ¿Me has mandado a llamar? — cuestionaba Benazir que entraba en la alcoba.La loba blanca asintió. — Así es, quiero que me digas la razón exacta por la que estas aquí ayudando a Artem. Puedo tomar como una traición hacia mí lo que estás haciendo. — dijo con frialdad.
El tiempo, sin lugar a dudas, seguía su curso sin importas quién eres o a donde te diriges. Los días, lentamente, o a veces, con una rapidez insoportable, se transformaban en semanas que a su vez se convertían en meses y luego en años. El tiempo era impiadoso, y no se detenía a esperar a nadie…eso Génesis lo sabía muy bien.Mirando a las lobas de la manada London ir al rio a lavar ropa como se hacía antaño, y a los hombres ir y venir entre una cacería y otra, se sentía atrapada; como si estuviese viviendo el mismo bucle eterno y fastidioso una y otra vez. Su celular se había quedado sin batería hacía ya tres días, y tan solo porque había llevado con ella un calendario, era que aún no perdía la noción de en qué día estaba viviendo. Harta de aquella vida que le recordaba tanto a los primeros días de su infancia en la manada, la loba blanca se aventuró a salir por la ventana, intentando escapar de aquella prisión que, sentía, iba a terminar enloqueciéndola.No había nada como el mundo hu
—¡Es Giles Levana! ¡Tu hermano gemelo! — gritó Benazir quien junto al Beta Lowell y los lobos de Artem, había corrido después de escuchar aquel escándalo.Génesis soltó a Artem con brusquedad, haciendo que esté cayera al suelo. Retrocediendo dos pasos intentando comprender lo que Benazir acababa de gritarle, sus ojos rojizos volvieron a retomar su hermoso color violeta. Aquello no podía ser verdad, ella no recordaba a ningún hermano gemelo…como tampoco recordaba a sus padres.—Alfa Artem, ¿Se encuentra bien? — cuestionó Benazir mirando al Alfa ponerse de pie sin problema alguno, recibiendo una mirada desaprobatoria de este.Todos los lobos, se habían quedado en silencio.—Yo… ¿Tengo un hermano gemelo? — dijo Génesis haciendo esa pregunta más para ella misma.—Lo tienes, Génesis, hace años, tu familia fue masacrada por algunos clanes de lobos y de cazadores humanos, y se creía que solo tu habías sobrevivido…pero ahora sabemos que tu hermano gemelo, Giles, también sobrevivió. Él te busc
—Soy el hermano gemelo de Génesis, Giles Levana, y he venido hasta aquí, para proponerte un trato. —Giles se presentaba ante Niccolo Salvatore, quien lo miraba admirado de su belleza y justificadamente sorprendido. Sin bajar el arma, el cazador de cabellos rubios, no bajo la guardia en ningún momento. Aquel, efectivamente debía de ser el gemelo de su ex prometida; eran idénticos, sin embargo, ella jamás le había mencionado tener un hermano o sobre la existencia de algún familiar sanguíneo. Mirando al albino de fieros ojos violeta frente a él, Niccolo avanzó un par de pasos adelante aun apuntándole directamente al corazón de aquel lobo blanco.—¿Por qué habría de creerte? Me queda claro que perteneces a la familia Levana, pero Génesis jamás menciono tu existencia. Yo no hago tratos con lobos. — respondió Niccolo.Avanzando hacia el cazador, Giles observó aquel libro sobre los Levana que el hombre de cabellos rubios estaba leyendo. Los Salvatore eran cazadores a la vieja usanza, y todo
Génesis despertaba esa mañana tal y como lo había hecho los últimos años. Mirando hacia fuera de sus ventanales, la loba blanca observo los jardines vacíos, de aquella hermosa y enorme casa blanca. Mirando sus manos, las notó pequeñas; iguales a las de una niña. El reflejo que el espejo le devolvía, era el de una dulce y hermosa infanta, que no podía rebasar los cuatro años, y con los ojos perdidos en la nada, lágrimas se derramaron desde sus bellos ojos violeta.Recorriendo con su palma aquella habitación de blancas paredes con tonalidades pasteles en sus bordes, la loba albina observó aquella hermosa muñeca de cabellos blancos, y hermosa piel morena como besada por el sol. Tomándola en sus brazos, la arrulló como siempre, mientras su llanto se seguía intensificando.“La luna y el sol, salen a pasear, de día y de noche se van a disfrutar. La luna de plata, ama al sol de oro, y ambos tienen a su más grande tesoro. La piel blanca se funde con la morena, y al fin se ha terminado la larg
El viaje en tren siempre era una experiencia renovadora.La luz se colaba a través de las ventanas en el rustico y pintoresco tren hasta Sinaia, antigua Valaquia, en donde las primeras historias sobre hombres lobo, vampiros y cazadores, se habían escuchado, y tal como eran, efectivamente los primeros registros de aquellos llamados seres de la noche, así como los de los cazadores humanos que luchaban contra ellos, databan de aquel lugar. El hermoso castillo de Peles saltaba a la vista en la lejanía, indicándole a Leopoldo Montefeltro, que estaban próximos a llegar a su destino.Recién despertaba de un profundo sueño, y el anciano cazador se frotaba los ojos para luego bostezar y admirar el paisaje por la ventana, hacía muchos años que no regresaba a Sinaia, en Rumania, la ciudad de nacimiento de su abuelo, de su bisabuelo y tatarabuelo, siendo su abuelo quien había decidido mudarse a Italia en donde su padre y el habían nacido. Admirando los hermosos bosques que se retrataban fuera del
En los territorios prohibidos de los Kingsley, Génesis caminaba con ansiedad de un lado a otro. Aquel sueño que había tenido, ¿Era la realidad? ¿O solo una cruel mentira que su propia mente había creado después de lo dicho por Benazir? Se sentía confundida, asustada mas allá del terror, y con una interminable y cruel sensación de vacío que la estaba desquiciando.Toda su vida había vivido una mentira; deliberadamente todos a su alrededor le habían negado saber la verdad sobre sus padres, su hermano y sus orígenes, y se sentía tan confusa y dolorida, que no sabía ya quién era ella realmente.¿Era Génesis Kale?¿Era Génesis Montefeltro?¿O era Génesis Levana?Aquella sensación de despersonalización, la invadía profundamente causándole un daño tan atroz que se sentía perdida; flotando sobre aguas negras, profundas y misteriosas, que parecían que iban a tragársela de un momento a otro. Tenía miedo de saber quién o que era ella realmente, y también tenía miedo de no saberlo.Llegando entre